Psicología De La Felicidad. Juan Moisés De La Serna
Psicologia de la Felicidad
“Psicología de la Felicidad: Ahora el camino al alcance de todos”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: febrero 2017
© Juan Moisés de la Serna, 2019
© Ediciones Tektime, 2019
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Distribuido por Tektime
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Prólogo
Hablar de felicidad es hacerlo de una ilusión, una meta en la vida, algo tan deseable a la vez que efímero, al menos si se piensa en la “felicidad” idealizada que se vende a través de los comerciales, la televisión o la radio, pero la felicidad es mucho más que alcanzar esa meta deseada, es un trabajo diario por mantener ese estado, sino ¿De qué serviría alcanzar la felicidad si luego se pierde?
En este libro se te presentan las últimas investigaciones relacionadas con la felicidad, qué es y cómo se alcanza, así como sobre qué sucede cuando no alcanzas la felicidad, y cuando aparecen los inconvenientes, barreras para conseguir esa felicidad.
Todo explicado de forma clara y sencilla para ofrecerte una experiencia enriquecedora que pueda ayudarte en tu búsqueda personal por lograr la felicidad, pero real, posible y alcanzable, y sobre todo duradera.
Dedicado a mis padres
CAPÍTULO 1. LA EMOCIÓN DE LA FELICIDAD
Lo primero que hay que saber con respecto a la felicidad es que se trata de una emoción, conociendo que estas son parte de la vida, se sea consciente o no de ello, están presentes en cada una de las acciones y decisiones que se toma, de ahí la importancia de su estudio.
Entre los teóricos de las emociones, existen dos corrientes, aquellos que consideran a las emociones como un concepto univoco e inseparable que se extiende desde los afectos positivos hasta los negativos, en un continuo; y aquellos que lo consideran como un concepto multidimensional, compuesto por elementos cognitivos, conductuales y fisiológicos.
La emoción puede considerarse como un estado particular del sujeto, que le permite percibir y responder al medio ambiente (al modo del arousal).
Simplificando, se podría considerar tres estados posibles, el positivo (alegría o felicidad), el neutro (indiferencia) y el negativo (tristeza, displacer o infelicidad); se trataría por tanto de un modo de percibir y responder ante el ambiente.
Cuando este estado se hace crónico, pasa a considerarse como un “rasgo” de la personalidad, es decir, el individuo lo convierte en su modo habitual de respuesta, ante la estimulación interna o externa.
Cuando los estados emocionales que se han hecho crónicos se “desajustan”, aparecen desviaciones anómalas del procesamiento emocional, que van desde la acentuación de rasgos ansiosos o fóbicos, a patologías como el trastorno por ansiedad generalizada o el trastorno de depresión mayor.
Otra aproximación a la emoción, es considerarla como un procedimiento adaptativo de reacción cognitiva, fisiológica y conductual ante la estimulación ambiental o interna que puede ser positiva o negativa; por lo que cabe afirmar que la emoción influye tanto en los pensamientos, como en el organismo y la conducta.
El procesamiento de la emoción se puede dividir en dos, la percepción y la experiencia emocional. El primero implica un procesamiento cognitivo de bajo nivel, donde se percibe y evalúa el estímulo emocional; mientras que el segundo implica un procesamiento cognitivo de alto nivel, en el que se contextualiza lo percibido, y se interpreta según las experiencias previas.
Estos parecen ser procesos independientes, por lo que el procesamiento de la percepción emocional puede o no involucrar una experiencia emocional.
Con respecto a la relación entre cognición y emoción, han sido tres las posturas principales que se han adoptado:
– Por un lado, hay autores que defienden que, en determinadas circunstancias, las emociones bloquean y anulan la cognición, siendo precisamente las habilidades y capacidades afectivas, rasgos que caracterizan a la raza humana, en comparación con el simple procesamiento matemático o categorial de datos que sucede en un ordenador.
– La postura opuesta defiende que aquello que define al humano y por tanto le hace diferente de los animales, son los procesos cognitivos superiores, dejando relegadas las emociones a procesos secundarios, irracionales y casi siempre equívocos, propios de los animales.
– Una tercera postura, seria aquella que considera a ambos procesos cognitivos como independientes, pero que en determinadas circunstancias trabajan de forma conjunta.
La existencia del circuito emocional-perceptual-memorístico en el cerebro humano está ampliamente consensuada, en donde la amígdala tiene un papel crucial registrando las ocurrencias de los estímulos emocionales. Así la información con contenido emocional tiene significativamente más probabilidad de ser mejor almacenada y recuperada frente a la información con contenido neutro.
La extensa conexión entre la amígdala y las regiones visuales extraestriado y del hipocampo, permite a la amígdala modular su funcionamiento y facilitar las tareas perceptiva y mnémica en esas áreas.
Sin embargo, hay evidencias que indican que el aprendizaje emocional asociado con la amígdala está limitado temporalmente, y que los efectos posteriores sobre la memoria podrían deberse a la participación de otras regiones del cerebro, como la corteza orbitofrontal.
Según lo comentado anteriormente, se estaría ante un circuito de procesamiento emocional, que contrastaría con la vía de procesamiento cognitivo especifica.
En el circuito emocional los estímulos parecen ser analizados automáticamente de forma más ruda y rápida, siguiendo una estrategia configuracional, se trata de una comunicación simplificada, pero con información de gran relevancia, necesaria para la supervivencia y el desarrollo adecuado dentro del nicho ecológico.
Por lo tanto, esta capacidad de procesamiento en paralelo representa una ventaja competitiva para sobrevivir en el medio ambiente, ya que permite al sujeto evitar amenazas y peligros de forma inmediata, incluso antes de ser evaluada la información conscientemente en la corteza prefrontal.
Como se puede comprobar, el mundo emocional es más complejo de lo que a simple vista se ve. Cuando se habla de componentes de la emoción depende de dónde se ponga el foco de atención para decir que existen más o menos, así en una primera aproximación se pueden hablar de tres expresiones de la emoción:
– La neurofisiológica, que abarca todas las vías y estructuras neuronales implicadas particularmente para cada una de las emociones, además de las respuestas vegetativas de vasoconstricción, taquicardia y respiración acelerada que acompañan a las emociones.
– La conductual, en el que el cuerpo se convierte en “espejo” de las emociones, manifestándose de forma involuntaria mediante la expresión facial y del resto del cuerpo, tensando o relajando determinados músculos, que pueden delatar lo que sentimos, incluso cuando se trata de “disimularlo”. Igualmente, éste componente habla de lo que se va a hacer o no por seguir esa emoción, es decir, cómo se van a expresar todos aquellos actos motivados en el comportamiento y en la forma de relacionarse con los demás.
– La