Amor Y Muérdago. Brower Dawn

Amor Y Muérdago - Brower Dawn


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Amor y muérdago

      Índice

       Agradecimientos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Epílogo

       ACERCA DE LA AUTORA

       TAMBIÉN DE DAWN BROWER

       EXTRACTO: Todas las damas aman a Coventry

       Prólogo

       CAPÍTULO UNO

       EXTRACTO: Eternamente mi duque

       Prólogo

       CAPÍTULO UNO

      Esta obra es ficción. Los nombres, personajes, lugares y acontecimientos son producto de la imaginación del autor o son usados de forma ficcionada sin relación alguna con la realidad. Cualquier parecido con lugares, organizaciones o personas, tanto vivas como fallecidas, es casualidad.

      Amor y Muérdago Copyright © 2019 por Dawn Brower

      Todos los derechos reservados.

      Diseño de portada por Mandy Koehler

      Ninguna parte del libro puede ser reproducida en cualquier formato, tanto electrónico como manual, incluyendo sistemas de almacenamiento de información, sin permiso por escrito del autor, a excepción de las citas en reseñas literarias.

      publicado por Tektime

      Para mi Elizabeth Evans. Sé que has estado esperando la historia de Luca durante varios meses. Siento mucho por no haber escrito una cantidad ingente de páginas para que pudieras estar con él más tiempo. De todas formas, espero que lo disfrutes...

      Agradecimientos

      Gracias a Elizabeth y Megan por ayudarme a pulir este libro. Gracias a Mandy para crear el diseño de la portada. Estoy agradecida a las tres por lo mucho que me habéis ayudado con mi empeño por escribir.

      Capítulo 1

      El abrupto aire frío casi le congeló el aliento mientras caminaba hacia el Salón de Fortuna. Lady Evelina Davenport se detuvo y frunció el ceño. El hielo en el camino haría casi imposible cruzar. ¿En qué había pensado? Esta fue una de las peores ideas que había tenido. No tendría que haber permitido que la duquesa de Clare la hubiera obligado a tomar clases de esgrima. La ex princesa gitana tenía arte en obtener lo que quería de alguien, y Evelina no era diferente a cualquier otra persona. Ella no podría decir que no, incluso queriendo. Realmente no quería...

      Le cayó muy bien Lulia, la duquesa de Clare. Ella era amable, valiente y tenaz. Todo lo que Evelina quería llegar a parecerse. Odiaba ser un florero al que nadie hacía caso. No importaba que fuera la hija del duque de Livingstone. Su dote y linaje no había sido suficiente para atraer a caballeros para que la cortejaran. También había permanecido invisible a la atención de todos durante dos temporadas, y en la tercera... la peor de todas... a veces la atención no valía la pena.

      Ahora a los veintiún años estaba apunto de dejarlo estar. El ser una solterona empezaba a sonarle cada vez algo más atractivo con el paso de los días. La primavera sería el inicio de su cuarta temporada sin la posibilidad de que alguien le pidiera para bailar.

      Nadie sería capaz de convencerla que Luca Dragomir, el príncipe heredero de Dacia deseaba invitarla a un vals. Fue bonito mientras duró. Él era, por cierto, muy atractivo con su pelo oscuro y ondulado y unos ojos verde mar.

      Su piel bronceada añadió un plus a su gusto. Todas las damas susurraban sobre él, pero este no les hacía mucho caso. Siempre se comportaba educadamente, manteniendo las distancias. La única dama a su lado con la cual bailó un vals fue la duquesa de Ashley. Pero ya no estaba disponible. Evelina se preguntó si había tenido que regresar a su casa al no gozar más de su atención.

      Después del vals... todas las damas parecían estar afligidas por ella y la atacaron verbalmente sin decirle nada. Solamente con susurros crueles hacia su persona. Muchos cuestionaron su origen. Empezaron a preguntarse si realmente era la hija de un duque o si su madre había tenido un affaire. Eran damas desagradables y miserables, y Evelina las odiaba. Sus celos las habían convertido en arpías.

      Fue entonces cuando Lulia le ayudó. Parecía que le gustaba ayudar a que mujeres tímidas se convirtieran en leonas fieras. Evelina necesitaba un pequeño empujón para poder soportar todos aquellos insultos. Su vía había tomado cierto rumbo y no podía encontrar la manera de solucionarlo. Se ahogaba con cualquier cosa hasta niveles de caer en lo más profundo. Lulia fue su salvadora. Evelina no la decepcionaría.

      Llegó a ese juego infernal y tomó aire. Parecía que hiciera más frío de lo habitual. No encontraba el momento de entrar dentro y descongelar sus extremidades congeladas. Evelina llegó y abrió la puerta trasera, subiendo a toda prisa las escaleras. Una vez dentro, se arrimó a la pared y tomó pausadamente el aire. Parecía como si la garganta se le quemara con cada respiración. La temperatura era muy diferente a la exterior.

      —Ah, ya estás aquí —dijo Lulia—. Pensaba que ya no vendrías.

      —Nunca me perdería una de nuestras clases —dijo sacándose sus manos de sus manoplas metiéndolas en el bolsillo del abrigo—. Tan solo necesito un instante para recuperarme antes de empezar.

      —¿Estás segura que necesitas solo un instante? —su acento era tosco a medida que hablaba. Su pelo oscuro estaba arreglado con una trenza y caía por su espalda en una larga mata de pelo, y sus ojos azules casi brillaron con tal escena.

      —Seguro —levantó su rostro desafiante—. Tras unas pocas exhalaciones menguó aquel calor. Evelina se puso en pie y caminó dirección a la sala de esgrima.

      Ha recorrido un largo trayecto en los últimos meses. Dudaba que fuera tan buena como lo era Lulia o la prima de la duquesa, Diana, condesa de Northest, pero Evelina estaba orgullosa de sus logros.

      Una vez en la pre-sala, se quitó el abrigo y lo colgó de un perchero, para prepararse para la clase. Primero, se colocó sus protectores y sacó su florete. Hubiera querido aprender a usar una espada ropera, pero Lulia no creía que estuviera preparada para una espada con hilo cortante. Se dirigió a Lulia diciéndole —estoy lista.

      —Ya lo veo —dijo Lulia—. Su voz mostraba cierta diversión—. Muy bien, ratoncita, empecemos. En guardia.

      Levantó su florete y espero a que Evelina hiciera su movimiento

      ¿Qué podría hacer para que su instructora bajara la guardia? Probablemente nada. Lulia era toda una maestra del esgrima. Jamás se había detenido para fijarse en lo que hacía la otra persona. No había nada más que la clase. Evelina se lanzó hacia Lulia y esta se separó de su línea. Bloqueó al florete sin gran esfuerzo y embistió a Evelina. Su florete tocó su chaleco de protección.

      —Punto


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