Deja que los perros ladren / El senador no es honorable / El delantal blanco. Sergio Vodanovic

Deja que los perros ladren / El senador no es honorable / El delantal blanco - Sergio Vodanovic


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      Viento Joven

      I.S.B.N.: 978-956-12-3079-8.

      20ª edición ampliada: noviembre de 2020.

      Obras Escogidas

      I.S.B.N. edición impresa: 978-956-12-2331-8.

      I.S.B.N. edición digital: 978-956-12-3568-7.

      21ª edición ampliada: noviembre de 2020.

      Editora General: Camila Domínguez Ureta.

      Editora Asistente: Camila Bralic Muñoz.

      Director de Arte: Juan Manuel Neira Lorca.

      Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

      Portada:

      Escena de “Deja que los perros ladren”.

      Fotografía de René Combeau.

      (Archivo del Programa de Investigación y

      Archivo de la Escena Teatral

      Escuela de Teatro

      Pontificia Universidad Católica de Chile)

      © 1990 por Sergio Vodanovic Pistelli.

      Inscripción Nº 75.164. Santiago de Chile.

      Derechos reservados para todos los países.

      Derechos exclusivos de edición reservados por

      Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

      Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

      Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

      Teléfono (56-2) 2810 7400.

      E-mail: [email protected] / www.zigzag.cl

      Santiago de Chile.

      El presente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

       www.ebookspatagonia.com [email protected]

      Índice

       PALABRAS PRELIMINARES

       DEJA QUE LOS PERROS LADREN

       EL SENADOR NO ES HONORABLE

       EL DELANTAL BLANCO

      Palabras preliminares

      Ética y moral social en la obra dramática de Sergio Vodanovic

      Mirada a 40 años de distancia, la llamada Generación Teatral Chilena del 50 (Vodanovic, Díaz, Heiremans, Aguirre, Requena, Wolff, Josseau, etcétera) se vislumbra hoy día, ante todo, como un grupo que quiso poner en tela de juicio a la sociedad y a las personas de su tiempo, a su afán de interrogación respecto de las estructuras recibidas, a la crítica hacia una tradición que se negaban a aceptar, a la aspiración por develar el trasfondo de verdad que se escondía bajo las apariencias. Sus afanes fustigadores estaban en consonancia con la época que se vivía (finales de los años 50 y comienzo de los 60), donde las palabras “cambio” y “crisis” parecían imponerse.

      En este panorama, al abogado Sergio Vodanovic Pistelli (1926-2001) le cupo un lugar casi emblemático, porque fue uno de los que mantuvo por más de 20 años de producción una constante línea temática. Sus creaciones se enmarcan habitualmente en un realismo que consigue un equilibrio entre los aspectos sociales y los individuales. Sus personajes poseen un sello muy definido en relación al comportamiento cotidiano, son homologables a la “vida real” y sus personalidades son fácilmente identificables. En este sentido, poseen el perfil característico del realismo sicológico.

      Es posible que El senador no es honorable, estrenada en 1952, anticipara ya casi todos los asuntos que desarrollaría en su obra posterior. Solamente el título anuncia el afán crítico respecto de los representantes de la sociedad que aquí se aluden. Su argumento gira en torno a un joven abogado que debe reemplazar a su padre en la carrera política al momento de fallecer aquel. Al poco tiempo, el protagonista descubre que el senador no era ese hombre intachable y limpio que el resto suponía, sino alguien que utilizaba su cargo público para actividades sociales y económicas inescrupulosas.

      El conflicto del hijo –suceder a su padre en la vida política, pero también en los dudosos negocios– es más o menos típico a los personajes de Vodanovic: actuar por el bien de la sociedad o aprovechar su posición para el lucro y la satisfacción personal. El pasado es aquí puesto en tela de juicio, aunque no con un afán de ruidosa “modernidad” o de propuesta de nuevas tesis presuntamente revolucionarias, sino al revés: recuperar el ideal que el padre decía defender, retornar al origen de los valores que sustentaron la carrera de un hombre público. Otra característica de la dramaturgia de Vodanovic que aquí se bosqueja, y que después desarrollará en diferentes registros expresivos, es la progresiva revelación de una realidad, el desnudamiento de verdades ocultas que, más allá de un simple misterio policial, constituyen la mirada sobre el auténtico rostro de los personajes, despojados ya de las indumentarias que los cubren.

      Su metáfora más clara es el sacarse las ropas, como ocurre en la trilogía Viña (1964), subtitulada, precisamente, Tres comedias en traje de baño. Ahí, el intercambio de trajes, el striptisse y la levedad veraniega son alegorías del auténtico carácter que esconden los protagonistas bajo su sólida fachada: falsedad, inseguridad, vacuidad.

      De esas tres obras breves, El delantal blanco –incluida en este volumen– es la que más se acerca al tono “comedia” propuesto en su subtítulo. Se relata ahí la historia de una señora y su empleada que descansan en la playa. La primera es una mujer orgullosa y pedante que hace ostentación de su clase social. La sirvienta, en cambio, es tímida y servicial y no oculta su modesto origen. Como un juego, la señora le propone intercambiar sus ropas y así demostrar que, a pesar de los atavíos, su linaje aristocrático será siempre un sello de identidad. Pero, al revés de lo que pensaba, la sirvienta ocupa su lugar con total propiedad, mientras que ella es confundida con aquella empleada a la que humillaba y es sacada del lugar cuando proclama su auténtica condición. El carácter risible y hasta caricaturesco de este suceso pretende revelar que la presunta alcurnia de la patrona no es tal, que únicamente su ropaje exterior es el que le confiere su condición social, que debajo de aquello externo no se esconde nada que la diferencie de su sirvienta, solo una persona vaciada de humanidad.

      Sin embargo, es probable que la mayor expresión de dicha desnudez –que expone sus auténticas miserias– se encuentre en la obra Perdón... ¡Estamos en guerra! (1966), una mezcla de comedia y drama, definitivamente subvalorada en la producción de Vodanovic. Ahí se cuenta la historia de un pueblo ocupado por los invasores en tiempos de guerra. En él solo hay viejos y mujeres, los que viven angustiados sin comida ni bebida. Deciden entonces montar un cabaret a través del cual obtendrán información del enemigo y adquirirán provisiones, que son el importe por asistir a las funciones. La idea nace como un ideal patriótico para ayudar a los aliados, pero a medida que la acción avanza, su objetivo se desvirtúa y refleja las verdaderas intenciones de los protagonistas; las mujeres, al principio reticentes para desvestirse en público, después se pelean entre ellas por hacerlo. Su inicial


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