Tallar te obliga a pensar en las cosas. Selva Dipasquale

Tallar te obliga a pensar en las cosas - Selva Dipasquale


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      Tallar te obliga

      a pensar en las cosas

      entrevistas - poemas

      Selva Dipasquale y Tamara Domenech

      dibujos

      Romina Ger

      Tallar te obliga a pensar las cosas

      Selva Dipasquale, Tamara Domenech y Romina Ger, 2020

      Dibujo de cubierta: Romina Ger

      1a edición, 2020

      ISBN: 978-987-86-4836-1

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      Palabras preliminares

      Este libro surge a partir del deseo de detenernos en obras realizadas por distintos artesanos y artesanas de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires que nos interpelaron por su belleza, al tiempo de registrar algunas respuestas en torno a las siguientes preguntas:

      ¿Cómo nombran aquello que confeccionan?¿Qué historia los liga a la técnica?¿Con cuáles materiales y herramientas trabajan?¿Cómo definen las artesanías? ¿Y al arte?¿Qué piensan de la exhibición y venta de obra en el espacio público: parques, plazas, calles, bulevares?¿Qué relación tienen con las piezas que producen? Si se encariñan, al venderlas, ¿las extrañan?¿Cómo es un día de trabajo?¿Qué satisfacciones vivieron en relación a los objetos que fabrican?¿Cómo sería una obra que nunca hicieron y les encantaría realizar?

      Y otras que fueron surgiendo durante las entrevistas. Cada transcripción en forma de verso fue acompañada por un poema dedicado al objeto que convocó mágicamente nuestra mirada, y fue dibujado por la artista Romina Ger, a partir de fotografías que le enviamos.

      Pensamos que algunas personas entrevistadas comenzaron sus oficios a partir de un punto de inflexión en los trabajos que tenían, como monotributistas o en relación de dependencia: despidos, demandas excesivas por parte de patrones, exigencias personales, crisis económicas y políticas, en fin, y que las artesanías, esas miniaturas, constituyeron un modo de levantarse, creer en otras alternativas de manutención, darles oportunidades económicas a los pasatiempos, tener las manos ocupadas en vez de la razón, se curaron de algún modo, de las marcas que deja cualquier empleo viciado de explotación y curaron, a través de ellas, a quienes se las ofrecieron en exhibición. Otras personas, en cambio, desde muy chicas se iniciaron en el oficio aunque pudieron desarrollar su pasión artística varios años después. Como sea, se trata de vender objetos que pueden estar incluidos en una serie o colección pero que tienen un diseño único y la hechura del ser.

      A medida que avanzamos en la realización de las entrevistas advertimos que quienes trabajan con sus manos hablan poesía. Con nuestro oficio de poetas registramos las inflexiones de la voz, las pausas del discurso para realizar los cortes de verso. En cuanto al contenido, tomamos nota del poema que nos fue dicho cada vez. Como escribió el poeta Aldo Pellegrini: «La poesía es la reflexión de las cosas en el hombre pero al mismo tiempo la reflexión del hombre en las cosas. Así se establece una verdadera corriente que va del mundo al hombre y del hombre al mundo por un mecanismo de vasos comunicantes. Y esta corriente de doble signo es la vida misma pues para el poeta conocer y vivir son la misma cosa, porque poéticamente vivir significa descorrer el velo de lo desconocido».

      En la palabra Arte-sanía está implícita la capacidad sanadora del arte, acaso, ¿existe el arte que no se haya creado para sanar algo roto y que en esa misma afirmación expansiva alcance a emocionar a quien lo ve? Y también, ¿las veces que nos levantamos no son a partir de cosas pequeñas, sencillas, cotidianas?

      Tamara Domenech y Selva Dipasquale

      Tallar te obliga a pensar en las cosas*

      Gracias a la crisis me dedico al arte.

      Por suerte los seres humanos contamos con la capacidad de no crecer

      no es que seamos inmaduros toda la vida

      sino que tenemos más a flor de piel el niño interno.

      Empecé jugando con un niño que tenía de vecino

      pared de por medio nos revoleábamos cosas

      de todas esas cosas, de mi lado, había quedado una tiza

      y me puse a jugar hasta darme cuenta de que había tallado un duende

      y dije: acá hay algo.

      Me compré una cajita de diez tizas e hice seis modelos

      una virgencita, una pareja de tango, una pareja desnuda,

      un duende, la estatua del pensador y La Venus,

      que ahora la hago en ocho minutos.

      Es práctica, si yo lo hago vos también podés hacerlo.

      Un hombre que pasó por la feria, al que le enseñé a tallar me dijo:

      «mientras que unos usan el puño para pegar otros usan las manos para enseñar».

      Me piden cosas y yo investigo

      sobre medusas, guerras, líneas aéreas, mascotas de beisbol japonés.

      Cuando inventé la calesita estaba en Córdoba haciendo un trabajo para un hotel.

      El dueño me había pedido que le hiciera un museo en miniatura

      con cosas que veía adentro

      desde un Miguel Ángel hasta un Cristo Redentor.

      Había personas de setenta, ochenta años jugando con el David, que quizás

      si no estaba al lado del caballo de calesita no daba jugar con él.

      Y eso para mí está bueno, desestructurar el arte.

      La gente al llevarse un objeto me obliga a hacerlo de nuevo

      y al hacerlo de nuevo lo voy mejorando.

      Tallar te obliga a pensar en las cosas, si alguna vez no rompés una tiza

      aprendiste algo. En la vida pasa exactamente igual.

      El arte busca movilizar algo en el interior de otra persona.

      El arte es una progresión si ves la historia.

      Las primeras piezas eran de cerámica para proteger granos

      luego se empezaron a decorar esas piezas, ahí ya hablamos de algo más artesanal

      lo artístico es una forma de lujo en lo artesanal.

      Mi sueño es armar la Santa Basílica completa.

      *Entrevista a Gustavo Omar Suárez. Placita Cortázar. Palermo. CABA.

Toda pagina

      [Una calesita…]

      Una calesita en miniatura gira con la ayuda de un motor

      dentro de una cápsula de vidrio

      protege un movimiento hipnótico

      del tablón de madera en la que está apoyada

      la manta que la cubre

      y las huellas digitales de las manos

      de quien la realizó.

      Protección en la distancia.


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