Facundo Quiroga. Ramón Torres Molina
Valentín Alsina, a pedido de Sarmiento, hizo observaciones a los datos históricos del Facundo. Se trata de cincuenta y una notas que terminó de escribir el 29 de octubre de 1850 donde detalla los errores de Sarmiento, especialmente los referidos a Buenos Aires y Córdoba, sobre los que tenía un exhaustivo conocimiento ya que era porteño y había estudiado en Córdoba, pero hacía pocas referencias a Quiroga –en diez de las notas– cuya acción principal se había desarrollado en las provincias del interior. Algunas de esas notas se referían a las actividades de Quiroga en Buenos Aires. Señalaba en una de ellas, la número 48, las diferencias que Quiroga mantenía con Rosas, diferencias que están corroboradas por otra documentación. Sostenía que Rosas había sido el asesino de Quiroga (nota 49). Alsina le daba al texto de Sarmiento el carácter de obra histórica y, por lo tanto, consideraba que las observaciones que indicaban debían ser incorporadas como rectificaciones:
Usted no se propone escribir un romance, ni una epopeya, sino una verdadera historia social, política y hasta militar a veces, de un período interesantísimo de la época contemporánea.33
Y decía que quedaban correcciones por hacer:
He omitido –y lo mismo haré en lo que me falta, varias pequeñeces, pues sería nunca acabar–. Espero se dignará Ud. disculpar, ahora y después, ya mi prolijidad –indispensable para rectificar ideas–, ya la rigidez con que no he querido dejar pasar errores –al menos los reputo tales– acerca de los hechos como acerca de los juicios. Ya dije que creía que Ud. no quería escribir un romance, sino una historia; y para escribir históricamente, para reformar su libro como Ud. piensa hacerlo, es inevitable todo aquello.34
En realidad, si Sarmiento hubiese corregido la obra tomando en cuenta las observaciones de Alsina, tendría que haber escrito de nuevo el Facundo. Sarmiento elaboró, en definitiva, un romance o una epopeya como decía Alsina, o una novela fundadora de la literatura argentina. Pero no un libro de historia.
Alberdi también consideró al Facundo como una obra histórica, En Facundo y su biógrafo, que escribió con motivo de la publicación de la cuarta edición del Facundo y que se publicó en sus Escritos Póstumos, Alberdi centró su crítica en la interpretación de la historia basada en el antagonismo entre la civilización y la barbarie señalando las contradicciones de la obra y, fundamentalmente, en la localización de la barbarie en la campaña. Alberdi sostenía lo contrario:
Lo curioso es que, según él, representa la barbarie el que cabalmente representa la civilización, que es la riqueza producida por las campañas; y ve la civilización en las ciudades, en que por siglos estuvieron prohibidas y excluidas las artes, la industria, las ciencias, las luces, y los derechos más elementales del hombre libre.35
Y sobre el carácter histórico del Facundo escribía Alberdi:
Es el primer libro de historia que no tiene ni fecha ni data para los acontecimientos que refiere.36
Ya en 1921, en la edición del Facundo publicada por Librería La Facultad, Ricardo Rojas, en el prólogo, cuando aún era escasa la bibliografía histórica que se había publicado sobre Quiroga, advertía que debía dejarse de lado el carácter histórico de la obra:
…Lo que estuvo en el plano de la “historia” ha pasado ya, gracias al genio de su autor, el plano más excelso de la “epopeya”.
Sarmiento no escribió la biografía de Facundo sino creó su leyenda. Compuso un poema épico de la montonera; y si desde 1845 sirvió este libro como verdad pragmática contra Rosas, y desde 1853 como verdad pragmática contra el desierto, después de 1860 debemos tender a utilizarlo solamente como verdad pragmática en favor de nuestra cultura intelectual, por la emoción profunda de la tierra nativa, de tradición popular, de lengua hispanoamericana y de ideal argentino que ese libro traduce en síntesis admirable…37
Pero esa advertencia de Ricardo Rojas estaba referida a los datos que Sarmiento había incorporado a su obra sin pretensiones científicas en la reconstrucción histórica, pero no a su concepción de la historia, la contraposición entre la civilización y la barbarie, que se mantenía vigente.
Para explicar la barbarie del pueblo riojano Sarmiento recurrió, entre otras cosas, a un interrogatorio falsificado a Pedro Ignacio de Castro Barros, a quien llama Manuel Ignacio que contradice la propia obra educativa del sacerdote, desconociendo los años que lo mantuvieron alejado de la provincia de La Rioja.38
Considerando las afirmaciones de Sarmiento sobre su análisis de los datos históricos Celina Lacay hace las siguientes observaciones:
a) Desde el momento en que escribió Facundo, Sarmiento fue consciente de los errores de su trabajo.
b) El origen que le atribuyó a esos errores provendría de: la rapidez con la que escribió; la falta de documentación ya que trabajó en el exilio.
c) En un tiempo que no precisó, manifestó su intención de utilizar las observaciones que le hiciera Alsina para hacer un trabajo “más meditado” que el Facundo.
d) Sarmiento nunca aclaró cuáles son los errores que cometió; de la lectura de la carta a Alsina, se deduce que aceptó las observaciones que éste le hiciera; lo cierto es que corrigió apenas el Facundo en lo que hace a ciertos datos como, por ejemplo, el número de las estancias de Buenos Aires o suprimió algunas partes con fines de política coyuntural.39
Veintitrés años después de la aparición del Facundo, Sarmiento publicó El Chacho40, obra a la que consideraba un complemento del Facundo, escrita también con una finalidad política. Pero esos objetivos eran distintos. En el Facundo, además de sistematizar su concepción de la historia exponiendo el antagonismo entre la civilización y la barbarie, su finalidad era combatir a Rosas. La escritura, para Sarmiento, era un arma de combate; buscaba la caída de Rosas. En El Chacho, en cambio, explicaba cómo la teoría fue llevada a la práctica. Sarmiento había sido nombrado director de la Guerra contra El Chacho, el general Ángel Vicente Peñaloza y consideraba, erróneamente, que con su ejecución había aniquilado a las montoneras de Los Llanos. Lo simbolizaba con la muerte del Chacho, su asesinato, a quien llamaba el último caudillo. Con esta obra trataba de justificar la muerte del Chacho, reclamando, para sí, el mérito del triunfo de la civilización sobre la barbarie. Era el ideólogo y ejecutor de la derrota de las montoneras, es decir de la barbarie. Preparaba, con sus explicaciones, su candidatura presidencial.
Alberdi descalificó el carácter histórico de la obra:
El Chacho podría titularse con igual motivo “el Sarmiento”, como un libro que se ocupa de Sarmiento más que del Chacho. No es un libro con visos de historia como los otros. Es un alegato de bien probado, la relación de un pleito; un proceso en el que Sarmiento no puede ser historiador y juez, porque es parte beligerante.41
Precisamente por eso, porque Sarmiento fue un protagonista principal de los hechos que llevaron a la muerte de El Chacho, la opinión de Alberdi puede ser controvertida. La obra tiene un subtítulo aclaratorio: Episodio de 1863. Refiere hechos que Sarmiento conocía directamente e