El santo amigo. Teófilo Viñas Román
Adentrarse por la mayor parte de las obras de san Agustín es caminar con la certeza de que en cualquier momento nos va a sorprender con una confidencia amiga. Y es que la amistad era para él una melodía que sonaba con frecuencia en su interior y brotaba espontánea, hecha mensaje. Pues bien, en ese recorrido por sus obras he seleccionado un breve florilegio, correspondiente a distintas etapas de su vida. Lo ofrezco ahora como colofón de las definiciones de amistad que acaba de darnos el Santo:
— En el estado actual solo me afectarían tres cosas: el temor a perder a mis amigos, al dolor y a la muerte[43].
— Inestimable es la amistad de los hombres por la unión que hace de muchas almas con el dulce lazo del amor[44].
— Durante toda la vida, en todo lugar y tiempo, ténganse amigos o procúrese tenerlos[45].
— ¿Qué piensas que fue lo que más me deleitó de tu carta, sino el haberme hecho amigo de un tal varón a quien yo no había visto?[46].
— En este mundo hay dos cosas necesarias: la salud y una persona amiga[47].
— ¡Feliz quien te ama a ti, Señor, y ama al amigo en ti y al mismo enemigo por ti![48].
— Deliciosa es la amistad de los hombres por la unión que hace de muchas almas con el dulce nudo del amor[49].
— ¿Quiénes suelen o, al menos, deben tener más amistad entre sí que aquellos que se cobijan bajo un mismo techo, en una misma casa?[50].
— Entre las agitaciones y penalidades de la sociedad humana, ¿qué consuelo mejor hallamos que la fe sincera y el mutuo amor de los buenos y auténticos amigos?[51].
— Bienaventurado el que te ama a ti, Señor, y al amigo en ti, y al enemigo por ti, porque solo no podrá perder al amigo quien tiene a todos por amigos en Aquel que no puede perderse[52].
— Nadie puede ser amigo de un hombe si no lo es primero de la misma verdad; y si tal amistad no es gratuita, no existe en modo alguno[53].
— Ama verdaderamente al amigo quien ama a Dios en el amigo o porque ya está o para que esté en él.[54]
[1] Confesiones, I, 220, 31.
[2] Lisis, 270; Republica, IV, 24a y 44c.
[3] Ética a Nicómaco, VIII, 9, 1159b; Política, II, 5, 1263a
[4] Diógenes Laercio, V, 20.
[5] Carmina, 1, 3.
[6] Laelius de amicitia, VI, 20.
[7] Op. cit., XXI, 80.
[8] Ibid., XXI, 81
[9] Ibid. XIII, 47.
[10] Epistola. 155, 1-2.
[11] Laelius de amicitia, V, 20.
[12] Contra acad., III, 6, 13.
[13] Cf. Epistola 155, 1, 2.
[14] Epistola 258, 1-4.
[15] Laelius de amicitia, VIII, 26.
[16] Contra duas epistolas, I, 1 1.
[17] In Iohan. evangelium, 65, 2.
[18] Epistola 155, 1.
[19] Cf. ARISTÓTELES, Diógenes Laercio, V, 1, 2-9; CICERÓN, Laelius de amicitia, XXI 81 y XXV, 92; HORACIO, Carmina, 1, 3.
[20] Confesiones, IV, 6, 11.
[21] Ibid., IV, 8, 13.
[22] Epistola 28, 1.
[23] Epistola 110, 4.
[24] Cf. Regula ad servos Dei, 1.
[25] Véase VIÑAS ROMÁN, T., La amistad en la Vida Religiosa. Interpretación agustiniana de la vida en comunidad, Madrid 1995, pp. 195-224.
[26] Cf. De officiis, I, 50.
[27] Laelius de amicitia, XVII, 61.
[28] Epistola 38, 1.
[29] Epistola 20, 1.
[30] Sermo 284, 4
[31] VAN BAVEL, T., «La espiritualidad de la Regla de san Agustín», Augustinus, 12 (1967), p. 439.
[32] Laelius de amicitia, XVII, 61.
[33] Confesiones, VI, 14, 24.
[34] Regula ad servos Dei, 1.
[35] Epistola 243, 4.
[36] Confesiones, IV, 3, 7.
[37] Cf. Epístola 258, 2-4.
[38] Cf. Confesiones, II, 9, 17 y III, 1, 1.
[39] Véase RIVA, A., Amicizia. Integrazione dell’esperienza umana, Milano 1975, p. 15.
[40] In Iohan. evang., 65, 2.
[41] «Prólogo» a La amistad en la Vida Religiosa. Interpretación agustiniana