Una mirada al libro electrónico. Isabel Galina Russell
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UNA MIRADA
AL LIBRO ELECTRÓNICO
COLECCIÓN
BIBLIOTECA DEL EDITOR
Coordinación de Difusión Cultural
Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial
UNA MIRADA
AL LIBRO ELECTRÓNICO
ISABEL GALINA RUSSELL
ERNESTO PRIANI SAISÓ
Universidad Nacional Autónoma de México
México 2019
Índice
Pero, ¿qué es, en realidad, un libro electrónico?
Breve historia del libro electrónico
Antecedentes del libro electrónico
El advenimiento de la red mundial
Los derechos de autor en los libros electrónicos
Modelos de distribución y comercialización
Las nuevas formas de producción de los libros
La transformación de los agentes Eso que llamamos autor
Cambios en el proceso de escritura
El nuevo papel del autor como editor
Más allá del libro electrónico
2020: todos los libros serán interactivos y multiplataforma
2030: todos los libros serán hechos por crowdsouring y estarán en la nube
Primera pregunta: ¿cómo se leerá en el futuro?
Segunda pregunta: ¿cómo evolucionará el concepto de libro?
Tercera pregunta: ¿cómo encontrarán las personas nuevos libros en el futuro?
Cuarta pregunta: ¿cómo se escribirán los libros?
Quinta pregunta: ¿cómo se editarán los libros en el futuro?
Sexta pregunta: ¿cuál es el futuro del mercado editorial?
Introducción
Los cambios en las cosas que ocupamos en la vida cotidiana pasan inadvertidos la mayoría de las veces porque, en el fondo, no logramos apreciar las pequeñas diferencias que constituyen, a la larga, las grandes transformaciones. Pasa, en cierta forma, como cuando frecuentamos a una persona con cierta regularidad. Difícilmente cada día somos capaces de apreciar las diferencias. Es sólo cuando pasa un tiempo sin verla que, de golpe, constatamos cuánto ha cambiado.
En nuestros días, el libro, un muy antiguo amigo nuestro, ha comenzado un lento y progresivo cambio. A la hora de escribir estas líneas sobre el teclado de una computadora personal, acaban de cumplirse siete decenios de que un estudioso de Tomás de Aquino se propusiera procesar textos para obtener las concordancias de toda la obra del santo; casi medio siglo desde que, en el marco del Proyecto Gutenberg, se comienzan a transcribir por primera vez textos literarios a una computadora con la intención de archivarlos y compartirlos; treinta años de la llegada de la computadora personal; trece del Librié de Sony, primer sistema en utilizar tinta electrónica, y una década de la comercialización de Kindle, que es el punto de inflexión a partir del cual comienza la comercialización exitosa de los libros electrónicos.
En menos de lo que dura una vida humana, ese amigo nuestro que es el libro se ha transformado radicalmente sin apenas darnos cuenta. Lo más inquietante es que continúa haciéndolo de una forma vertiginosa. En menos de una década, algunos han pasado de guardar libros sobre una estantería y agobiarse por la falta de espacio a respaldar archivos y agobiarse por la insuficiencia de memoria, además de otros problemas relativos al manejo de los ePubs.
Quizá por nuestra cercanía con el libro —y porque siempre es difícil aceptar que los amigos ya no son los mismos— tendemos a ver la aparición del libro electrónico como un cambio de soporte. A fin de cuentas, el texto ha viajado, con el paso de los siglos, de las tablillas al papiro, al manuscrito, al libro, “siendo el mismo”. Pero olvidamos que cada uno de esos “pequeños” saltos del texto de un soporte a otro ha significado todas las veces una revolución en cuanto a la producción, circulación y comercialización de las obras escritas y, en consecuencia, del conocimiento y del saber. Parece sólo una migración, pero inequívocamente es una metamorfosis.
En la actualidad, alrededor del libro electrónico pasan muchas cosas. Hay una discusión abierta, amplia y compleja, acerca del manejo de los derechos de autor: sobre quién es, en realidad, el propietario del libro una vez que ha sido comprado, puesto que algunos servicios pueden borrar lo adquirido del sistema de los dispositivos de lectura. La venta de ebooks ha mostrado no dar pleno poder al consumidor sobre lo que compra, sino a quien lo distribuye. Hay también una polémica sobre el tipo de impuestos que se deben aplicar o no a estos libros electrónicos, que algunos consideran más bien software. La figura del autor, del editor, del formador, ya comienza a cambiar, poco, porque aún parecen los mismos, pero ya no son iguales. Y hay, por supuesto, un debate sobre qué es el libro electrónico y en qué medida podrá o no transformar una tradición