Después del 31 de mayo. Ignacio Serrano del Pozo

Después del 31 de mayo - Ignacio Serrano del Pozo


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santuario filial, el santuario de Bellavista en Santiago de Chile. En el juego de fuerzas al interior de nuestra Familia internacional marca ese día un importante cambio: si hasta ese entonces la corriente de gracias fluía desde el santuario original hacia los santuarios filiales en todo el mundo, desde ahora debía darse una “corriente de retorno” que fluyera hacia el origen. La “circulación sanguínea” no tiene entonces una única dirección, sino que relaciona a cada santuario filial -en la originalidad propia de la Familia de Schönstatt del lugar- con el santuario original y con los otros santuarios filiales. Ése es el íntimo entramado de la gracia, hecho de intercambio vivo, de recíproca complementación y de mutuo enriquecimiento. Nuestro Padre, en su condición de estratega, señaló ya en aquel entonces que por ese motivo la conducción de la Familia se tornaría más difícil y más llena de tensiones, pero también más fecunda y creativa. Esto constituye un gran desafío para la unidad interior y la cohesión de la Familia. Exige la aceptación de la forma de ser diferente y original de las distintas comunidades y de las Familias nacionales, así como la recíproca apertura para un enriquecimiento en el espíritu y en la gracia. Solo de esta manera puede darse una sana inculturación con resguardo de todo lo común en la misma alianza de amor.

      Otro fruto del proceso de vida del 31 de mayo lo constituye una serie de expresiones simbólicas surgidas en la historia de Schönstatt. La cruz de la unidad se ha tornado para muchos un símbolo elocuente de la bi-unidad entre Cristo y María y, por lo mismo, de un anhelo central del pensar, vivir y amar orgánicos. Su camino hacia el santuario original en el año 1997 fue acompañado con alegría por toda la Familia internacional. La alianza de amor con el Espíritu Santo en el cenáculo para un nuevo pentecostés es igualmente un símbolo para muchas comunidades. El riesgo del 31 de mayo y la ulterior separación trajeron como fruto una profunda vinculación y la “comunidad de camino” con el Fundador. Encontró y encuentra su expresión en una consciente alianza de amor con el padre y profeta de la Iglesia de las nuevas playas. A la luz del 31 de mayo muchas comunidades han aprendido a mirar con nuevos ojos el “jardín de María”.

      El anhelo del 31 de mayo, llevar Schönstatt a la Iglesia, ha despertado numerosas iniciativas. Como el camino más fecundo y rico en bendiciones se ha manifestado la pastoral de la “Virgen peregrina”, iniciado por don Joâo Pozzobon. El santuario del hogar es descubierto más y más en sus posibilidades para un múltiple apostolado. En diversas iniciativas procuran sacerdotes y laicos una renovada comprensión del encargo del 31 de mayo y su concreción en la pastoral. El próximo jubileo fortalecerá las iniciativas existentes y seguramente traerá nuevos frutos.

      Nuestra participación en la misión del 31 de mayo

      Como Consejo internacional confesamos nuestra fe en el Padre Fundador y lo seguimos en el riesgo que él asumió con el 31 de mayo de 1949. Convencidos de su carisma profético, en el cual vemos un decisivo aporte para la evangelización del próximo milenio, nos dirigimos a la Familia de Schönstatt en todo el mundo y a cada schönstattiano en particular con la apremiante invitación de nuestro Padre: “¿vienes conmigo?”

      Nosotros queremos ir con él, asumir con responsabilidad y portar a la Iglesia como un don el proceso de vida de la alianza de amor en su pleno desarrollo, tal como se dio en Schönstatt bajo el influjo de la mano conductora y educadora del Fundador. En la alianza de amor experimentamos la irrupción de la gracia y nos comprometemos a través de las contribuciones al capital de gracias. Podemos tener la certeza de que allí donde esa alianza de amor es realmente vivida surgen células vivas de la Iglesia de las nuevas playas.

      Nosotros queremos ir con él, hacer nuestra su visión profética y llevarla a todos los ámbitos posibles en la Iglesia y en el mundo del próximo milenio. Se trata, en especial, de los anhelos por los que el Padre asumió el riesgo del 31 de mayo. Para esto se precisa del cultivo consciente de las más elementales condiciones necesarias para el crecimiento de los vínculos naturales y sobrenaturales en nuestras familias y en las comunidades familiares. Se precisa asimismo una profundizada reflexión sobre los principios de su pedagogía y su espiritualidad, así como nuestro compromiso apostólico para que la Iglesia sea alma de la cultura adveniente.

      Nosotros queremos ir con él, asemejarnos e incorporarnos a su actuar del 31 de mayo. Su persona y su fundación queremos ofrecerlos a la Iglesia como un modelo vivido. En la convicción de que nuestro Padre y Fundador con su carisma profético es un regalo del Espíritu Santo a la Iglesia del tercer milenio nos comprometemos con su causa de canonización. Nos anima la esperanza de que con ella la Iglesia experimentará más y más la fecundidad de su carisma.

      En la preparación y celebración del jubileo del 31 de mayo de 1949 esperamos e imploramos como Familia internacional de Schönstatt poder tener parte en la conciencia de misión de nuestro Padre. Y también en su esperanza de cara al futuro, tal como la expresó en su último mensaje a su Familia: “Con María, alegres en la esperanza y seguros de la victoria, hacia los tiempos más nuevos”.

      La profecía del pensar orgánico y el mecanicismo:

      ¿un mensaje difícil e intrasmisible? 6

      P. Paul Vautier (+)

      Instituto Secular de los Padres de Schönstatt

      En la preparación del jubileo del 31 de mayo de 1949 tenemos la tarea de entender mejor el mensaje de este día y de trasmitirlo no solo a la Familia de Schoenstatt, sino también a la Iglesia, hacia afuera.

      Las experiencias con este tópico no fueron muy buenas en general. Y el P. Kentenich no llegó a hacerse comprender en Roma. El Visitador tachó la lucha contra el pensar mecanicista de idea fija y tonta de un viejo (“eine Marotte”). Las explicaciones que se dan en los libros sobre el pensar orgánico y el mecanicismo son muy complicadas o generales, simplistas y carecen de perfil. Y en la Familia de Schoenstatt tenemos la experiencia de que lo “orgánico” y lo “mecánico” se han convertido muy a menudo en puras palabras o “palos” para liquidar una opinión.

      Esto hace pensar, o tendría que hacerlo. ¿Por qué después de tantos años y con tanta gente inteligente no se llega a una mayor claridad?

      Mi intuición contiene dos puntos: probablemente hay dificultades en los conceptos que no son fáciles de superar e impiden una explicación simple. Y tal vez muchos de los caminos que se han usado para la explicación no son muy aptos.

      Por esto quiero presentar dos grupos de reflexiones; primeramente, las dificultades en el análisis del pensar orgánico o mecanicista y su explicación, y segundo, formular positivamente con otras palabras algunas intuiciones fundamentales del Padre Kentenich al respecto como yo personalmente las interpreto.

      Dificultades y complicaciones con “el pensar orgánico” y el “pensar mecanicista”

      1. En búsqueda de la categoría adecuada.

      Este “pensar orgánico” o “mecanicista”, ¿es verdaderamente un pensar? Muchos se rompieron la cabeza para interpretar y trasmitirlo en conceptos de pensamiento, con características generales como “natural, universal, simbólico, perspectivista” (repitiendo frases del Fundador), o con rótulos generales como el sowohl als auch (lo uno y lo otro), partiendo de teorías sobre organismo o concepciones sobre la máquina. El resultado no es muy alentador: la mayoría de estos puntos de arranque son muy vagos y generales y no dan perfil, menos el de un mensaje profético.

      Si vamos más cerca a los textos del P. Kentenich vemos, que ya en el comienzo, habla de “pensar y vivir orgánicamente” y que los temas son muy ligados a los de psicología. También habla de pensamientos, pero no parece lo central. Se trata de una mentalidad. Cuando intenta explicar la cosa al Visitador, sale con un diálogo de análisis psicológico de otra persona. Y, lo que nos conduce más a la profundidad de la cuestión, en sus textos autobiográficos explica la problemática mecanicista con su crisis juvenil que tenía los rasgos de una neurosis con síntomas obsesivos. Para complicar las cosas, se describe en muchos puntos como tipo de estructura excepcional.

      Pero no se queda en el marco individual. Hace el diagnóstico de una enfermedad de pueblos, de toda una cultura. Paralelamente, la contraposición no consiste en aprender


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