Facundo Quiroga. Ramón Torres Molina

Facundo Quiroga - Ramón Torres Molina


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Ortiz de Ocampo registraba la desconfianza de Quiroga con relación a la presencia del batallón en la provincia de La Rioja, proponiendo distintas medidas de prevención:

      Durante julio y agosto siguió sin definirse la situación del batallón sanjuanino. En los últimos días de agosto ingresó en La Rioja y se enfrentó con las fuerzas del gobernador Ortiz de Ocampo quien fue derrotado en la Posta de los Colorados, firmando posteriormente una capitulación que no alcanzó a definir la situación. Quedaron así justificadas las advertencias de Quiroga. No hay constancias documentales sobre la posible participación de Quiroga en el combate de la Posta de los Colorados, aunque así lo sostienen algunos autores que siguen lo que escribió en 1900 Marcelino Reyes citando a Sarmiento. Las diferencias ya manifestadas entre los hermanos Ortiz de Ocampo y Quiroga indicarían que no lo hizo. Decía Reyes:

      Un Manifiesto del gobernador Nicolás Dávila, que sucedió a Ortiz de Ocampo relata así los hechos:

      …Una división respetable al mando del Comandante Don Francisco Solano del Corro, se dirige desde San Juan, a engrosar el Ejército de observación. Su tránsito es indispensable por el territorio riojano. Ocampo entra en el imprudente empeño de atajarle el paso, pone en movimiento su milicia y le arrostra una fuerza de ochocientos hombres. Es visto que este grupo era ineficaz para el intento; en vano Corro protesta al mismo Gobierno sus buenas intenciones. Este no le cree o afecta no creerle y determina encontrarle en la Posta de Colorados. La fuga de toda la milicia sucedió inmediatamente a la primera descarga que hizo una partida de la caballería de Corro. A la prudencia de este Comandante se debe que el campo no haya quedado sembrado de cadáveres, sin embargo que algunas víctimas se sacrificaron.

      Años después Baltasar Agüero, quien había sido gobernador de la Provincia, resumía así esta etapa histórica:

      Era fresca la sangre de estas víctimas, cuando se sufrió el tercero, al pasar el Regimiento N° 1 de los Andes por La Rioja al Perú comandado por el Coronel Corro. El Sr. Ocampo le negó el tránsito, saliéndole al encuentro con 800 hombres en los Colorados 25 leguas distante de la ciudad el 20 de agosto del mismo año 820. El Sr. Corro lo cargó, dispersó, y entró triunfante en el pueblo, que, estando yermo por orden del gobierno, y sus moradores emigrados a diversos puntos, fue saqueado, a salvo por 20 días, más o menos, de lo que resultó una extorsión tan grave a los intereses que no fue fácil calcular. A este tiempo a virtud que el Sr. Corro y su Comandante D. Francisco Aldao, se habían ocupado de opiniones contrarias, el primero siguió su ruta al Perú, y el segundo contramarchó a hostilizar a las Provincias de Cuyo y de paso se estacionó dos meses en Los Llanos, Departamento del Comandante Quiroga, quién, con 50 hombres de éstos y algunos milicianos se presentó en la ciudad, depuso al Gob. Ocampo, y fue colocado en su lugar el Coronel D. Nicolás Dávila. En seguida el expresado Comandante Quiroga llegó a Los Llanos, desarmó al Comandante Aldao, dio baja a la mayor parte de su tropa, y la restante quedó acampada en la Ciénaga por orden del Gobierno. No tardaron estas fuerzas en sublevarse contra su comandante Araya y fueron sofocadas por el comandante D. Tomás Brizuela. Entonces el general la rebajó toda como perjudicial a la provincia, y en su poder quedaron estas armas, las mismas que sirvieron en la campaña contra el caudillo Carreras.124

      Estos hechos tuvieron vasta repercusión en las provincias de Cuyo y del Noroeste. Los gobernadores reconocieron la importancia de las acciones de Quiroga125 y Güemes escribió a Quiroga la siguiente carta:

      Estimado paisano y amigo:

      Con noticia de que la división Aldao ha sido desarmada y desecha por los bravos riojanos, escribo con esta fecha a ese Señor Gobernador, suplicándole me facilite las armas que se han tomado y alguna tropa, para engrosar mi ejército y abrir la campaña del Perú que tanto exigen las circunstancias. Con este motivo


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