Samurái moderno. Baltasar Hernández Gómez

Samurái moderno - Baltasar Hernández Gómez


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      Samurái moderno

      © 2009, Baltasar Hernández Gómez

      © 2009, Ediciones Corona Borealis

      Avda. Terramar, 11

      Edificio Casablanca B-7

      29630 - Benalmádena Costa

      MÁLAGA

      Tel. 952 57 83 40

      www.coronaborealis.es

      www.edicionescoronaborealis.blogspot.com

      Diseño editorial: Olga Canals y Carlos Gutiérrez

      Ilustraciones de cubiertas: © Dimitar Marinov y Dusi Puffi - Fotolia.com

      Imprime: GSP Impresores

      Primera edición: noviembre de 2009

      ISBN: 978-84-92635-22-1

      Depósito Legal: M-XXXXX-2009

      Distribuidores: http://www.coronaborealis.es/librerias.php

      Todos los derechos reservados. No está permitida la reimpresión de parte alguna de este libro, ni tampoco su reproducción, ni utilización, en cualquier forma o por cualquier medio, sin el permiso anticipado y por escrito del editor.

      ÍNDICE

       PORTADA

       TÍTULO

       CRÉDITOS

       INTRODUCCIÓN

       LA CONCEPCIÓN SAMURÁI

       EL CÓDIGO SAMURÁI

       CUALIDADES DEL SAMURÁI

       PROVERBIOS DEL SAMURÁI

       CONCLUSIONES

      INTRODUCCIÓN

      En la modernidad, el hombre y la mujer tienen la obligación de saber que están interconectados por un conjunto de relaciones donde la máxima regla impuesta es la exterioridad, es decir, la valoración del reflejo de uno en los otros y viceversa. Sin embargo, esto deja olvidada la interioridad, que es punto medular de todo lo que sentimos, pensamos y hacemos.

      La gran mayoría de las personas basan su actuación social en criterios sobre cómo creen que se ven y cómo juzgan a los otros, sin ponerse a pensar que la realidad es un desafío que debe asumirse con sentido y voluntad.

      La mejor manera de afrontar el mundo es tomar todo lo que se nos presenta como un reto, y la mejor manera para transitar los caminos de la vida es hacerlo como un samurái, que siente y hace sentir que cualquier cosa que desarrolla es un combate donde va todo su ser.

      Si no sigue por esta ruta, estará secuestrado en la creencia —bastante extendida— de aceptar que todo o es una bendición o bien una maldición, lo cual significa viajar en un bote a la deriva, dependiendo del juego perverso recompensa-castigo. La verdad es que no se puede andar por la vida jugando a los dados.

      Ser samurái no es un asunto aleatorio o coyuntural, como colocarse los calcetines o limpiarse la nariz. Convertirse en samurái es una lucha permanente que va formando un carácter sui géneris para la toma de decisiones. Nadie nace samurái y para llegar a serlo es necesario adquirir un cúmulo de conocimientos conceptuales para luego traducirlos en práctica pura y así alcanzar equilibrio y armonía.

      Un samurái trata todo lo que le rodea con respeto y no pasa por encima de nada o nadie a menos que en verdad tenga que hacerlo para sobrevivir. Un samurái no deja ningún acto al libre albedrío y si se «mete» con alguien tiene la convicción de lo que está haciendo, asumiendo riesgos y responsabilidades.

      LA CONCEPCIÓN SAMURÁI

      El término «samurái» tiene dos acepciones: 1) está referida a los guerreros japoneses como servidores y/o guardianes, y 2) se emplea para designar al hombre preparado para la guerra. El samurái es un luchador experto en las artes marciales con habilidad extraordinaria en el manejo del sable y del arco, pero que también se enfila a la perfección interior para conducirse.

      Su destreza para la guerra no queda en el campo de batalla, sino que traspasa el umbral del mundo cotidiano. Vive para ser congruente consigo mismo; tiene pertenencia absoluta a sus principios, a la familia y a sus propósitos, que le dan consistencia. El samurái vive con lo necesario porque no requiere atesorar riquezas materiales y su interés se centra en actuar con honor y valor. El hombre o mujer samurái no teme morir en vano y por eso se entrega milímetro a milímetro en cada combate que libra.

      Tiene presente el orgullo de un ser de conocimiento, estricto consigo mismo y con los demás, ya que cada momento es una increíble porción de vida que puede terminarse, por lo que valora cada situación que se le presenta. Vive y lucha significativamente cada instante, en virtud de que su pensamiento no admite sentimientos intermedios.

      En la modernidad, el samurái recoge el estricto código de ética denominado bushido, que significa «camino del guerrero», que en su forma más acabada es praxis que exige ponerse en estado latente de «vivir sin temor» para actuar con la mayor intensidad.

      Pese a que estas normas disciplinarias estuvieron orientadas a la guerra y a la defensa del status quo, hoy en día el bushido ha sido revalorado como factor de cohesión interna. En la actualidad, es muy fácil criticar la inflexibilidad de los guerreros japoneses del siglo xii; sin embargo, cuando se visualiza su posición de combatiente, salta a la vista que sus anclajes ideológicos pretendían fuerza y equilibrio.

      Si aceptamos la consistencia samurái como baluarte de fortalezas y contradicciones, reconoceremos su trascendencia para impulsarse a través de la estrategia, la entrega, el honor, la tolerancia… pero sobre todo del espíritu que vive al máximo. Esta combinación de elementos —fuera de mitos y leyendas— hace que hoy en día las personas que desean ser samurái recobren conciencia, situándose en un nivel supremo de ser y de estar.

      EL CÓDIGO SAMURÁI

      Siete son las virtudes que componen el código básico de un samurái:

      Rectitud

      Ser recto es igual a ser directo, es decir, «de una sola pieza». Representa la fortaleza para tomar decisiones correctas y seguir viviendo. La rectitud es fidelidad con los convenios personales que hay entre uno y la realidad.

      El samurái con rectitud adopta justicia y honradez para sí, dando siempre el beneficio de la duda a los demás, pero jamás es confiado ni ingenuo. Para él no hay claroscuros: sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

      Coraje

      El samurái comprende que no puede estar en la medianía de las personas temerosas, que no actúan con determinación.


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