La articulación etnográfica. Rosana Guber
LA ARTICULACIÓN ETNOGRÁFICA
La articulación etnográfica es una investigación sobre otra investigación. A través del análisis etnográfico textual, metodológico y técnico, la autora indaga en el complejo proceso de conocimiento que va desde los inicios del trabajo de campo hasta el armado del texto final, en busca de aquello que la mantiene unida en todos sus pasos, actividades, disposiciones y destrezas. Los materiales de esta investigación son los elaborados por Esther Hermitte (1921-1990), la primera argentina (por nacimiento, socialización y formación básica) titulada como “antropóloga social” y que ejerció como tal. Culminando en su tesis doctoral, Poder sobrenatural y control social (1970-2004), Hermitte llevó a cabo un extenso e intenso trabajo de campo en la localidad de Pinola-Villa las Rosas, en los Altos de Chiapas, México, entre 1959 y 1961, como integrante del equipo de investigación Man in Nature que condujeron Norman McQuown y Julian Pitt-Rivers, del departamento de Antropología de la Universidad de Chicago.
Valiéndose del diario de campo de Hermitte, sus cuadros, esquemas e informes temáticos y de avance, junto a la tesis doctoral que, con mínimos cambios, fue publicada en castellano por el Instituto Indigenista Interamericano en 1970, Rosana Guber nos propone reconocer los dilemas que se presentan a los investigadores que eligen la etnografía como perspectiva privilegiada para el conocimiento social. La articulación etnográfica indaga una etnografía por dentro, las lógicas que conducen al descubrimiento y las preguntas específicas, que son los garantes de un recorrido tan arduo como apasionante que, sin recetas y con humana creatividad, hace camino al andar.
Rosana Guber es investigadora del Conicet y directora del Centro de Antropología Social del Instituto de Desarrollo Económico y Social, Argentina. Es autora de El salvaje metropolitano (1991, 2004) y Etnografía: método, campo y reflexividad (2001, 2011), y compiladora con Sergio E. Visacovsky de Historia y estilos de trabajo de campo en Argentina (2002), entre otros volúmenes y artículos que tratan sobre la investigación etnográfica, el campo antropológico argentino y las memorias argentinas de la Guerra de Malvinas (Argentina-Gran Bretaña, 1982).
ROSANA GUBER
LA ARTICULACIÓN ETNOGRÁFICA
Descubrimiento y trabajo de campo en la investigación de Esther Hermitte
CULTURALIA Coleccion dirigida por PABLO WRIGHT
Agradecimientos
La elaboración de este volumen fue posible gracias a una serie de decisiones que en su momento tomaron determinadas personas. La primera, obviamente, fue Esther Hermitte, quien decidió hacer un doctorado sobre una especialidad desconocida en la Argentina de entonces, y sumarse al equipo de Man in Nature en los Altos de Chiapas para hacer su tesis; una vez defendida su tesis y publicado su libro, decidió guardar todas sus elaboraciones en cajas en las estanterías de su propia casa. La segunda fue Getulio E. Steinbach, su albacea, quien decidió junto a tres jóvenes antropólogas del IDES guardar sus papeles personales en la institución que cobijó a Esther de los vaivenes de la política nacional y la académica en nuestro país. En tercer lugar, los miembros del Grupo Taller de Trabajo de Campo Etnográfico del IDES que, en los 90, analizamos y publicamos un artículo sobre estos materiales y que fue el comienzo de estas páginas. En cuarto lugar, la extraordinaria apertura y ganas de saber de mis alumnos de la maestría de Antropología Social del IDES-IDAES/UNSAM con quienes comencé a organizar, en forma de curso, las piezas de este rompecabezas. En quinto lugar, el etnólogo mexicano Andrés Medina Hernández, que no ahorró nada de su saber y de sus fuentes contemporáneas al proyecto Chicago-Chiapas, incluyendo las fotos de Marcelo Díaz de Salas, para que yo pudiera entender siempre un poco más. También su esposa Beatriz Albores Zárate, quien me facilitó su libro sobre la antropología en Chiapas, tan esclarecedor para mí. Finalmente, el antropólogo mexicano Andrés Fábregas Puig, que no sólo encaró la publicación del diario chiapaneco de Esther Hermitte en 2007, ayudado por miembros del Centro de Antropología Social del IDES que nos abocamos a transcribir la totalidad de ese diario como escribas medievales; también me invitó al II Foro “Las ciencias sociales en Chiapas, México”, en la Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de Las Casas; junto a Andrés Medina me pasearon por los sitios históricos de la antropología chiapaneca, mexicana y gringa, y hasta me llevaron a Pinola. Cada una de las lágrimas que derramé en ese viaje de 2010 guardaban mi agradecimiento a todas esas personas y sus decisiones que me ayudaron a explorar un segmento de nuestra antropóloga y primera maestra de trabajo de campo.
ESTUDIO PRELIMINAR
La trama, los hilos y los nudos de un proyecto de investigación
La Universidad de Chicago
en los Altos de Chiapas
Andrés Medina Hernández
Introducción
A fines de 1942 un grupo de ocho estudiantes de antropología llegaba a los Altos de Chiapas para realizar una primera exploración etnográfica en Zinacantán, una comunidad tzotzil relativamente cercana a la ciudad de San Cristóbal de Las Casas; dirigía al grupo el joven antropólogo Sol Tax, investigador de la Carnegie Institution of Washington (CIW), quien había sido contratado por la Escuela Nacional de Antropología a instancias del doctor Alfonso Caso, director del recién fundado Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Sol Tax venía de una intensa experiencia de campo en el occidente de Guatemala y una sólida formación teórica bajo la tradición funcionalista, impartida en la Universidad de Chicago por Alfred R. Radcliffe-Brown. Incorporado al proyecto de investigación etnográfica auspiciado por la Carnegie Institution en 1934 y dirigido por Robert Redfield, tuvo a su cargo un reconocimiento de las comunidades mayenses de los Altos de Guatemala y se instaló para hacer una investigación en profundidad en Panajachel. Este proyecto formaba parte de uno mayor, dirigido por Sylvanus Morley, orientado básicamente a la arqueología y que se había iniciado en 1914.
Estos alumnos de la primera generación inscripta en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) mostraban ya un rasgo que caracterizaría a la composición de su cuerpo académico, alumnos y profesores: su diversidad nacional, pero también la trascendencia de una experiencia que está en el corazón de las investigaciones etnográficas, el trabajo de campo, y junto con ello el inicio de un proceso de construcción de redes académicas y personales, todo lo cual incidió en su formación profesional y en el carácter de sus contribuciones al conocimiento científico.
De los ocho estudiantes de antropología que acompañaron a Tax, cinco harían contribuciones significativas a la etnografía, y dos se convertirían en figuras emblemáticas de la antropología mexicana del siglo XX: Ricardo Pozas y Calixta Guiteras. Pero no adelantemos vísperas, pues esta primera experiencia duró un mes y sirvió para ponderar las capacidades de los alumnos participantes, pues para 1944 Tax regresaría con tres de ellos para hacer investigaciones etnográficas en profundidad. Del primer grupo continuaron, por otros caminos, Gabriel Ospina, colombiano, y Anne Chapman, estadounidense. Ospina se incorporó en 1945 al proyecto del Instituto de Antropología Social de la Smithsonian Institution, dirigido por George M. Foster, de la Universidad de California, y tendría un papel importante en la investigación de ambos en Tzintzuntzan, una comunidad de la región del lago de Pátzcuaro, estado de Michoacán. Como apunta Foster (1948) en su monografía, Ospina era coautor, pero no apareció en tal calidad por encontrarse preparando otra obra con los mismos materiales. La obra prometida nunca se publicó y Ospina no volvió a aparecer en el medio antropológico mexicano.
Por su parte, Anne Chapman, nacida en California, Estados Unidos, se incorporó posteriormente al grupo de alumnos del etnólogo Paul Kirchhoff en la tarea de estudiar la historia antigua de los pueblos mesoamericanos. Su tesis se refiere a la batalla en que se enfrentaron mexicas y tepanecas, en el siglo XV, es decir, los señoríos de México-Tenochtitlán y de Azcapotzalco, para dirimir la hegemonía en la Cuenca de México (Chapman,