El arte obra en el mundo. Doris Sommer

El arte obra en el mundo - Doris  Sommer


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el 25% de las muertes podía haberse evitado si se corregía el comportamiento de peatones y conductores. Un estudio posterior realizado en las calles permitió establecer una zona específica donde se debían aplicar las técnicas de acupuntura cultural: los pasos de cebra63. Una vez identificada el área problemática, Mockus animó al Instituto de Cultura y Turismo a diseñar medidas culturales destinadas a ejercer presión sobre quienes ignoraban los pasos de peatones, avergonzándolos en lugar de atemorizarlos con multas. El Instituto de Cultura y Turismo, por cierto, había recibido una escasa financiación y apenas había sido tomado en cuenta por los gobiernos anteriores a la alcaldía de Mockus, bajo cuya influencia el órgano se convirtió en soporte axial de la política ciudadana. Durante todo un mes, el alcalde le pidió diariamente al director del instituto, Paul Bromberg, que le presentara una propuesta interesante.

      Casualmente, durante una cena familiar, Bromberg acabó confesándole a su suegro que se sentía desalentado y le pidió consejo. Según le contó a Mockus al día siguiente, en lugar de un consejo, Bromberg obtuvo una respuesta sarcástica: «Cuando ya no hay nada que hacer es el momento de llamar a los payasos». La conversación y el rostro de Mockus se iluminaron. «¡Qué buena idea!» Eso era exactamente lo que haría: sustituir a los agentes de tráfico corruptos por mimos que se burlarían de los infractores. Así los ciudadanos aprenderían a respetar los pasos peatonales y los semáforos en rojo, mientras que podrían divertirse entre ellos dentro del espacio público. Durante un tiempo no se multaría a los conductores en el centro de la ciudad y se acabarían por fin los sobornos de los policías uniformados. Nueve meses después de que el experimento de los mimos saliera adelante, el cuerpo de policía de tránsito fue disuelto. Mockus había malinterpretado intencionadamente el sarcasmo del anciano como una orden que debía seguir al pie de la letra. La metáfora alusiva a la derrota le sirvió como arma para ganar terreno en la guerra de trincheras de la llamada cultura ciudadana. Con una ingenuidad particular y casi traviesa, propia de artistas, el alcalde eligió interpretar la conocida figura retórica de «llamar a los payasos» en su sentido literal.

      Hubo otra ocasión en la que el alcalde Mockus optó por malinterpretar deliberadamente una frase. Cuando él y Adriana Córdoba planeaban su matrimonio en 1996, ante el dilema de dónde celebrar la boda, la solución que adoptaron surgió cuando una metáfora muerta fue transformada en palabra viva. La celebración en una localización espectacular conseguiría que el público participara en la ceremonia. En lugar de una lista formal de invitados, harían una invitación general a toda la ciudad. Las iglesias quedaban descartadas porque el alcalde, aunque devoto, estaba divorciado. Antanas decidió entonces pedirle la opinión a su prometida, y ella le respondió en tono burlón: «Si quieres montar un circo, ¿por qué no te casas en uno?» Y eso fue lo que hicieron. Se casaron dentro de la jaula de los tigres mientras el domador los mantenía bajo control con un látigo y trataba de calmar al aterrorizado elefante a lomos del cual Antanas y Adriana habían llegado a la ceremonia.

      Al desfamiliarizar expresiones comunes para caer de manera intencionada en malentendidos, Mockus se había convertido en un artista de la «estética relacional». Fue así como consiguió que toda la ciudad participara en su boda. En ocasiones, quizás a menudo, el acto creativo surge de malentendidos intencionales. Por esta razón los juegos bilingües y biculturales constituyen una fuente inagotable de diversión y sabiduría, ya que aprovechan las ingeniosas fallas del lenguaje64. Los malentendidos, intencionales o no, también conforman una de las razones por las que los inmigrantes han contribuido a dinamizar la democracia, especialmente cuando formulan preguntas insospechadas que alcanzan a estimular refrendaciones o reformas públicas65.

      Antanas Mockus, de nombre y origen lituano y siendo a la vez muy colombiano, vive una encrucijada cultural que resulta provechosa para la democracia. Uno de los efectos de vivir esa complejidad es «aprender a escuchar con atención», como sucede cuando privilegia el significado literal de determinada expresión o cuando puede anticipar los malentendidos que se producen en distintos contextos multiculturales66. Resulta interesante en este sentido resaltar que Mockus escribió un ensayo sobre los «anfibios culturales» para mostrar que la traducción es una destreza fundamental en la educación. Estoy convencida de que las agudas observaciones en este ensayo se basan en la propia condición bicultural de Antanas, quien se traslada con facilidad de un idioma a otros, sumando el inglés al francés, que ha estudiado desde niño. Los educadores, dice, son fundamentalmente anfibios porque trasladan materiales de un registro lingüístico y experiencial a otros registros. Sin esa habilidad, los docentes no podrían enseñar. La destreza para interpretar elementos de un código en los términos de otro también les permite a los anfibios culturales expresar asuntos legales, morales y culturales sin perder su integridad personal. Los anfibios ayudan a superar las contradicciones que se plantean entre la ley, la moral y la cultura traduciendo los argumentos de una lógica a otra. «La idea de democracia moderna es inseparable de la posibilidad de que existan razones distintas para apoyar las mismas leyes», sostiene Mockus67.

      Esta posición se aleja significativamente de los presupuestos de la política tradicional colombiana, que había abogado por la coherencia y la homogeneidad cultural, amparándose en el razonamiento jurídico. Según el historiador Alfonso Múnera, la intolerancia frente a la diversidad política y étnica fue la causante de que en 1903 Colombia entregara Panamá a los Estados Unidos pese a las importantes ganancias que la construcción del canal permitía prever. Para el país conservador, el precio de renunciar al canal valía la pena porque era una oportunidad para deshacerse de los afrocolombianos concentrados en Panamá, vistos como difíciles de ser asimilados a la cultura colombiana, por ser además radicales en sus movimientos políticos68. Los filólogos ilustres de finales del siglo XIX no veían con buenos ojos las particularidades locales que se reflejaban en el lenguaje y la política, y las denunciaban como desviaciones del dogma católico69. Hasta bien entrado el siglo XX, la entrada de inmigrantes no católicos fue severamente restringida en Colombia, y en ocasiones negada. La defensa por algunos letrados de la herencia lingüística del latín clásico y del español de Castilla hizo que Bogotá fuera conocida como «la Atenas suramericana»70. En 1886, el conservador Rafael Núñez (dos veces presidente entre 1880 y 1888) reemplazó la Constitución vigente, liberal y secular, por un nuevo ordenamiento legal de impronta fuertemente católica que se mantuvo vigente durante más de un siglo. La Constitución Política colombiana reconocía, a contracorriente del resto de la América Latina, a España como la madre patria, mientras que para la mayoría de los Estados latinoamericanos ese vínculo era antinatural, castrador o insignificante71.

      Partiendo de este contexto monocultural, Mockus abogó por el dinamismo pedagógico y la capacidad de desarrollo propios de las culturas anfibias, para demarcar una nueva modernidad jurídica. Mockus y otros intelectuales colaboraron en la redacción del borrador de la Constitución colombiana de 1991, en la que, por primera vez, se reconocían los derechos de las minorías culturales y respetaba a las autoridades locales. Como alcalde, Mockus descentraliza la administración de una ciudad de casi ocho millones de habitantes que crece de manera socialmente fragmentada, en veinte distritos con una autonomía relativamente amplia. La defensa de las minorías y de los derechos humanos continuaría inspirando las sucesivas campañas electorales de Antanas Mockus, entre las que se incluirían otra exitosa candidatura a alcalde de Bogotá en 2001 y tres campañas presidenciales en 1998, 2006 y 2010. Mientras tanto, Antanas es director de Corpovisionarios, un instituto de consultoría orientado a la creación de políticas públicas y a la generación de ideas72.

      Un juego de números

      Las teorías sobre el arte como construcción social todavía se encuentran en fase de subdesarrollo, debido tanto al escepticismo político sobre la utilidad del arte como a las posturas defensivas de las humanidades que también la rechazan. En su artículo «Estética dialógica: Hacia un discurso del arte litoral», Grant Kester hace una importante contribución a este desafío y propone nuevos criterios para apoyar los proyectos colaborativos que negocian los límites entre la estética y los valores sociales73. Sin embargo, resulta arriesgado pensar que los estadistas entren en esta categoría de «artistas litorales»74. Quizás se deba a que los líderes políticos creativos y creadores no generan modelos (por ser tan pocos) o a que los que nos resultan conocidos se presentan más bien como seres diabólicos. No nos sorprende que mucha más gente haya escuchado hablar


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