Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra.
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Duquesa, de nuevo os juro
de cumplir el dulce sí.
¿Mi gloria, serán verdades
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades?
Sí, mi bien.
Quiero sacar
una luz.
¿Pues, para qué?
Para que el alma dé fe
del bien que llego a gozar.
Jose Garcia Ramos
Mataréte la luz yo.
¡Ah, cielo! Quién eres, hombre?
¿Quién soy? Un hombre sin nombre.
¿Que no eres el duque?
No.
¡Ah de palacio!
Detente.
Dame, duquesa, la mano.
No me detengas, villano.
¡Ah del rey! ¡Soldados, gente!
Sale el Rey de Nápoles, con una vela en un candelero
¿Qué es esto?
¡Favor! ¡Ay, triste,
que es el rey!
¿Qué es?
¿Qué ha de ser?
Un hombre y una mujer.
Esto en prudencia consiste.
¡Ah de mi guarda! Prendé
a este hombre.
¡Ay, perdido honor!
Sale don Pedro Tenorio, embajador de España, y guarda
¿En tu cuarto, gran señor
voces? ¿Quién la causa fue?
Don Pedro Tenorio, a vos
esta prisión os encargo.
Si ando corto, andad vos largo.
Mirad quién son estos dos.
Y con secreto ha de ser,
que algún mal suceso creo;
porque si yo aquí los veo,
no me queda más que ver.
Vase el Rey
Prendedle.
¿Quién ha de osar?
Bien puedo perder la vida;
mas ha de ir tan bien vendida
que a alguno le ha de pesar.
Matadle.
¿Quién os engaña?
Resuelto en morir estoy,
porque caballero soy.
El embajador de España
llegue solo, que ha de ser
él quien me rinda.
Apartad;
a ese cuarto os retirad
todos con esa mujer.
Vanse los otros
Ya estamos solos los dos;
muestra aquí tu esfuerzo y brío.
Aunque tengo esfuerzo, tío,
no le tengo para vos.
Di quién eres.
Ya lo digo.
Tu sobrino.
¡Ay, corazón,
que temo alguna traición!
¿Qué es lo que has hecho, enemigo?
¿Cómo estás de aquesta suerte?
Dime presto lo que ha sido.
¡Desobediente, atrevido!
Estoy por darte la muerte.
Acaba.
Tío y señor,
mozo soy y mozo fuiste;
y pues que de amor supiste,
tenga disculpa mi amor.
Y pues a decir me obligas
la verdad, oye y diréla.
Yo engañé y gocé a Isabela
la duquesa.
No prosigas,
tente. ¿Cómo la engañaste?
Habla quedo, y cierra el labio.
Fingí ser el duque Octavio.
No digas más. ¡Calla! ¡Baste!
Perdido soy si el rey sabe
este caso. ¿Qué he de hacer?
Industria me ha de valer
en un negocio tan grave.
Di, vil, ¿no bastó emprender
con ira y fiereza extraña
tan gran traición en España
con otra noble mujer,
sino en Nápoles también,
y en el palacio real
con mujer tan principal?
¡Castíguete el cielo, amén!
Tu padre desde Castilla
a Nápoles te envió,
y en sus márgenes te dio
tierra la espumosa orilla
del mar de Italia, atendiendo
que el haberte recibido
pagaras agradecido,
y estás su honor ofendiendo.
¡Y en tan principal mujer!
Pero en aquesta ocasión
nos daña la dilación.
Mira qué quieres hacer.
No quiero daros disculpa,
que la habré de dar siniestra,
mi sangre es, señor, la vuestra;
sacadla, y pague la culpa.
A esos pies estoy rendido,
y