Mundo 4.0 - El futuro de la sociedad tecnológica. Francisco Yañez Brea

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frente al usuario, con un dispositivo mucho más ligero y portable.

      Como hemos visto, nuestro mundo cambia más rápido que nunca y, en un plazo de pocos años, la RA transformará profundamente el modo en el que vivimos, aprendemos, trabajamos, viajamos, compramos y nos comunicamos. No se puede obviar su gran potencial, pues tendremos acceso a mucha información con apenas un pestañeo, pero tampoco se pueden perder de vista sus riesgos. En este nuevo escenario, será fundamental que desarrollemos el pensamiento crítico ya desde la escuela, para convertir la información en conocimiento y el conocimiento en sabiduría; pues, como ya sabemos, no llega a sabio aquel que más cosas ve, sino quien mejor reflexiona sobre lo que ve.

      Alguien dijo alguna vez que pintar es escribir con luz. Quizá, lo que está por venir con la realidad aumentada será la siguiente dimensión del arte, algo así como pintar con bytes un nuevo mundo; un universo de información que emerge de la fusión entre lo real y lo digital, en un lienzo casi infinito.

      1.4 Blockchain: confianza digital

      Amelia abrió la leche en polvo y se dispuso a preparar el biberón de su pequeño bebé, mientras él la observaba con admiración desde el fondo de la cocina: primero, el agua tibia, no muy caliente, y, a continuación, la leche. Después de agitarlo bien, para conseguir un líquido homogéneo, Amelia tomó a Hugo en sus brazos y, en ese momento, recibió un mensaje en su teléfono móvil: «El lote de leche en polvo para lactantes que usted ha comprado en nuestro establecimiento debe ser retirado debido a un brote de salmonelosis. La trazabilidad fiable y transparente de este producto en las etapas de producción, transformación y distribución indica que su lote está afectado y no puede ser consumido». Amelia no sabe nada de blockchain, pero hoy esta tecnología ha protegido la salud de su ser más querido.

      Puede parecer una tecnología complicada, pero su idea principal es realmente bastante simple. Lo que encontramos detrás de esta innovación, quizás una de las más importantes de la era de Internet, es un registro de datos que funciona como un gran libro de cuentas o ledger compartido entre varios usuarios o nodos en el que se almacena información de una manera segura y confiable. En este libro de cuentas se registran bloques de datos que se van conectando entre sí de manera cronológica, creando una especie de cadena. Los bloques tienen una capacidad limitada de almacenamiento y, cuando se llenan, se encadenan al anterior, formando una cadena de datos, conocida como blockchain.

      Cada bloque está conectado a su predecesor por un código único llamado hash. Este código representa la información en el bloque y es fundamental para la trazabilidad y la prevención de ciberataques. Los códigos hash se crean mediante una función matemática, que convierte la información digital en una cadena de números y letras. Si esa información se edita de alguna manera, el código hash también cambia. Por lo tanto, un usuario no puede eliminar o alterar ningún registro; es decir, la cadena solo puede crecer en tamaño. Además, a cada bloque de la cadena se le asigna una marca de tiempo exacta cuando se agrega a la cadena.

      La principal seguridad de esta tecnología se debe a la descentralización: cada uno de los nodos contiene una copia de este libro de cuentas, y deben verificarse y validarse, por «consenso», cada una de las transacciones realizadas. Si un hacker quisiese alterar la cadena de bloques, no le serviría con modificar su propia copia única, pues ya no se alinearía con la copia de todos los demás, y la versión de la cadena del pirata informático se descartaría automáticamente. Para tener éxito, el pirata informático tendría que controlar y alterar simultáneamente el 51 % de las copias de la cadena de bloques, para que su nueva copia se convierta en la copia mayoritaria y, por lo tanto, en la cadena consensuada. Un ataque de este tipo requeriría una inmensa cantidad de dinero y recursos, pues habría que rehacer todos los bloques, ya que ahora tendrían diferentes marcas de tiempo y códigos hash, lo que lo hace prácticamente imposible.

Illustration

      Figura 1.6 Los bloques de datos que se van conectando entre sí de manera cronológica creando una especie de cadena.

      De forma gráfica y sencilla, el proceso se parecería a una multitudinaria partida de dominó, en la cual uno de los jugadores pretendiera intercambiar una de las fichas que están sobre la mesa por otra que se halla en su poder. La nueva pieza no encajaría, y el resto de los jugadores no darían por válida la jugada.

      Realmente, la tecnología blockchain no representa algo muy novedoso; ya fue desarrollada en 1991 por Stuart Haber y W. Scott Stornetta, dos investigadores que querían implementar un sistema donde las marcas de tiempo de los documentos electrónicos no pudieran ser manipuladas. Pero el auge de las criptomonedas, con un sistema de dinero electrónico peer-to-peer, una red entre pares sin un tercero de confianza que consiga hacer confiables transacciones entre dos partes que no se conocen, ni confían entre sí, ha puesto ahora el foco en las posibilidades de esta innovadora tecnología, y ya se empiezan a vislumbrar otras aplicaciones en el mundo real.

      Podemos utilizar esta tecnología para la trazabilidad y transparencia de los alimentos, como hemos visto en la historia inicial. Mediante el uso de un simple código QR y un smartphone, los consumidores pueden escanear un producto en el punto de venta y recibir un historial completo del viaje del alimento: desde el productor hasta nuestra cocina. Además de evitar el fraude, este sistema permite rastrear los alimentos en todas las etapas de producción, transformación y distribución por las que pasa, lo cual reduce el coste y el riesgo en el momento de retirar productos defectuosos o contaminados. IBM está impulsando esta innovación con su aplicación Food Trust. Las ventajas de esta trazabilidad digital son enormes, y resultaría aplicable, del mismo modo, a cualquier producto del mercado que se encuentre sujeto a requisitos de seguridad o medioambientales.

      El blockchain también tiene el potencial de ayudar a todo el ecosistema de la salud, con un registro inmutable de la atención médica y el historial de cada paciente, al mismo tiempo que soporta la privacidad personal y el cumplimiento normativo. La cadena de suministro de medicamentos también podría mejorar, como están demostrando Pfizer y Genentech en su proyecto conjunto MediLedger, algo que se convertirá en esencial para, por ejemplo, la trazabilidad de las vacunas.

      Esta tecnología incluso podría usarse para facilitar un sistema de votación moderno. Esta opción reduciría el fraude electoral, el recuento de votos sería más ágil y fiable, y aumentaría la participación de los votantes, como se probó en unas elecciones en 2018 en Virginia Occidental (Estados Unidos). Este Estado permitió a los votantes emitir su voto a través de una aplicación móvil habilitada con blockchain, y el experimento fue todo un éxito.

      Pero no todo es felicidad y armonía en el mundo del blockchain. Como cualquier otra tecnología, presenta sus limitaciones y desventajas. Requiere de una gran red de usuarios para que sea robusta. El coste de cada transacción es muy elevado, en torno a los 0,20 dólares, principalmente por el consumo de energía (de hecho, si Bitcoin fuera un país, estaría entre los treinta que más energía consumen, por delante de Argentina, Bélgica o Portugal). Además, el diseño de esta tecnología implica costes repetitivos, porque cada nodo ejecuta la cadena de bloques para mantener el consenso en toda la cadena de bloques, lo que hace que el coste total sea muy superior al que cabría esperar con una sola computadora. Y esta característica también afecta al tiempo de procesamiento (Bitcoin solo puede realizar siete transacciones por segundo; a modo de comparación, Visa puede manejar 24 000 TXN/seg). Por último, no hay margen para el error humano: cuando las personas se equivocan al registrar la información, esto genera problemas en la vida real, pues dicha información no se puede modificar. Y, lo más importante, no existe un plan de contingencia ante la eventualidad de que alguien pierda las claves para acceder a su cuenta de usuario. Pero, a pesar de todo ello, no debemos olvidar que cada desventaja conlleva siempre una ventaja asociada.

      El blockchain se volverá cada vez más y más importante, a medida que necesitemos aportar confianza a la información digital. Pero lo relevante de esta tecnología no es el concepto en sí del encadenamiento


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