Sangre Pirata. Eugenio Pochini
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Indice dei contenuti
Título original: Sangue Pirata
Autor: Eugenio Pochini
Imagen de la portada: Paolo Martorano
Traductor: Federico Renzi
La reproducción, incluso parcial, de acuerdo con la ley está prohibida.
Esta es una historia de fantasía. Los personajes, nombres y situaciones son el resultado de la imaginación del autor.
Cualquier referencia a hestos o personas reales es pura coincidencia.
A Chiara G.
Mantuve mi promesa.
NOTA DEL TRADUCTOR
Tengo que ser honesto, traducir el trabajo de Eugenio Pochini fue al mismo tiempo una tarea cautivadora y complicada. Cautivadora en cuánto, desde las primeras páginas, la novela te envuelve, transportándote en las emociones de la vida y en las aventuras de los piratas. Al no ser yo hijo de las modernas tecnologías tuve la suerte de crecer soñando con ser un filibustero y de encontrar un día, algún tesoro, a lo mejor navegando por lugares exóticos y fascinantes, y precisamente eso hace la obra de Eugenio. Tiene esa extraordinaria habilidad de acompañar al lector paso a paso para revivir y fantasear sobre las emocionantes historias de corsarios, tribus indígenas, tesoros y monstruos marinos. Muy rápidamente llegamos a encariñarnos del brusco Barbanegra, y de igual manera odiaremos al malvado Hardraker. No ha sido sencillo traducir los términos técnico-marítimos en el idioma español: traté de hacerlo lo mejor posible, con la esperanza de que el lector pueda perdonar cualquier error de traducción.
Por último solo quiero agradecerle a Eugenio para darme la posibilidad de trabajar en su novela y permitir que muchos países hispano-hablantes puedan llegar a conocer y amar a los diversos protagonistas de esta aventura bien escrita y lista para ser "devorada" por cualquier buen lector digno de respeto. Pero debo ser honesto: la traducción de Sangre Pirata nunca se hubiera podido llevar a cabo sin la ayuda de una persona muy importante, que se encargó de controlar y revisar cada detalle desde el punto de vista de la traducción y de la edición, asegurándose de que la versión en español fuera lo más correcta posible. Un gran agradecimiento va por ella, mi novia y compañera de trabajo, Brenda Liliana Gonzalez Dávila, sin cuya ayuda tan importante nunca hubiera podido completar este trabajo.
Finalmente, espero que usted también puedan enamorarse de esta historia, como hice yo, y leyendo las páginas de este hermoso libro todos nos sentiremos parte de la tripulación de la Queen Anne's Revenge.
Saludos a todos, Federico Renzi
PRÓLOGO
Cuando se camina por el arco de entrada al templo de los sueños, allí, justo allí, está el mar …
LUIS SEPULVEDA
La lluvia caía violentamente, martilleando la cubierta del barco y retumbando en contra de las velas, para luego infiltrarse entre las grietas del casco. Era así desde que habían superado las costas de la Florida. De repente Samuel Bellamy empezó a maldecir. Se tocó el bigote negro, mirando afuera de la ventana de la cabina. Apenas podía ver el océano, envuelto en una densa niebla. No era lo que se había esperado encontrar cuando Emanuel Wynne se había presentado a él en esa pequeña posada del puerto de Nassau. Le había gustado mucho la fuerza de carácter y la excentricidad de ese francés, incluso cuando había contado la historia de la isla que Barbanegra estaba buscando. Se había reído, habían bebido una gota de ron... y casi se estaban despidiendo cuando Wynne se había quitado algunos mechones de su largo pelo de la frente. El ojo izquierdo había emitido un brillo sombrío, y Bellamy estaba convencido de que el pirata no estaba tan loco como parecía. La salida se había organizado en unos diez días, gracias a la intervención económica del gobernador de Jamaica. A lo largo de la ruta no habían encontrado buques enemigos o mal tiempo que pudiera poner a riesgo la tripulación. ¡Pero ahora esa lluvia! Eterna e incesante. Sin mencionar la niebla. Todo se agitaba en contra de él, como si el mismo océano le advirtiera que se regresara.
«Esta historia me pone nervioso» dijo Bellamy, hablando con el contramaestre.
«Si te creo» contestó el otro. Estaba consultando algunas cartas náuticas con gran interés.
«La tripulación comienza a estar nerviosa.»
El hombre levantó su mirada y observó el mal tiempo que seguía afuera de la ventana. «Creo que tomaste demasiado en serio las palabras de ese francés. Después de todo creo no sea digno de confianza. Los traidores no gozan de ninguna simpatía, ni siquiera entre nosotros.»