Prohibido enamorarse de Adam Walker. Lia Belikov
Publicado por:
Nova Casa Editorial
www.novacasaeditorial.com
2019, Lia Belikov
2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor:
Joan Adell i Lavé
Coordinación:
Silvia Vallespín
Corrección y revisión:
Florencia Perez Noguera
Noelia Navarro
Portada:
Vasco Lopes
Maquetación:
Daniela Gresely
Primera edición en formato electrónico: abril del 2020
ISBN: 978-84-18013-25-6
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)
CAPÍTULO 10 El efecto Adam Walker
CAPÍTULO 16 Rita Fiorella Day, ¿cuándo pensabas decirme que salías con el mejor amigo de Adam?
CAPÍTULO 17 Galleta de la fortuna
CAPÍTULO 18 Siendo una Anna embarazada
CAPÍTULO 19 Entre vampiros, entre lunáticos
CAPÍTULO 20 Y aun así, te encanto
CAPÍTULO 21 La frase tonta de la semana
CAPÍTULO 23 Líbranos del mal, líbranos de Marie
CAPÍTULO 25 Juguemos a perseguir al ratón
CAPÍTULO 26 ¿Y hasta ahora se te ocurre decirme esto?
CAPÍTULO 27 No te vayas, no me dejes, no me sueltes
CAPÍTULO 28 Eso solo puede significar una cosa
CAPÍTULO 29 Esto es un secuestro
Para el más egocéntrico, estúpido, cretino, charlatán, hermoso e idiota chico que he conocido: Adam Walker.
PARTE I
IMPOSIBLE NO ENAMORARSE DEL IDIOTA
¿Acaso no sabía que, entre más me prohibiera tener sentimientos por él, mayor se volvía mi atracción?
PRÓLOGO Cariño
No podía apartar mis ojos grises de los suyos. Él me miraba como una rara atracción de circo, como el acto de esa mujer barbuda a la que no sabías si ver maravillado o asqueado, pensando en la cantidad de pelaje que crecía por sus mejillas y por sus axilas debido a la ayuda de esteroides. Toqué con mis dedos mi rostro. No. Ningún rastro de barba, que yo supiera. Entonces, ¿por qué me miraba tanto? A mi lado, mi prima Marie se estaba riendo y señalándome con el dedo. Busqué a mi alrededor, preguntándome por qué había un círculo de gente que me rodeaba.
No fue sino hasta que el atractivo chico de ojos verdes me tendió una mano que me di cuenta de que estaba tirada en el suelo. Al ponerme de pie, perdí ligeramente el equilibrio y, por un momento, pensé que me vendría abajo. Pero entonces, de nuevo el chico guapo me agarró a tiempo de la cintura para evitar que mi trasero golpeara el asfalto. Me sujeté a uno de sus brazos envueltos en su chaqueta de cuero y me perdí en lo bien que olía.
—¿Qué pasó? —pregunté algo aturdida. Recordaba haber estado caminando detrás de Marie, cargando la bolsa de papel en donde iban sus condones recién comprados de la farmacia. Recordaba haberme quejado de lo absurdo que había sido el que yo los hubiera tenido que comprar y no ella, quien los iba a utilizar. De ahí solo me quedaba la vaga sensación de que mi cabeza había chocado con algo duro, pero no recordaba qué había sido.
—Te golpeaste la cabeza —habló el chico cerca de mi oído. Mi piel se puso como de gallina mientras él señalaba un pequeño letrero de publicidad en movimiento, que era demasiado bajo como para ignorar y con el que, aparentemente, había chocado. La voz del chico era profunda y ronca. Parpadeé dos veces antes de bajar la cabeza y notar que la porción de suelo en la que había aterrizado estaba cubierta con las tres cajas de condones recién comprados por mi prima; una de ellas se había abierto. Mi rostro se puso