Conversando con los maestros. Ricardo Avenburg

Conversando con los maestros - Ricardo Avenburg


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      Ricardo Avenburg

      Conversando con los Maestros

      Sigmund Freud

       Carl G. Jung

       Sándor Ferenczi

       Melanie Klein

       Heinz Hartmann, Ernst Kris

       y Rudolph Loewenstein

       Mimí Langer

       Ángel Garma

       Enrique Pichon Rivière

       Arnaldo Rascovsky

       Mauricio Abadi

      PRIMERA EDICIÓN

Edhasa

      Avenburg, Ricardo

      Conversando con los maestros / Ricardo Avenburg. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Biebel, 2017.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      ISBN 978-987-1678-70-9

      1. Psicoanálisis. I. Título.

      CDD 150.195

      Edición en formato digital: febrero de 2017

      © Ricardo Avenburg

       © Ediciones Biebel, 2016

      Ediciones BIEBEL

       J. J. Biedma 1005, Buenos Aires

       Tels. (54-11) 4582-3878 • (54-11) 4585-4018

      www.edicionesbiebel.com.ar [email protected]

      Libro de edición argentina

       Impreso en la Argentina / Printed in Argentina No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

      Diseño de páginas: Cálamus

      Realización de tapa: Ramiro Pazo

      ISBN 978-987-1678-70-9

      Conversión a formato digital: Libresque

      Prólogo

      Algunos de los autores con los que “converso” en este libro fueron maestros míos a nivel personal. A los que no lo han sido no dudo en calificarlos de maestros del psicoanálisis. La pregunta que me hago es: ¿hay un psicoanálisis o cada uno tiene el suyo? No sé si esto tiene importancia, cada uno tiene su manera de encararlo y del diálogo con cada uno de ellos aún hoy se sigue aprendiendo. Por supuesto que el maestro original, que encuadra al resto, es con quien inicio el libro y con quien lo finalizo: “Análisis terminable e interminable” como comienzo, y “El malestar en la cultura” como culminación.

      Con la excepción de Melanie Klein, me parece que los autores con los que converso, no son en general leídos ni tenidos en cuenta hoy, por lo menos en Argentina. Yo diría que no están “de moda”. La moda es útil en cuanto se toma un autor o un tema desde múltiples perspectivas. Tiene el inconveniente de que ese autor tiende a sacralizarse y el que no participa de sus códigos tiende a quedar excluido de la comunidad. Desde este punto de vista uno pensaría que las ideas desarrolladas por estos maestros ya son antiguas y que no vale la pena leer a dichos autores. ¿Es así? Mi experiencia con estos diálogos me dio, por un lado, una perspectiva histórica del desarrollo de las ideas de Freud.

      A su vez, como cada uno de los autores desarrolla ciertos temas en particular, el hecho de dialogar con ellos me permite desplegar ideas que, esté o no de acuerdo con ellas, me hace abrir nuevas áreas de pensamiento (en términos del “Proyecto” de Freud, me abre nuevas facilitaciones entre las neuronas, o, en términos de “La interpretación de los sueños”, me conecta con nuevos niveles de huellas mnémicas).

      No me parece que este sea un libro para ser leído continuadamente como si fuese una novela, creo que es para, cada tanto, tomar un trabajo y jugar y pensar con el autor.

      Cuando yo hice los seminarios en APA, se leían cronológicamente los textos principales de Freud, con el criterio de que había que leerlos, pero con la convicción de que eran antiguos y que la verdad estaba en Melanie Klein. Al terminar de cursar los seminarios de formación teórica, sentí que me faltaban bases conceptuales que, a pesar de que tal vez ya hubieran perdido validez, podrían hallarse en Freud. Leí su obra completa, de punta a punta (Pichon decía que siempre conviene leer los textos a partir de los últimos para atrás), y se me abrió un mundo. Los autores que le siguieron no me causaron el mismo sacudimiento, pero son semillas dejadas por Freud que vale la pena regar y no es de descartar que muchas de ellas florezcan. Creo que leerlos (y estudiarlos) también es una experiencia que vale la pena.

Conversando con Sigmund Freud

      Análisis terminable e interminable1

      I. El objetivo del tratamiento psicoanalítico es el “intento de librar a un ser humano de sus síntomas neuróticos, inhibiciones y anomalías del carácter. De ahí que siempre se haya procurado abreviar su duración”. Un intento en este sentido es el de Rank de centrar el análisis en el trauma del nacimiento, la fijación primaria a la madre que condiciona la represión primaria (protofijación y protorrepresión). Dice Freud que es un intento de adaptar el ritmo de la terapia analítica a la precipitación de la vida americana (prosperity).

      Otro ejemplo es el procedimiento que siguió Freud con un joven ruso (supongo que se refiere al hombre de los lobos): incapaz de valerse por sí mismo, al cabo de unos años recuperó gran parte de su independencia, se reanimó su interés por la vida y adoptó sus relaciones con las personas que más le importaban. “Pero su mejoría no pasó de allí”.

      ¿A dónde tenía que llegar?

      “… ya no progresó el esclarecimiento de la neurosis infantil, fundamento de toda la enfermedad ulterior y pudimos advertir claramente que el enfermo se sentía bastante cómodo en su estado actual…”.

      ¿Y qué faltaba? Pero acá veo una contradicción: a pesar de que el paciente se sentía bien, no quería interrumpir su psicoanálisis, se negaba a

      “dar un solo paso que lo acercara al fin del tratamiento […] Hallábase pues ante un caso de autoinhibición del tratamiento”.

      Por un lado el objetivo de Freud era esclarecer la neurosis infantil, lo que evitaría un recrudecimiento ulterior de la neurosis. Entiendo el criterio de Freud, pero si el paciente quería analizarse era porque sentía que le hacía bien, sentimiento que no es poca cosa. Y si esta continuación era para afianzar sus defensas, este podría ser un objetivo del análisis. De todos modos Freud no se equivocó al poner un límite para fin del año.

      “… que ese año sería el último de su análisis […] sus resistencias cedieron y en esos meses últimos pudo reproducir todos los recuerdos y hallar todas las relaciones que parecían necesarias para comprender su neurosis pretérita y superar la actual. Cuando se despidió de mí a mediados de 1914 [...] pude considerarlo completa y definitivamente curado”.

      Es decir su criterio de terminación en este caso era la reproducción de los recuerdos y el hallar las relaciones, supongo que las relaciones entre los recuerdos y las representaciones vinculadas a las neurosis pretéritas y actuales. Quedó, sin embargo, una parte no resuelta de su transferencia o residuos que no habían surgido previamente. Analizados estos, ¿no quedaron otros? ¿Cómo se está seguro que el análisis está terminado o es, en última instancia, interminable?

      II. Esto lo lleva a Freud a hacerse otra pregunta:

      “existe un término natural del análisis y, en todo caso, es posible alcanzarlo realmente?”

      Habría dos respuestas: una


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