Oferta de sombras. Dárgelos

Oferta de sombras - Dárgelos


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      Plumas

      Algunas plumas vuelan sobre el jardín del hotel,

      copos de nieve

      con destino a flotar sobre la gran piscina.

      Gatos

      hambre

      pichones.

      Lloran las cumbres copos de nido.

      Pienso en La dolce vita y su ralentí de plumas,

      corpiños,

      putas,

      maletín

      y gordo.

      Siempre hay un costo detrás de la maravilla.

      Un asiento en el espectáculo

      bien se paga con plumas.

      Somos dados a inventar religiones

      La mañana viene para contar en primera persona. La tarde

      marcha y se retira llena de planes. La noche

      llega para quedarse y declamar un monólogo;

      viene a esparcir un manto de susurros,

      último curare. La noche

      no quiere respuestas, trae órdenes,

      responde a un deseo ajeno, lejano y sin autor.

      Mientras esperamos que el miedo se seque

      damos consuelo a nuestra insignificancia.

      Luces de un barco

      flotan en su ley y ríen de nosotros,

      guardan distancia recelosa,

      gastan bromas de un bolsillo insolvente.

      Nadie nos creó, por eso contamos;

      no queremos ser olvidados.

      La naturaleza es un dios con memoria,

      todo lo tiene en cuenta,

      todo lo transforma en algo.

      Miedo pyme

      Kluge dice que El Mal es una organización,

      que supera la voluntad de un hombre,

      que se articula entre células organizadas,

      que los que toman decisiones no saben el alcance

      del master plan, que una vez puesto en marcha

      no se puede detener.

      Dice algo así, o al menos es lo que creo recordar.

      Marcelo me contó que en un relato de Burroughs

      una persona contrata un asesino para despachar una víctima.

      Este la estudia para elegir la muerte más limpia y efectiva.

      Una mañana, en la que la víctima

      iba a su trabajo en tren,

      es interceptada por el asesino

      quien se sienta frente a ella sin que lo advierta.

      En el transcurso del viaje

      la víctima suspende la lectura del periódico y clava la mirada

      en los ojos abismales del asesino. Ese instante,

      en el que vio su destino,

      sirvió para que ni bien bajase del tren

      el hombre cometiera suicidio.

      ¿Qué habrá visto en esos ojos?

      Que el futuro no lo incluía, o quizá algo peor, que los planes

      que el futuro tenía para él arrastraban un dolor

      imposible de soportar.

      Otra noche, Ricardo Fort,

      sentado en el vip de Esperanto vio acercarse al Ninja

      y sintió que bajo su puerta se deslizaba un sobre

      con el curriculum vitae de alguien

      capaz de arrastrarlo a un dolor que conocía

      y no quería volver a habitar. De inmediato

      evacuó.

      En el reino animal hay una conducta refleja

      que se manifiesta en situaciones anteriores al peligro.

      Parece ser que el encuentro súbito con un depredador

      hace evacuar las heces en el mismo instante en que el cuerpo

      se dispone a huir,

      más ligero se corre más rápido.

      Hace algún tiempo que vengo cercando mi espíritu predador,

      son muchos años de vivir alerta. Descubrí

      que la noche no me deja opciones.

      La vida es larga porque debería servir para algo,

      algo como deshacer conductas, destrozar certezas,

      volvernos más libres, quebrar la matriz

      que la personalidad usó para atraparnos.

      Me quedan dos opciones:

      o convertirme en presa

      o salir a caminar la noche aceptando lo que me toque.

      Abrigo de sospechas

      Sospecho

      que todo esto

      tiene un principio y un final

      que en ambos casos

      desconozco.

      Niebla gorila

      Era cuestión de esperar,

      tantos años como fuese necesario.

      El tiempo como parábola,

      el arco que describe la trayectoria de una piedra

      arrojada por una mano desde la infancia.

      Educar la espera.

      El fin del verano traía como pasatiempo

      la caza de mariposas.

      Armados con ramas nervadas,

      desprovistas manualmente de hojas,

      como voluminosas espadas,

      zumbadoras en la tarde aplastante del suburbio.

      Pertrechados con frascos para la recolección

      nos aventurábamos al soponcio de la siesta.

      Las familias crecen

      y construyen sin gracia el pulmón de manzana;

      necesidad.

      Los padres envejecen en paralelo a sus veredas

      y van llenando de baldosas

      los pocos metros verdes que tanto trabajo les da cortar, comodidad.

      Y poco a poco,

      las mariposas se fueron alejando

      a distritos electorales menos codiciados.

      Pasé tiempo sin verlas,

      lo


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