El dibujo humorístico. Equipo Parramón Paidotribo

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Y REUNIONES FAMILIARES

      El humorista gráfico no siempre es el más gracioso de un grupo social, ni el encargado de hacer pasar una agradable velada con sus anécdotas, chistes y chascarrillos. Se trata más bien del observador que está atento a todo ese material que puede ser susceptible de generar un buen gag. En muchas ocasiones, sus chistes provienen de experiencias vividas en el entorno que frecuenta con familiares y amigos.

      EL SOBRESALTO NOCTURNO

      Es probable que la necesidad por crear nuestro gag y la tensión acumulada a lo largo de la jornada, hayan bloqueado en parte nuestra mente e impedido que las ideas fluyan de un modo natural, o cuanto menos, no hayan sido, en nuestra opinión, lo suficientemente buenas o bien planteadas.

      Durante la noche, en nuestra cama, y en ese momento en el que la vigilia va dando paso al sueño, esas ideas pueden empezar a tomar forma en nuestra mente debido a que, por fin, nos hallamos en una situación relajada. En ocasiones, tratamos de recordarlas para trabajar con ellas al día siguiente, pero esto suele ser un error, ya que cuando llega la mañana… las hemos olvidado. Lo mejor es tratar de mantener un estado relajado durante todo el día para que esas ideas no empiecen a fluir a horas intempestivas, pero si no somos capaces de ello, y pese a las quejas familiares, tendremos que calzarnos las zapatillas y garabatearlas para no perderlas.

      A veces, es necesario salir en auxilio de una idea que acude a nuestra mente… sea a la hora que sea.

      los Diferentes tipos de humor

      Las desgracias y calamidades son en muchas ocasiones los principales puntos de referencia del humor gráfico. A partir de ahí, cada humorista, en función de su temperamento, recreará su versión en el más puro humor negro, satírico, irreverente, erótico, político, etcétera.

      ¿de qué nos reímos? De casi todo: el resbalón de una persona y su estrepitosa caída en mitad de la calle puede causar el desasosiego de algunos transeúntes y la carcajada de otros. Una situación dramática, incluso propia, puede causarnos terror o hacernos reaccionar con una risa nerviosa. Ante una mala noticia se nos puede venir el mundo encima, tratar de encontrarle algún sentido, comprobar que carece de él, y añadirla a una larga lista de desgracias que nos hacen estallar en una sonora carcajada terapéutica que nos ayuda a asumir una temporada de mala racha. El valor del humorista gráfico radica en hacer reír a los demás con aquello que no es divertido. Lo que tiene gracia, en la mayoría de los casos, no es la realidad, sino lo que se transmite de ella y el modo en que se hace. Un humorista debe saber reírse de sí mismo y, a la vez, de todo, debe saber distanciar el ego y marcar el límite entre esas tragedias que se niegan a tomarse en serio para trabajar sobre nuestras esperanzas.

      Para llegar a ello existen diferentes caminos, algunos más cercanos a una forma de comicidad que al humor propiamente dicho en su más profundo significado, pero todos ellos útiles para transmitir una idea, un mensaje a través de un gag.

      La agudeza, la mordacidad, la sátira, la ordinariez, la radicalidad, la agresividad, etc., casi siempre obedecerán al modo de ser de cada humorista, que en general, busca encontrar las partes más débiles de la sociedad, escarbar en ellas y, de paso, un poco en nuestras conciencias.

      El humor blanco nos permite tratar temas que nos generan empatía y no nos producen rechazo por el hecho de encontrarse exentos de sarcasmo.

      EL HUMOR BLANCO

      Es un estilo de humor amable que no hiere ni afecta el ánimo del lector, ya que carece de connotaciones negativas. En ocasiones, es considerado el estilo de humor más simplón o el comúnmente utilizado en países conservadores, e incluso en aquéllos con gobiernos totalitarios que ejercen una vigilancia extrema sobre las libertades de expresión; no obstante, tal afirmación no es exactamente cierta, ya que el humor blanco, al llegar a nosotros de un modo tan sutil, puede abordar temas delicados y realizar un efectivo análisis social y humano desde un punto de vista profundo, filosófico, y sin la carga a simple vista “negativa” que pueden ofrecer otras propuestas cargadas de ironía o sarcasmo. Este humor no genera rechazos a priori. Nos permite sentir empatía respecto a cualquier tema propuesto a través de su aparente amabilidad y tiene mayores posibilidades de aproximación a determinados conflictos.

      El humor blanco puede tratarse de una simple situación más o menos divertida o cómica.

      El humor negro pone a prueba la frontera entre el buen gusto y el mal gusto. Para los amantes de este humor, un gag puede estar “en su punto”, mientras que sus detractores siempre considerarán que el humorista se ha pasado de la raya.

      EL HUMOR NEGRO

      No se trata simplemente de un modo de provocación, también podría considerarse una forma de expresión que ayuda a superar realidades terribles, o un modo de cubrir algunas necesidades catárticas del ser humano, ya que aborda de manera directa todas aquellas situaciones que para la mayoría son serias. El artista utiliza un tono satírico, políticamente incorrecto y corrosivo que le permite entrar en cuestiones tremendamente delicadas: la muerte, las enfermedades, las minusvalías, el terrorismo, la religión, el hambre, la guerra, etcétera.

      Adopta la forma de la paradoja proponiendo una actitud abiertamente burlona, pero a la vez, creando en el lector una cierta inquietud que se aleja de todo protocolo y resultando subversivo en contra de determinados rituales sociales.

      Aunque pueda parecer lo contrario, el humor negro requiere una sutileza extrema y un gran control del sarcasmo para transgredir los límites de la moralidad sin caer en el abuso fácil y desmedido.

      Para muchos, el humor negro no es más que otro modo de denuncia ante algunas prácticas de nuestra sociedad.

      EL HUMOR IRREVERENTE

      Plantea una profunda falta de respeto ante algo o alguien “intocable” en una sociedad, que al margen de tratarse de personas o instituciones, adquieren un valor y un carácter místicos más allá de toda racionalidad.

      El humorista irreverente rompe esos vetos con un descaro que puede rozar lo blasfemo y caer deliberadamente en lo irrespetuoso, impío, descarado y desdeñoso.

      En no pocas ocasiones, este tipo de humor supone una liberación y una bocanada de aire fresco para el lector que lo recibe y que coincide con el punto de vista del autor. Por el contrario, resulta un humor hiriente y claramente ofensivo para aquellos que siguen fielmente determinadas premisas por más dogmáticas que sean.

      Las monarquías, las creencias religiosas, los patriotismos exacerbados, los regímenes políticos autoritarios, las legislaciones férreas y los representantes directos de cualquiera de los estamentos citados, acostumbran a ser el blanco de este tipo de humor que ocasiona no pocos problemas a quienes lo practican.

      En algunos lugares del mundo, los autores de este tipo de humor han sido perseguidos e incluso amenazados de muerte por colectivos pertenecientes a integrismos radicales. Las instituciones que se toman demasiado en serio a sí mismas o a los miembros que las forman, en ocasiones muestran claros síntomas de falta de sentido del humor.

      Las creencias religiosas, con frecuencia, son puestas en tela de juicio mediante el humor gráfico, y poco le gustaría a un creyente ver un gag en el cual Dios descubriese que el mundo que cree haber creado no es más que otro producto Made in China.

      EL HUMOR SATÍRICO Y SOCIAL

      Utiliza el ingenio y la anécdota para criticar conductas y costumbres deshonestas de algunos individuos o grupos sociales, expresando así indignación con un propósito moralizador, lúdico


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