La noche de la peste. Reinaldo Spitaletta
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Spitaletta, Reinaldo, 1954 -, autor
La noche de la peste / Reinaldo Spitaletta -- Medellín: UPB, 2020.
198 páginas, 14 x 21 cm. (Club de Escritores, 50)
ISBN: 978-958-764-838-6 / 978-958-764-846-1 (versión epub)
1. Literatura – Colombia – 2. Cuentos – Colombia – I. Título (Serie)
CO-MdUPB / spa / rda
SCDD 21 / Cutter-Sanborn
© Reinaldo Spitaletta
© Editorial Universidad Pontificia Bolivariana
Vigilada Mineducación
La noche de la peste
ISBN: 978-958-764-838-6
ISBN: 978-958-764-846-1 (versión epub)
Primera edición, 2020
Gran Canciller UPB y Arzobispo de Medellín: Mons. Ricardo Tobón Restrepo
Rector General: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda
Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Fernández
Editor: Juan Carlos Rodas Montoya
Coordinación de Producción: Ana Milena Gómez Correa
Diagramación: Ana Milena Gómez Correa
Corrección de Estilo: Editorial UPB
Fotografía portada: Reinaldo Spitaletta
Dirección Editorial
Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, 2020
Correo electrónico: [email protected]
Telefax: (57)(4) 354 4565
A.A. 56006 - Medellín - Colombia
Radicado: 1968-01-04-20
Prohibida la reproducción total o parcial, en cualquier medio o para cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.
Diseño epub:
Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Contenido
Jacinto, el de la ciega serenata
Yo Ancízar no tuve ángel de la guarda
Los que no llegaron al partido
Lamentos en un barrio fantasmal
Quedaba sobre la calle Cisneros, en un barrio que entonces tenía tren, fábrica de telas, clínica, monótonas casas de obreros, calles asfaltadas (antes habían sido de piedra), un taxidermista, cafés de tango, dos o tres caserones de tapia de dos plantas, chimeneas de barro y una manga enorme a la que alguna vez llegaron los gitanos con sus tiendas de colores. Una de esas casas de paredes anchas, entresuelo de madera, piso de tabla y ventanales desmesurados era la de nosotros. Allí una vez el árbol de navidad, que estaba forrado de algodón crudo y guirnaldas brillantes con bolas quebradizas, sucumbió en un temblor de tierra; allí, otra vez, la fiebre alcanzó, con su sarampión, temperaturas