Después del 31 de mayo. Ignacio Serrano del Pozo

Después del 31 de mayo - Ignacio Serrano del Pozo


Скачать книгу
la “sustancia” no se produzca de forma restaurativa y autoritativa.

      En 1949 José Kentenich ve que podría producirse y se produciría una rotura de los diques. En el último minuto quiere salvar lo que se pueda; por eso la urgencia de su paso. Pero preguntémonos una vez más por qué no comprometió al Movimiento con su considerable potencial, sino que más bien lo condujo a una enorme parálisis. Es que se trata de otra cosa, del surgimiento del Tercer Hito.

      6. “Pensar” orgánico y mecanicista.

      Ciertamente se trata del vivir, amar y pensar en su totalidad. Pero es interesante que Kentenich destaca el pensar como punto de vista formal: pensar orgánico al servicio del vivir y amar orgánicos, o pensar mecanicista, que frente al vivir y amar se comporta de un modo agresivo y disolvente. Lo último no fue siempre así, tampoco lo era (es) en todas partes, pero mucho va en esta dirección, también en la Iglesia. Por eso me vuelvo hacia el proceso “pensar”.

      6.1. ¿Qué pasa cuando pienso?

      El P. Kentenich observa, ante todo en lo mariano, que a partir del pensar (teológico) las expresiones de vida y de amor se cubren como de escarcha y se tornan inseguras, que caen bajo la presión de la necesidad de justificación y no se pueden fundamentar más lo suficiente, que son racionalistamente destruidas, disueltas, no más posibles.

      Pero algo semejante ocurre del modo más general en una cultura que otorga un lugar tan importante a la formación en el pensar, que posibilita formación intelectual superior a sectores de la población siempre crecientes.

      ¿Qué pasa cuando pienso, tanto más cuando pienso científica, metódica y formalmente? Si, p.ej., cuando como sicólogo no dejo más desarrollarse espontáneamente las leyes de la vida, sino que reflexiono todo con la máxima conciencia, o también cuando como alguien teológicamente sensibilizado o instruido reflexiono sobre procesos religiosos de vivir y amar. Entonces desarmo la vida y el amor. Si no deseo eso, entonces no puedo pensar. Quien no piensa tampoco lo hace mecanicistamente; ésa es la opción evidente del “pueblo sencillo” o de los sectores en el hombre que permanecieron sencillos, simples, ingenuos. Entonces pienso ambiguamente. En el campo de la vida y del amor, también en el de la vida y el amor religiosos, no pienso, soy ingenuo y piadoso. Eso no excluye que justamente al lado de eso sea un gran científico, en todo caso un hombre que piensa de un modo ilustrado. Eso es una posibilidad.

      Otra solución, parecida, es el supranaturalismo. Es una gran ayuda en una época en que las cosas no concuerdan. Así se puede dejar de lado la conexión entre religión, vida y amor, es decir, reducirla éticamente.

      La solución y el objetivo del Padre Kentenich es pensar coherente y conscientemente la vida y el amor. Eso significa un pensar vital y de acuerdo con la vida, un pensar amante, un pensar que respete al organismo, un pensar sicológico. Kentenich desarrolló y practicó tal pensar.

      6.2. La nueva situación.

      La vida sigue sus propias leyes, lo mismo el amor. Estas leyes no provienen del pensar, pero a diferencia de la cultura antigua, hoy la vida y el amor no se desarrollan simplemente en un organismo, dado que acoge todo en su lugar. Hombres y comunidades deben desplegar su vida y su amor en medio de la multiplicidad que los cuestiona y los irrita. Eso significa un permanente cuestionamiento (pensar). Un vivir y amar que merezcan ese nombre se producen también hoy espontáneamente como siempre, pero ahora necesitan del acompañamiento reflexivo propio y ajeno. Eso presupone comprensión de las respectivas leyes y un respectivo pensar de acuerdo con la vida y el amor.

      Además, hay que ver que la conciencia de los procesos de vivir y amar es característica de nuestra cultura actual. Lo que antes actuaba irreflexiva, no verbal, no temática, funcionalmente, hoy es consciente. Lo que estaba pre-dado de un modo seguro, “evidente”, por un correspondiente organismo, hoy está hecho consciente (desasegurado).

      Entonces, finalmente se trata de esto: en una cultura que es insegura (por dos razones últimas, carencia de un organismo como trasfondo “evidente” y conciencia del vivir) frente al vivir y amar, su forma y sus procesos, hay que ayudar conscientemente los procesos de vivir y amar, tanto como las configuraciones de vida y amor, a través de un pensar correspondiente.

      6.3. Pensar, amar y vivir en la tradición.

      Resulta válido extraer de la tradición los elementos que produjeron los correspondientes efectos vinculantes, es decir, que impidieron la separación. Es válido cultivarlos, acentuarlos, captarlos más profunda y “radicalmente”.

      * Como ejemplo para eso menciono el principio de la mediatización de Dios, de la analogia entis, de la vinculación de naturaleza y Gracia, la concepción y la práctica de la autoridad y obediencia. Precisamente esto último fue elaborado detalladamente en las doctrinas espirituales del pasado. En la Epistola perlonga, Kentenich toma justamente eso y ve una señal de la tradición eclesiástica vinculante a la rectitud de su doctrina del organismo.

      * Pero esto es muy poco. Ciertamente estos principios actuaron, pero lo hicieron porque lo “vital”, no verbal, funcional, no temáticamente, los aspectos tocados, eran de todos modos claros, “evidentes”; ni siquiera habían alcanzado el estado en que podrían haber surgido cuestionamientos. Tiene que ver con los efectos de un horizonte comprensivo evidente (selbstverständlichen Verstehenshorizontes).

      En la medida en que esta “ingenua” “evidencia” (“naive” “Selbstverständlichkeit”) no existe más surgen preguntas. Éstas actúan como escarcha y simultáneamente a menudo liberando (p.ej., muchos experimentan la eliminación de la devoción mariana, en la que habían crecido como evidente, como algo expresamente liberador y expansivo). Quien una vez tiene una tal cuestión, no es más el mismo que antes. En todo caso, es así en muchos ámbitos que, desde el punto de vista cultural y de la época, están actualmente en la “agenda”. Ahora sería válido formular lo no formulado, pero para eso hace falta una forma de pensar conscientemente estructurada. Los que actúan en favor del vivir y amar existente reaccionan la mayor parte de las veces de un modo primeramente defensivo. La tarea es muy nueva, ante todo cuando se trata de grandes cesuras en la cultura. El P. Kentenich se colocó ante esta tarea.

      Además, finalmente, las doctrinas en la tradición son formuladas de tal manera que tienen que actuar mecanicistamente en un primer momento, cuando el fundamento “evidente” se ha desplazado o no existe más, ya que en lo doctrinal y conceptual se trata siempre de distinciones, de delimitaciones (definiciones). Así es en la expresión “El hombre no es dios. Dios no es el hombre”, en la distinción de espíritu, alma y cuerpo, o entre naturaleza y sobrenaturaleza. Distinguir es tarea de la Filosofía y la Teología. La distinción se realiza abstrayendo (apartándose de la vida) y sin referencia particular al “vivir” y “amar”. Surge un “estrato superior”.

      Pero la Teología y la Filosofía pueden proceder así sin daños, porque de todos modos la vida y el amor son tocados por las expresiones abstractas. Los conceptos son así de hecho no conceptos en sí; no son una superestructura de ideas, aunque así se formula y parezca, por lo menos para nosotros hoy. Se genera algo similar a cuando se toca un instrumento de cuerdas, que producen un acorde (una comparación muy usada por el Padre Fundador). Por eso no se necesita, p.ej. en lo mariano, mucha afirmación de lo dogmático, de los principios dogmáticos. Así, quien dice “la Madre de Jesús”, dice también “mi” Madre, aunque conceptualmente visto eso no esté dicho con “la Madre de Jesús”. Pero lo aludido no lo nota. El término “Madre” le corresponde simplemente, indiferente de lo que se delimite de manera conceptual. Por eso tampoco hace falta una fundamentación dogmática, es decir, razones dogmáticas relativamente débiles alcanzan para un caso así. Naturalmente que esto no solo vale en el terreno de lo religioso.

      6.4. La nueva tarea.

      Lo dicho solo se aplica mientras sobre ese punto no se piense especialmente o se produzca un vacío. Si esto pasa, es un signo de que el horizonte comprensivo no verbal no es más el antiguo. Cuando esto se produce, Teología, Filosofía y toda ciencia no pueden realizar más sus distinciones, en sí correctas, como si no fueran comprendidas evidentemente como separación.

      En esa línea, una nueva Teología


Скачать книгу