Al hilo del tiempo. Dámaso de Lario Ramírez
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AL HILO DEL TIEMPO
CONTROLES Y PODERES
DE UNA ESPAÑA IMPERIAL
AL HILO DEL TIEMPO
CONTROLES Y PODERES
DE UNA ESPAÑA IMPERIAL
Dámaso de Lario
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
2004
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© L’autor, 2004
© D’aquesta edició: Universitat de València, 2004
Correcció: Maria del Mar Arnal i Pau Viciano
Disseny de la coberta: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9370-3
Edició digital
To J. Colin Davis –
with friendship and respect
No veo como puede negarse, ni
atenuarse siquiera, que toda la historia no
es más que historiografía, o
«autoanálisis», casi mejor…
J. M. PÉREZ-PRENDES,
Pareceres (1956-1998)
ÍNDICE
Parte II: PODERES EN FORMACIÓN
2. Orígenes de una élite
3. Pobrezas con matiz
4. Rigores de un poder
5. Oficiales de Dios
6. La variante catalana
7. Españoles en Bolonia
8. Tribulaciones italianas de un colegio español (1568-1659)
9. Escuela de Imperio
Parte III: TRAZAS
1. Delincuentes de España y convictos de Australia
2. La misión americana de Rafael Altamira
3. Pensar Portugal
CODA
Homenaje a Joan Reglà
Abreviaturas
Notas
Cuadros y gráficos
Índice analítico
No es improbable que más de un lector comparta mi sorpresa al introducirse en el siglo XXI con la percepción de que su siglo no es ese sino el que acaba de finalizar. Un siglo que, de hecho, había concluido ya en sus últimos años con la revolución de las comunicaciones, internet y la extensión del fenómeno de la globalización. Un siglo de cambios dramáticos en los ámbitos social, tecnológico e intelectual, que ha dejado perplejos a unos y que nos ha hecho a otros, en especial a los que hoy frisamos los cincuenta, lo que ahora somos e incluso lo que aún podamos llegar a ser. Siglo XX, en fin, acertadamente descrito por Eric Hobsbawm como «era de extremos».
De ahí que me pareciera oportuno examinar, desde la atalaya de esta coyuntura, el conjunto de los artículos que he ido escribiendo a lo largo de los últimos treinta años, y presentarlos matizados, reordenados y agrupados. Sólo así pueden llegar a tener, en el mejor de los casos, algún sentido. Son artículos de investigación histórica y, en su inmensa mayoría, «a ras de dato y de documento», lo que hace de los mismos un conjunto de escritos «desde» la historia. Pero se trata de artículos también que, precisamente por el tiempo transcurrido, son ellos mismos, inevitablemente, historia en sí ya (historia muy, muy pequeña, desde luego). Y en cuyo alejamiento de su reconsideración, al iniciar el siglo XXI, estriba el que, para mí, las páginas que, al hilo del tiempo, aquí se ofrecen, se hayan convertido simplemente en unos escritos desde la historia.
Hay otras circunstancias, sin embargo, de ámbito intelectual y profesional, que de un modo u otro han condicionado mi modo de hacer estos escritos, aun cuando yo no lo haya percibido. En estos treinta años, hemos pasado de la influencia de la historia social, la historia cuantitativa, la interdisciplinar, la microhistoria y el rechazo a la narrativa—en definitiva, de hacer historia «a la francesa»—a una historia mucho más especializada, e incluso más tecnificada, más nacionalista, más «pegada» al dato exclusivo y menos preocupada por los movimientos sociales. Una historia, en suma, más «a la inglesa», con notables influencias de los modos norteamericanos de hacer historia. Hablo en términos muy generales, por supuesto (no es difícil encontrar excepciones notables), pero esa es mi percepción en una era en que, al menos en España, se vuelven a reivindicar—o incluso a reinventar—períodos y autores de ámbito conservador. Con todo lo que ello implica para los destinatarios finales de esas historias.
No digo yo que todas esas tendencias o modas se hallen reflejadas en los escritos que aquí se ofrecen, pero algo puede detectarse sin duda en sus «filiaciones», en función de las fechas en que fueron realizados. De un modo u otro son irremediablemente «hijos» de su tiempo, como lo es también quien esto escribe: la Escuela de Vicens Vives (deudora de los Annales de Fernand Braudel), asentada en Valencia en los años 60-70 del pasado siglo, con posteriores matizaciones debidas a las lecturas de las obras de historiadores de la Escuela de Cambridge.
De otro lado, mi condición de historiador no profesional—de «historiador de domingo», en término feliz acuñado por Philippe Ariés—y de diplomático de profesión me ha hecho ver la historia con otra mirada. El hecho de no estar vinculado a ningún grupo académico determinado me ha convertido, con toda lógica, en un «forastero del sistema», aunque me ha dado también la libertad de elegir lo que quería investigar, lo que quería escribir y el cómo y cuándo lo quería hacer, con las dificultades y ventajas que esa situación