Jahuel. Bruno Cuneo
Jahuel Bruno Cuneo isbn: 978-956-9131-70-7 De esta edición © Alquimia Ediciones, 2017 Colección: ensayos con la Ceniza Coordinación de colección y edición: Guido Arroyo González Corrección: Julieta Marchant ilustración de portada y Diseño editorial: Nicolás Sagredo
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I say do what you are going to do, and I will tell about it.
Sharon Olds, “I Go Back to May 1937”.
JAHUEL, 1970 Mi madre aparece en esta foto entre dos vírgenes de yeso: su estampa entre ellas, bella, pero con cierta vergüenza como si quisiera disimular que ha perdido recién su virginidad y ha quedado abierta a la vida como una carta de amor olvidada en una mesa como un poema, como este poema.
Y en esta otra foto, mi padre
apoya el pie sobre una roca
como un fundador que mirase al valle
recién asomado:
un esfuerzo entre manos
pero la convicción era cierta
había que fundar algo
y ese algo fue fundado
aunque nadie funde nada
y se desfonde al n
todo lo que el candor levanta.
Pero “Jahuel”
qué hermosa palabra para comenzar
antes de que todo comenzara.
Piensa en eso: en el arbusto solo
en otro nombre para ese cerro talado,
piensa en las piedras rodantes
en el viento que agita los espinos,
mece los cardos y espanta las tencas,
piensa en ese cielo desnudo, translúcido
y trata de imaginar tus dedos duros
libres aún de sus huellas digitales.
Fíjate tan sólo en su juventud
y en el despreocupado posar de ambos
por una vez en paz, tiernos, irresponsables
como si el vientre y lo que llena el vientre
no fuera mañana sino un bulto
un sobrepeso esperado
el comienzo del fin
poco visible el porvenir
revoloteando.
JAHUEL, 1834
(cf. Charles Darwin, Mi viaje alrededor del mundo)
Por la noche llegamos a Jahuel
una zona situada en el barranco
de una inmensa cadena.
Qué placer experimenté
escalando esas montañas.
Sometidas a la acción del fuego
las rocas re ejan vetas de diorita
prueba de las inmensas conmociones
que tuvieron lugar aquí en otros tiempos.
Tratamos de penetrar hasta un lago
que los lugareños tienen por brazo
de mar, aunque ignoro la causa.
Ascendimos a una gran altura
pero nos perdimos cuando apareció la nieve
y no pudimos llegar hasta el lago asombroso.
A juzgar por el cielo, cargado de nubes,
una nueva tempestad se preparaba.
AGUA ESTANCADA
Casarse no es una excusa
para preservar la especie
monos y monas pueden cruzarse
pero un hombre y una mujer se enredan.
Los hijos somos hijos del nudo
y desnudos buscamos la salida
el color y la medida
de nuestro propio corazón y vestimentas.
Jahuel
agua estancada entre las piedras
como la sangre y el semen
entre las piernas de mis padres.
FOTOS DE CAJÓN
Una palmada, un llanto las primeras efusiones del amor la sangre, las lágrimas el rubor de la que ha dejado de pujar y la mano de la que dicen que no suelta. La primera imagen es ésta: un rayo de luz que cae sobre la cómoda rebota en el espejo y llega hasta mi corral sumándose a los barrotes de madera. Partículas de polvo agitándose en orden el día en su más leve despertar la memoria desprovista de recuerdos el futuro desprovisto de esperanza.
Un alma sola solamente en su mirada.
La primera palabra rara que aprendí fue sauce llorón y en el plano de los conceptos fue tetrápodo una curiosa forma de cemento que impide que el mar azote la costa como el poliedro aquél del grabado famoso. Agrietada y sin agua la vieja piscina trae la felicidad desvanecida, la algarabía, el verano ido cuando la escena no era aún un cuadro de época y el tiempo parecía detenido en la humedad de las toallas. Sobre el parrón el tiempo parece no pasar: hoja, cielo, perspectiva un futuro abierto por las cuatro puntas y un presente cerrándolo cada vez que miro para abajo. En la cocina a menudo habían llantos seguidos de una voz trémula que nos invitaba a la mesa.
En silencio tomábamos la sopa
confundidos
con el lento batir de una ventana.
En una de las páginas de la Enciclopedia Barsa aparece la imagen de Laocoonte muriendo junto a sus hijos entre los gruesos anillos de una serpiente gigantesca.
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