Historia contemporánea de América. Joan del Alcàzar Garrido
el parlamento metropolitano dictó el Acta Constitucional de 1791, donde se estableció un gobierno compuesto por un gobernador de la Corona y una asamblea elegida en la colonia. En 1792, la mayoría de sus miembros procedían de la comunidad francesa. El acta también dividió la antigua colonia del Quebec en las provincias del Bajo y del Alto Canadá, separadas por el valle del río Ottawa. En las provincias marítimas de Nueva Escocia, Príncipe Eduardo y Nueva Brunswick, pobladas mayoritariamente por británicos, se implantaron las instituciones representativas del colonialismo inglés. Los nuevos colonos británicos también cambiaron las bases económicas del territorio canadiense que, antes de la llegada de los colonos del sur, se centraba en el comercio de pieles y, después, en la agricultura (Ciudad et al., 1992).
La frontera del sur con Estados Unidos no quedó claramente definida en 1783 y los comerciantes de pieles de Montreal estuvieron muy activos en el territorio norteamericano. Durante la guerra de 1812-1814, los estadounidenses intentaron conquistar Canadá para impedir este comercio. La guerra, en vez de fomentar el independentismo, reafirmó la unión de la colonia con la metrópoli e, incluso, los franceses católicos y los protestantes ingleses se unieron para combatir a los norteamericanos.
Desde principios del siglo xix, la expansión territorial de la colonia se aceleró. Los pescadores de Canadá rivalizaron con los europeos en el golfo de San Lorenzo; las costas de Labrador y la bahía de Hudson fueron explotadas por compañías inglesas; la Compañía de la Bahía de Hudson comunicó esta bahía con la de Montreal para ampliar su actividad hacia el interior, y se hicieron exploraciones hacia el noroeste. Los rusos también llegaron a estas tierras buscando pieles y los españoles remontaron el río Columbia hacia el norte y la costa oeste hasta el golfo de Alaska.
La prosperidad de la colonia de Canadá y el incremento de su población libre –en 1807 los británicos declararon ilegal la esclavitud en sus colonias– permitieron a los colonos plantear su insatisfacción por el régimen político colonial y, en 1837, estalló una rebelión. La metrópoli envió a lord Durham en calidad de alto comisario y gobernador para que solucionara el conflicto. Éste presentó un informe al parlamento británico en 1839, donde propuso que la metrópoli se ocupara sólo de las relaciones exteriores y de la reglamentación comercial de la colonia. La propuesta tomó forma en el Acta de Unión del Alto y del Bajo Canadá que, en 1840, implantó una asamblea única electiva y un Consejo Legislativo nombrado por la Corona británica. El proceso culminó en 1867, cuando la metrópoli declaró al dominio del Canadá país autónomo dentro de la Comunidad Británica de Naciones. Mientras tanto, la frontera con Estados Unidos había quedado fijada en el paralelo 49º, gracias al Tratado de Oregón, firmado en 1846 (Kemp, 1981).
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