El Diablo Cojuelo. Luis Vélez de Guevara

El Diablo Cojuelo - Luis Vélez de Guevara


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       Luis Vélez de Guevara

      El Diablo Cojuelo

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664182807

       PRÓLOGO

       EL DIABLO COJUELO

       DEDICATORIA DE VÉLEZ DE GUEVARA

       PRÓLOGO A LOS MOSQUETEROS [40] DE LA COMEDIA DE MADRID.

       CARTA DE RECOMENDACIÓN AL CÁNDIDO [48] O MORENO LECTOR.

       SONATO DE DON JUAN VÉLEZ DE GUEVARA A SU PADRE. [57]

       TRANCO PRIMERO

       TRANCO II

       TRANCO III

       TRANCO IV

       TRANCO V

       TRANCO VI

       TRANCO VII

       TRANCO VIII

       TRANCO IX

       TRANCO X

       FOOTNOTES

       Índice

      Luis Vélez de Guevara—como dije en otra ocasión[1]—fué tan pobre, que bien puede dudarse si en algún tiempo de su vida llegó a tener dos trajes en mediano uso; pero, en cambio, a los doscientos y mas años de su muerte tiene dos biografías diversas: la que le inventaron algunos escritores, que es la mas conocida[2], y la que despacio y a retazuelos, como de limosna, pero sólidamente, le vamos escribiendo algunos investigadores de nuestra historia literaria[3].

      Según la primera de entrambas biografías, Vélez nació en Ecija por enero de 1570, estudió Leyes en la Universidad de Sevilla y vino a ejercer su profesión a la Corte, en donde muy luego ganó estimación y fama por su sagacidad, gracejo y elocuencia. Defendiendo a cierto criminal captó a los jueces con su donaire; pero como el fiscal apelase de la benigna sentencia dictada, el reo fué condenado a muerte, y Luis Vélez a pagar una multa. Tuvo noticia de ello el Rey, y cuando conversó con el festivo abogado prendóse tanto de él, que no sólo le perdonó la multa, y la vida al delincuente, sino que, además, ya no pudo pasar sin el trato de Vélez de Guevara, a quien protegió sobremanera.

      Esto fué lo que suele llamarse hablar de memoria, porque en todo el relato no hay otra cosa verdadera que lo de ser Ecija la patria del escritor. Y lo realmente sucedido y cierto es, en este caso como en otros muchos, menos bello y agradable que la mentira. Véamoslo.

      Luis Vélez de Guevara nació en Ecija, a fines de julio de 1579, de padres hidalgos, pero pobres[4]: sabido es que la hidalguía y la pobreza casi siempre anduvieron juntas[5]. Estudió la Gramática en su ciudad natal, y por julio de 1596 se graduó de bachiller en Artes en la Universidad de Osuna, eximiéndose por pobre de pagar los derechos académicos[6]. Seguidamente entró a servir como paje a don Rodrigo de Castro, cardenal arzobispo de Sevilla, a quien acompañó en el viaje que hizo a Madrid y a Valencia para asistir en las bodas de Felipe III y doña Margarita de Austria, de las cuales y de sus esplendorosas fiestas trató el poeta adolescente en un poemita que hizo imprimir en Sevilla, a su regreso[7].

      Murió el Cardenal en septiembre de 1600; pero a esta sazón no perduraba Vélez en su palacio, pues, ya harto talludo para paje, dos meses antes había dejado su empleo, a fin de abrazar la profesión de las armas. Él, en un memorial dirigido al Rey, dijo haber permanecido seis años en la milicia[8]; pero que exageró en cuanto a la duración de su vida soldadesca demuéstrase con otras palabras suyas, porque él mismo, muchos años antes, había declarado que en el estío de 1603 estaba en Valladolid, y en tal declaración, prestada en Sevilla a 26 de mayo de 1604 e inédita hasta ahora, llamábase nuestro poeta, sin mencionar para cosa alguna la cualidad de soldado, «vecino al presente en esta ciudad, en la collación de Santa Marina»[9].

      Ya apellidándose Vélez de Guevara, en lugar de Vélez de Santander, como se había llamado hasta poco antes[10], escribió y publicó en 1608 un nuevo opúsculo poético intitulado Elogio del Ivramento del sereníssimo Príncipe don Felipe Domingo, Quarto deste nombre, y en la portada de esta obrita se decía criado del Conde de Saldaña. Había entrado, en efecto, a su servicio como gentilhombre antes o poco después de enviudar de su primer matrimonio: del primero de los cuatro con que probó su grande afición a este santo sacramento[11].

      Para sus nuevas nupcias con doña Úrsula Ramisi Bravo de Laguna[12], el mencionado Conde le hizo donación de cuatrocientos ducados, amén de señalarle una pensión anual vitalicia de otros doscientos; pero estas larguezas de los grandes de antaño eran comúnmente más nominales que efectivas, porque a la hora de cobrar—tan endeudados andaban de ordinario—solían desvanecerse como el humo. Y en 1618, fallecida su segunda mujer, que le dejó, amén de algún otro hijo, a Juan, sucesor de su padre en la profesión y en el ingenio[13], nuestro escritor contrajo nuevo matrimonio, que la muerte había de romper antes que pasaran dos años, con doña Ana María del Valle[14]; y dejando la casa del conde de Saldaña, pasó a la del marqués de Peñafiel, manirroto primogénito del gran duque de Osuna, a cuyo servicio estuvo, asimismo como gentilhombre, cerca de un bienio[15].

      Los continuos apuros, la perdurable indigencia y la negra fortuna de Luis Vélez de Guevara en los años de 1622 y siguientes están pintados de mano maestra por él mismo en cinco memoriales en verso que salieron a luz pocos años ha[16]. Ora pretende un humilde puesto en la servidumbre del cardenal e infante don Fernando; ora, ya frustrado este propósito, logra en 1623 la efímera portería de cámara del Príncipe de Gales, nuestro huésped; ya, en 1624, obtiene, después de grande esfuerzo, la también harto breve mayordomía del archiduque Carlos, muerto aún no transcurrido un mes desde su llegada a Madrid, y más adelante solicita infructuosamente del Rey, alegando sus méritos y servicios y la nobleza de su linaje, una plaza de ayuda de su guardarropa. Al cabo, este hombre celebrado y aplaudido de todos por sus excelentes comedias, a la par que por su deliciosa y amenísima conversación, aludiendo a la cual había escrito Cervantes:

      «Topé a Luis Vélez, honra y alegría y discreción del trato cortesano, y abracéle


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