Lucha contra el deseo. Lori Foster
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© 2016 Lori Foster
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Lucha contra el deseo, n.º 269 - febrero 2021
Título original: Fighting Dirty
Publicada originalmente por HQN™ Books
Traducido por Fernando Hernández Holgado
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 978-84-1348-658-1
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
A la increíble lectora Kizzie Brown, que me autorizó a pedirle prestado su nombre para una de las más descaradas e insistentes mujeres del pasado de Armie. Kizzie, espero que disfrutes de tu pequeño papel en el libro. Y, por favor, acepta mi agradecimiento por tus estupendas críticas. ¡Espero que mis historias no te decepcionen nunca!
Capítulo 1
—Dios mío, Rápido. Eres un friqui de la naturaleza. Lo sabes, ¿verdad?
Armie Jacobson, conocido como Rápido por sus compañeros de lucha, ignoró la queja y lanzó unos cuantos golpes más seguidos de un gancho final, haciendo que Justice, un peso superpesado de un metro noventa, se doblara sobre sí mismo. Retrocediendo, Armie flexionó los dedos de las manos y esperó.
Por desgracia, lo único que hizo Justice fue apoyar las manos sobre las rodillas y tomar aire.
Con el ceño fruncido, Armie se quitó su protector dental.
—¿Estás de broma? Venga, hombre. Sigamos.
—Que te zurzan —Justice se arrastró hasta su esquina y agarró una botella de agua. Se regó con ella la cabeza y el pecho y se puso a resoplar.
Consciente de que los demás estaban mirando, Armie no dijo nada. Todo el mundo entrenaba y se ejercitaba en el gimnasio, concentrado cada uno en lo suyo. Pero últimamente, cada vez que lo hacía él, una decena o más se detenían para mirar. No le importaba tener público. Diablos: de haberle importado, no habría podido ser luchador. Durante la mayor parte del tiempo, no prestaba atención alguna a lo que lo rodeaba. Una vez que se metía en faena, se concentraba a tope y el mundo exterior desaparecía.
Pero aquella enloquecida manera que tenían de mirarlo, como si fuera una atracción de feria, le estaba sacando de quicio.
Una gota de sudor resbaló por debajo de su casco para deslizarse sien abajo. Se la enjugó con el antebrazo. Le ardían los músculos y más sudor le empapaba el pecho, los abdominales y la columna vertebral. Estaba pensando en algo que decirle a Justice para que retomara el combate cuando percibió su aroma. El leve perfume atravesó el aire del gimnasio, denso de olor a hombres sudorosos entrenando duro.
En un intento por aparentar indiferencia, Armie continuó mirando fijamente a Justice aunque, con su visión periférica, la detectó atravesando la sala. La amplia zancada de sus