Después del 31 de mayo. Ignacio Serrano del Pozo

Después del 31 de mayo - Ignacio Serrano del Pozo


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proceso de vida y de amor “hombre”, proceso de vida y de amor “Salvación”, se co-formularán como todo lo que estaba no tematizado o supuesto. Esto es tanto más difícil cuanto que muy evidentemente se parte de que en especial las fórmulas expresamente dogmáticas de la tradición contienen la Revelación.

      En términos kentenijianos, lo anterior significa que la síntesis teológica y filosófica de Agustín y Tomás de Aquino debe ser continuada y completada por la co-formulación de la parte sicológica.

      6.5. Doble verdad.

      Entretanto, ha surgido en nuestra cultura un pensar expresamente sicológico. Éste piensa desde abajo, procesalmente, organizándose a sí mismo, y se experimenta como auténtica alternativa al pensar dogmático y normativo de la tradición. En tanto se mantiene lo dogmático y normativo, y simultáneamente se toma lo sicológico, podemos hablar de una doble verdad, análogamente a lo experimentado en la alta Edad Media entre el conocimiento teológico y filosófico. Piénsese en los deseos representados por el teólogo y psicoanalista Eugene Drewermann y en la extraña impresión de incapacidad que proviene precisamente de las facultades teológicas, que no pueden satisfacerlo.

      Del pensar sicológico podemos también aprender cómo se manifiestan las leyes propias de lo sicológico, es decir, el ámbito que en el pasado permaneció sin verbalizar.

      6.6. Un nuevo pensar.

      6.6.1. Autonomía (valor propio) relativa de lo referido al vivir y amar. El pensar orgánico es uno que se sitúa consciente y expresamente al servicio del amar y vivir, se vincula con ellos, respeta sus fines. Es un pensar que conscientemente corresponde al vivir y amar. Entonces, si pienso orgánicamente, el vivir y amar no solo no es destruido racionalistamente, sino que hasta recibe apoyo del pensamiento. Con otras palabras, pensar orgánico es pensar sicológico. Co-formula el aspecto sicológico del pensar, tanto ratione subjecti como ratione objecti.

      6.6.2. Cuatro características ratione objecti. José Kentenich nombra cuatro características del pensar orgánico ratione objecti:

      La primera característica se refiere a la relación de “causa primera y segunda”, a la relación de cosas con personas terrenas y concretas, que vital y amablemente en su autonomía son abrazadas (vinculación) con lo divino, con Dios.

      La segunda característica aborda la relación de idea y de vida (o amor). Se refiere a la relación de las expresiones de vida y amor, de las necesidades de la vida y del amor, y de las objetivaciones producidas, por un lado, con las ideas y los principios religiosos, filosóficos y éticos abstractos y universalmente válidos, por otro. Vivir y amar no son entonces hundidos en su relativa autonomía por ideas, sino reconocidos. Se les ayuda, así como también las ideas son fecundadas por el vivir y amar.

      La tercera característica se refiere a los procesos y configuraciones de vida (existentes y surgentes). El P. Kentenich es un maestro en la descripción de las leyes que dirigen interiormente tales procesos y configuraciones de vida. Aquí se ve especialmente desafiado el pensar orgánico.

      Una cuarta característica mira a la vinculación de las ideas entre sí. El Padre Fundador buscó desde el principio ver todo lo más posible en relación o en contexto.

      De hecho, estos mismos cuatro aspectos hay que verlos tanto con respecto a la estructura de una configuración de vida como también a su desarrollo (proceso).

      6.6.3. Estructura formal del pensar orgánico (sicológico). El pensar orgánico es un pensar unilateral (orgánicamente unilateral). En la conciencia solo puede haber simultáneamente una cosa, pero lo otro está también allí implícita, virtual, habitual, funcionalmente. Está en una determinada fase de la conciencia, y permanece resonando, solo en su nexo.

      También es un pensar parcial y concreto. Piensa a partir de puntos singulares y en referencia a ellos. Es parcial y, sin embargo, a su manera, universal y global. Es capaz de ver la totalidad en la parte.

      Es un pensar participativo. El aspecto del sujeto que piensa está tenido en cuenta, es importante. Es un pensar subjetivo, en perspectiva, un pensar “para mí”. Es un pensar desde abajo.

      Es un pensar centrado. Acentuadamente alto (afirmativa, no exclusivamente). Piensa circular, cíclicamente, mejor dicho, en forma de espiral. Piensa en siempre nuevos pasos y círculos. Siempre de nuevo se expresa lo antiguo. Pero también se enriquece simultáneamente siempre de nuevo, se amplía. Piensa simbólicamente.

      7. Vivir orgánico.

      El fundador de Schoenstatt dejó desarrollarse la vida conscientemente. Él veía cómo crecían procesos y configuraciones de vida respectivamente en el alma de cada uno y de las comunidades. En esta exposición tocamos el tema de la vida más desde el punto de vista de que un nuevo pensar debe corresponderle. Supuesto esto, habría que destacar que Kentenich, en el trato con la vida, con la organicidad de la vida, con formas de vida, hizo algo que así todavía no se ha descubierto en nuestra cultura, todavía menos en la Iglesia. En ésta casi no existe el proceso “trato con la vida”.

      8. Amar orgánico.

      Cada vez más Kentenich se fue haciendo consciente, consciente de que ama y es amado de un modo globalmente afectivo (no solo volitivamente). Esto es especialmente notorio desde la época de Dachau, en la que se expresa también públicamente la relación de amor que había surgido por todas partes, y él toma sobre sí el peligro de muerte para articularla.

      En la Visitación de parte de las autoridades eclesiásticas, particularmente en la segunda, juega un papel central esta consciencia. En Milwaukee hará todo lo que todavía le permitan las leyes establecidas para corresponder a la relación de amor que había crecido. Si José Kentenich debe ser canonizado por su misión y no un antiguo catálogo de virtudes, como siempre de nuevo lo destaca Mons. Wissing, entonces se lo podrá ver precisamente en el lugar de las vinculaciones de amor crecidas y de la fidelidad a ésta, su misión. Lo que Dios unió en un proceso de amor que ha llegado a madurar no puede ser separado por los hombres (como lo intentó expresamente la visitación Papal hasta un expreso pronunciamiento liberando de los vínculos de amor, decreto de supresión de deberes).

      El amor humano puede y debe permanecer cuando el hombre se consagra a Dios. Es provechoso para la relación con Dios. Si bien esto es algo que supone pensar orgánico, no hay que dejar de ver que es una organicidad que afirma y confirma la autonomía del amor humano, es decir, no la trasciende precipitadamente. Y esto también en el ámbito de la vida virginal. Esto es totalmente nuevo. Al respecto, en el pasado se veía en primera línea el peligro. Tromp y todos los representantes de la Iglesia no podían verlo en aquel entonces de otra manera. Esto es también una cierta dificultad para el trato con el 31 de mayo. Lo sienten las Hermanas de María mucho más que otros. Los casos concretos de los que se trata se asientan en una relación de amor desarrollada, en la conducta de amor de hermanas de una congregación frente a un presbítero (Principio Paterno como principio de vida y de amor con las correspondientes costumbres). ¿Cómo se puede aclarar algo así? ¿cómo puede ser públicamente dicho? Pero debemos pasar por eso de alguna manera (por otra parte, aquí el Padre Kentenich habla de que las relaciones vitales de los sexos entre sí, también en el caso del presbítero, de todos modos están cambiando; dicho para entonces).

      9. Cambio en la configuración de la cultura.

      9.1. Pensar orgánico antiguo y nuevo.

      Kentenich obtiene sus conocimientos de dos fuentes. Por un lado, positivamente a partir del comportamiento humano (particularmente de las Hermanas de María). Por otro, más negativamente, de las dificultades ante todo de las élites intelectuales. Eso significa que muchas veces tiene formulaciones negativas. Ve desmoronarse algo. Pero en lo que se desmorona ve las leyes positivas fundamentales, que no eran conscientes en el pasado. Se trata a la vez de ambas cosas: lucha contra el mecanicismo y reconstrucción de lo antiguo. Así, el pensar orgánico puede ser una fórmula conservadora. Es importante que el pensar orgánico no se transforme en pensar organicista. El hombre de la cultura antigua no tenía la posibilidad de pensar no orgánicamente porque no tenía conciencia de su organicidad. Lo que distingue un pensar orgánico antiguo de uno nuevo es el pensar en libertad y comprendiendo


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