El estallido del tiempo. Marta Panaia
relevamientos oficiales.
La proporción de cada una de estas categorías y los matices de la distribución de esas horas de trabajo en la jornada laboral es difícil de establecer porque las formas de medición no captan muchas de esas diferencias; han variado en distintas etapas y los datos no son siempre comparables, pero si se puede afirmar que los promedios de disminución de las horas de trabajo, en nuestro país, tiene más que ver con el aumento del trabajo a tiempo parcial y a la subocupación horaria que a una mejor y más equitativa distribución de la jornada de trabajo. Lo mismo que si se realiza un análisis sectorial, hay ramas como la construcción, el comercio y los servicios personales que presentan habitualmente una jornada superior a la ordinaria. Todo esto hay que pensarlo dentro de los marcos de la normativa vigente y de acuerdo a las políticas de empleo que se instrumentan en cada período.
En ese sentido, en la Ley de Contrato de Trabajo (arts. 197 y 103) se entiende por jornada de trabajo todo el tiempo durante el cual el trabajador está a disposición del empleador y en el que no puede disponer de su actividad en beneficio propio, debiendo el empleador al trabajador la remuneración, aunque este no preste servicios, por la sola circunstancia de haber puesto su fuerza de trabajo a disposición de aquel.
En el contexto de la flexibilización laboral el “tiempo de trabajo” se define como la duración y distribución del tiempo que el trabajador dependiente debe contractualmente a su empleador y durante el cual viene obligado a cumplir con las tareas pactadas (Caro Figueroa, 1993: 197). Este tiempo de trabajo luego debe analizarse si se cumple en forma diurna o nocturna; si son tareas penosas o riesgosas; las condiciones de trabajo, los descansos diarios, semanales o anuales.
Otra clasificación posible es si la jornada es libre, si es limitada pero uniforme (horario fijo, con cantidad limitada de horas extras), si es limitada pero flexible (las horas de trabajo no son ni iguales ni uniformes). En la práctica, estas variaciones tienen muchas modalidades según las ramas y según convenios específicos por empresas y por actividad y que con el avance de la heterogeneidad estructural de la trama productiva argentina presentan muchas características poco estudiadas.
De hecho, la fuerte presión hacia la flexibilidad del mercado de trabajo impulsa más la intensificación del uso de la mano de obra, con largas jornadas de trabajo y trabajadores fuera de convenio por algunas diferencias salariales, que la tendencia que muestran los países industriales avanzados hacia la reducción de la jornada de trabajo.
Por otra parte, los Convenios Colectivos en nuestro país resultan bastante pobres en este tema (Aldao Zapiola, 2004), tanto en incorporación de resultados de estudios para la rama, como de condiciones de trabajo que ofrecen las empresas.
La OIT, por ejemplo, incorpora variantes del “horario flexible de trabajo” que en nuestro país no han sido objeto de estudios particularizados, ni del análisis de sus consecuencias1.
Es por ello que en muchas oportunidades ante la falta de mediciones comunes se recurre, como forma preliminar a la descripción, como diría Dubar (2004), de la producción de temporalidades, que significa describir, comprender, interpretar, teorizar los diversos mecanismos y procesos por los cuales las estructuras temporales se construyen históricamente, incluyendo dentro de estos procesos los tiempos de trabajo, de la producción, los ciclos de vida, las temporalidades religiosas y simbólicas, los tiempos de la vida cotidiana, etc.
Dubar también incluye las figuras de la temporalidad que hacen un esfuerzo de reflexión permitiendo comprender cómo los distintos puntos de vista disciplinarios, llegan a mostrar la cuestión del tiempo y por último, los usos de la temporalidad, o regímenes temporales que permiten comprender las diversas distinciones, oposiciones, recortes que establecen las instituciones, agentes, actores, autores entre los “tiempos controlados” y los “tiempos libres”, los “tiempos vacíos” y los “tiempos plenos”; los “tiempos para los otros” y “los tiempos para sí”, los “tiempos institucionales” y los “tiempos de urgencia”, etc. para dar cuenta de la relación humana con el tiempo a partir de la coyuntura del presente con el trabajo.
Estas formas de análisis preliminares ayudan a comprender un territorio de conocimiento todavía sin analizar y a establecer áreas de trabajo cognitivo, que en los países periféricos y en contextos económicos recesivos o conflictivos resultan claves para encarar esta temática.
La preocupación en este trabajo se centra en los tiempos de formación-empleo, en las disrupciones de inserción y de continuidad de las trayectorias que se generan en los trabajadores y profesionales y en las trayectorias de formación-empleo de los trabajadores y los profesionales en distintos ámbitos institucionales.
La propuesta de Lallement (2000) para estudiar el tiempo de trabajo, incluye cuatro factores, el primero es la duración legal en cada país, el segundo el contexto económico ya que la cantidad de horas afectadas varía en períodos de crecimiento o de recesión. El tercer factor considera el triple efecto de la reducción del tiempo de trabajo de los empleos de tiempo completo; la reducción de los tiempos de trabajo de los empleos de tiempo parcial y el efecto de estructura ligado al desarrollo de estos últimos. Por último, el cuarto factor es el desarrollo del trabajo en equipo que, a partir de los años 80, corresponde a la preocupación por optimizar la utilización de los instrumentos de producción industrial y desplegar nuevos márgenes de mano de obra en términos de ajuste coyuntural cuando las normas de los horarios colectivos son percibidas por las empresas como una verdadera restricción externa.
Faltaría agregar aquí los nuevos formatos de tiempo de trabajo que incorpora la economía digital y la economía compartida o “gig economy” (European Union, 2017).
Esto también implica cambios en la duración del tiempo de trabajo en las distintas etapas de la vida activa o ciclos de vida, por otra parte, las estructuras sectoriales tienen una fuerte influencia en el horario de trabajo de cada uno.
La formación y la continuidad entre los tiempos de la formación y los tiempos de la empresa o del trabajo independiente mantiene una suerte de discontinuidad entre los tiempos de la carrera y las oportunidades ofertadas en el mercado de trabajo, también la incorporación del uso del tiempo en las dobles jornadas de estudio y trabajo, es muy frecuente hoy entre los estudiantes que trabajan para solventar sus estudios (Panaia, Parte I caps. 2 y 3).
Se observa que no hay una convergencia entre los tiempos sociales, los tiempos de trabajo y los tiempos de formación produciendo y profundizando zonas de fragmentación social y contradicciones en la relación salarial.
Volviendo a Prigogine (1990) cada ser complejo está constituido por una pluralidad de tiempos, conectados los unos con los otros, según articulaciones sutiles y múltiples. La historia sea la de un ser vivo o la de una sociedad, no podría jamás reducirse a un tiempo único y monótono. La multiplicidad de los tiempos no es una revelación repentina, pero no puede seguir siendo negada en su condición de objeto complejo.
Este es uno de los planteos que tratan de captar los estudios sobre la tasa de abandono de los trabajos a tiempo parcial por los de tiempo pleno y la proporción en que son ocupados por hombres y mujeres, en sus distintos ciclos de vida. El desarrollo del empleo a tiempo parcial se produce por dos factores principales. El primero es de orden estratégico, ya que el tiempo parcial es un medio eficaz de escape a las presiones sindicales en favor de una reducción colectiva del tipo hebdomadario del trabajo. Y; también hay un factor de tipo cultural, que tiene que ver con la valorización de la célula familiar, el déficit de los sistemas de guarda colectiva compensada por redes familiares, etc.
En algunas profesiones, esas atribuciones corresponden también al trabajo nocturno o al trabajo por turnos, que pesan de manera desigual en hombres y mujeres y en sus distintos momentos vitales (por ejemplo, las enfermeras, los médicos, las cuidadoras de niños o de ancianos, etc.).
Esto lo plantean otros autores (Barrère-Maurisson, M.A.; Rivier, S. y Marchand, O., 2001) que agregan la cuantificación de los tiempos parentales, la categorización de los tipos de familia según los usos del tiempo y las tareas domésticas.
También resulta muy importante el análisis