Solidarios. Antonio R. Rubio Plo
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ANTONIO R. RUBIO PLO
SOLIDARIOS
La vida más allá de uno mismo
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2020 by ANTONIO R. RUBIO PLO
© 2020 by Ediciones Rialp, S. A.,
Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid
Preimpresión: produccioneditorial.com
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5320-4
ISBN (versión digital): 978-84-321-5321-1
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ÍNDICE
1. SVETLANA ALEXIEVICH. UNA HISTORIADORA DE LAS VOCES ANÓNIMAS
2. ANTÓNIO GUTERRES. UN HOMBRE DE INTELIGENCIA Y DE CORAZÓN
3. MAHAMAT SALEH. HAROUN UN CINEASTA DE LA COMPASIÓN Y DEL PERDÓN
4. ANDREA RICCARDI. UN ARTESANO DE LA SOLIDARIDAD
5. ANTOINETTE KANKINDI. UNA EDUCADORA DE LA MUJER
PRÓLOGO
—Muchas gracias, Javier.
—¿Gracias? ¿Por qué?
—Por todo, gracias por todo.
—Las gracias a Dios, por haber permitido que nuestros pasos se hayan encontrado.
Y colgamos.
El 27 de abril de 2020 llamé a mi amigo por teléfono. Su padre había fallecido a causa del coronavirus unos días antes y, como tantos miles de personas, tuvo que despedirle casi en la clandestinidad del confinamiento. Arrancamos la comunicación con más silencios que palabras. Pero, al final, la conversación fluyó, como siempre, hacia espacios no previstos. Acabamos hablando de las redes sociales, de su deshumanización y de su desprecio por el ¿prójimo? No caben florituras en estos lugares de foto impostada, corto recorrido, poca precisión y mucho arrebato. Los odiadores (haters, creo que se denominan), han ocupado el espacio público de esos escenarios impostados. Mi amigo dice que los profesionales del acoso y derribo acabarán provocando una implosión que se lleve por delante unos instrumentos que debían unir y no separar. Por mi parte, y hasta que eso se consume o no, creo que estas redes sociales se parecen demasiado a uno de esos bares bulliciosos, con camareros y clientes vociferantes que te colocan, a la vez, en medio del penalti no pitado de un partido de fútbol, en la reunión imposible con un jefe ególatra e impostor, delante de la lista de una compra que está todavía pendiente, o de las facturas que podrían quedar sin pagar si los proveedores se empeñan en apretar las tuercas a los pequeños empresarios. Y todo ello con un café y un par de churros delante de tus narices. En ese escenario castizo, equiparo la bullanga del bar de turno con el que se recrea a diario en cualquier red social. Para mis adentros, y para mis afueras, suelo decir que «en cuanto pongan el molinillo del café, cojo la puerta y me largo». Cosa que todavía no he hecho (ni en el caso del bar, ni en el de las redes sociales).
Enredo con esta idea, porque al recibir este manuscrito, y sin mucho tiempo para macerar la idea, he pensado qué ocurriría si Antonio Rubio hubiera puesto hace meses una encuesta en Twitter, en la que preguntara por la idoneidad de biografiar a Svetlana Alexievich, Antonio Guterres, Mahamat Saleh Haroun, Andrea Riccardi y Antoinette Kankindi. Una a uno, hubieran sido deslegitimados y aprobados a partes iguales. No hubiera habido consenso. Y, seguro, que las disidencias se hubieran hecho notar. También las alabanzas, por supuesto. Pero siempre el árbol que cae hace más ruido que el que nace.
Pero Antonio no ha tirado de espacios de improvisación ni de agravio gratuito. Antonio ha elegido los personajes y ha explicado sus vidas —qué importantes son los contextos para poder entender cualquier acontecimiento— a partir de la paciencia, el rigor, la conversación, la consulta, la escucha, el discernimiento, la paciencia y el buen hacer. ¿Se podían haber elegido otros personajes? ¿Se podía haber ampliado la muestra? ¿Se podía haber enfocado el perfil de Svetlana, Antonio, Mahamat, Andrea y Antoinette de cualquier otro modo? Sí. Sin duda. Cada escultor cincela a su modo. Eso es cierto, como también lo es que la elección del autor de este volumen es precisa, es concreta, conjuga personajes reconocidos (Guterres o Ricardi) con otros menos expuestos a la vorágine de lo público (Kankindi), sienta en la misma mesa a cineastas (Haroun) con escritores y periodistas (Alexievich). Es un buen auditorio donde sentarse a escuchar (en este caso, a leer), y en cuya cocina he tenido el honor de participar.
Dejo aquí por escrito que cada vez que Antonio me llamaba para explicarme su proyecto, la elección y la motivación de las personas que llenarían estas páginas, para compartir el enfoque que quería dar a este trabajo, sentía que esa llamada «me venía grande». Pero también ahí asenté en mí algo que los africanos llaman ubuntu, que el propio Antonio explica en su introducción, que Nelson Mandela repitió y repitió hasta hacerlo vida, y que podríamos traducir como «Yo soy lo que soy gracias a ti». Cada uno de nosotros somos lo que somos gracias a los demás. Gracias a los que tenemos cerca, pero también a los que sentimos como referentes en la vida de los demás. De ahí la idoneidad no solo de las personas elegidas para componer este libro, sino el subtítulo que acompaña a este Solidarios: La vida más allá de uno mismo.
Termino. El día que Antonio me pidió que escribiera estas líneas, curiosamente estaba leyendo Voces de Chernóbil. Unos meses antes había terminado El fin del “Homo sovieticus”, ambas de Svetlana Alexievich. Si esto fuera una entrega de galardones en la que uno de los premiados suele tomar la palabra en nombre de todos, me permito recoger las de la Nobel de Literatura bielorrusa a modo de cierre: «El ser humano tiene que elegir constantemente: la libertad o la prosperidad y una vida ordenada, la libertad alcanzada dolorosamente o la felicidad sin libertad. Y la mayoría de las personas eligen las opciones más fáciles e indoloras»[1]. No en el caso de la propia Alexievich, Antonio Guterres, Mahamat Saleh Haroun, Andrea Riccardi y Antoinette Kankindi.
Javier FARIÑAS MARTÍN
Redactor jefe de Mundo Negro
Cedillo del Condado
30 de abril de 2020