Drácula y otros relatos de terror. Bram Stoker
© Plutón Ediciones X, s. l., 2020
Traducción: Alessia Lazcano
Diseño de cubierta:Alejandro Díaz
Maquetación: Saul Rojas
Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,
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I.S.B.N: 978-84-18211-39-3
Estudio Preliminar
La más popular, famosa y genial novela sobre el tema vampírico fue escrita por el irlandés Bram Stoker (1847-1912), titulada Drácula (Dracul = Demonio, Drácula=hijo del Demonio en rumano) inspirada probablemente en la persona de Vlad Tepes, reyezuelo de Transilvania (en la actual Rumania) que en el siglo XV mantuvo a raya a los turcos con métodos expeditivos como el de empalar a sus enemigos (de aquí su apodo de El empalador). Drácula sería una acepción peyorativa puesto que originariamente se refería a Dragón, a la Orden del Dragón, orden de la nobleza rumana medieval a la que pertenecería Vlad Tepes, tenido más que por un vampiro, como una especie de Carlomagno o Arturo, dispuesto a volver de entre los muertos, si su patria se hallaba amenazada. Drácula de Bram Stoker salió a la luz el 26 de mayo de 1897 en Nueva York, porque en el Reino Unido los editores no aceptaron el manuscrito. Stoker era un escritor muy poco conocido, funcionario público, mago, aficionado al ocultismo y asiduo partidario a las prácticas espiritistas (se le atribuye la pertenencia como miembro de la sociedad secreta Golden Dawn). La lectura de Drácula, evidencia que se inspiró en gente como Lord Byron, Mary Shelley, Polidori, Sheridan Le Fanu, Oscar Wilde... lo que le permitió no solo escribir esta novela, sino alguna que otra más como La guarida del gusano blanco, también de argumento vampírico. Drácula, tuvo un éxito extraordinario en los Estado Unidos, mucho antes de que lo alcanzara en Europa y se convirtiera en arquetipo de los vampiros. La novela fue la cristalización de todo cuanto había vivido su autor y de las personas que había conocido. Su vida gris al servicio del brillante Henry Irving fue un detonante que hizo explotar toda las fobias y represiones de una época llena de tabúes e hipocresía. No olvidemos que Stoker es producto de la época Victoriana. El autor no se olvidó del incipiente movimiento feminista, de los avances técnicos: la cámara fotográfica, la máquina de escribir, el fonógrafo, el telégrafo... Uno de los grandes aciertos fue que en más de trescientas páginas, el conde Drácula no aparece en todas. Pero su presencia se palpa en todas ellas. Es probable que a lo largo de la narración Stoker dirimiera su propia batalla interior y aunque otorgará la victoria a los buenos, estos aparecen retratados con menos interés, con una cierta desgana que hace todavía más relevante la fuerte personalidad del Conde, protagonista indiscutible, al que el autor prepara un final acorde con la moral vigente y muy a pesar suyo.
Simbolismo
Pocos mitos existen tan universales e inquietantes como el vampiro. En todas las culturas, la sangre es considerada como una forma de energía vital y hasta incluso la propia Iglesia Católica posee como dogma la Transubstanciación del pan y el vino en cuerpo y sangre de Cristo: Quien la coma y beba, vivirá eternamente, es decir, adquirirá sus propiedades, la Gracia Santificante, una especie de canibalismo ritual, según la escuela Psicoanalítica de Freud. El vampiro es un paradójico muerto vivo que reposa en su ataúd y por no haber logrado el descanso eterno es un símbolo demoníaco, un alma en pena que por ser espíritu no se refleja en los espejos y por estar maldito retrocede ante la visión del crucifijo, de la hostia consagrada y curiosamente de la ristra de ajos. Esta alma diabólica, condenada eternamente sin reposo, vive protegida por las tinieblas de la noche, dueñas y señoras del espacio infernal, pero no puede hacer nada ante la luz solar, símbolo de Dios, cuestión que no deja de ser sino la lucha eterna entre el bien y el mal. En el personaje de Drácula queda simbolizada toda la antigua nobleza feudal que explotaba y chupaba la sangre de los campesinos y el nuevo mundo urbano de la modernidad y la ciencia, terminará derrotándolo. Es un sujeto elegante, ataviado con traje de etiqueta, lo cual no es óbice para mostrar su nauseabundo entorno, que obra con nocturnidad, en el espacio propio del amor erótico. Drácula es el seductor en su dimensión más elevada. Seduce y espera que sean sus víctimas las que deseen ser poseídas. Así lo sexual se sublimará con su máxima entrega: la del Yo.
Por eso, tanto el vampiro, como la vampiresa han calado hondo entre el público porque las masas ven en su comportamiento, lo que desearían hacer y la sociedad se lo prohíbe. Stoker, que jamás había estado en Transilvania, había oído hablar sobre el extraño personaje que fue Vlad el Empalador, por lo que decidió inspirarse en él para escribir su más famosa novela recurriendo a la técnica narrativa de los diarios íntimos y a la epistolar. Para ello se documentó en la Biblioteca del Museo Británico, conoció algo acerca de las leyendas sobre chupa sangres y supo que para acabar con un cuerpo no muerto era necesario clavarle una estaca en el corazón para que definitivamente dejara de vagar eternamente, atormentando la vida pacífica de las gentes. Su éxito lo hizo saltar al teatro con numerosas adaptaciones al cine y más contemporáneamente, a la pequeña pantalla. Es curioso que la novela de Stoker, jamás ha sido acusada de blasfema a pesar de su significado y de utilizar elementos de la Iglesia Católica. Aunque en ella lo atractivo es el mensaje morboso, repugnante, tras lo superficial, subyace algo más profundo que se remonta al origen mismo de la naturaleza humana.
Otros relatos de Terror
Los relatos de terror que complementan esta edición son una continuación temática del lado más oscuro de Bram Stoker. Exploran diversas tragedias y escenarios escalofriantes producto de su fascinación con el ocultismo, lo gótico y lo grotesco, alentado a su vez por la modesta fama adquirida luego de la publicación de su obra más importante, Drácula. La mayoría de estos relatos fueron publicados por primera vez con el título El Huésped de Drácula y otras historias extrañas, en 1914, dos años después de la muerte del autor.
Todos exploran los más oscuros rincones del horror desde puntos de vista diferentes, cada cuento utilizando un estilo propio, diversas formas de narrar, enfoques novedosos en los personajes, escenarios inéditos para el autor y sin perder nunca de vista la búsqueda de obtener una respuesta emocional del lector, y qué mejor manera de lograrlo que con el refinado terror que lo caracterizaba.
Los cuentos incluidos en este volumen son: El huésped de Drácula, En el valle de la sombra, El entierro de las ratas, La Squaw, La casa del Juez, El sueño de las manos rojas, El regreso de Abel Behenna, La profecía gitana y Los Dualistas.
Drácula:
Capítulo I
Diario de Jonathan Harker
(Texto taquigrafiado)
Bistritz, 3 de mayo.— Eran las 8,35 de la tarde del día uno de mayo cuando partía de Múnich, y llegaba a Viena a primera hora de la siguiente mañana. La llegada estaba prevista para las 6,45; pero el tren llevaba una hora de retraso. Budapest era precioso, al menos por lo que pude ver a través de los cristales del convoy y después, al pasear por sus calles. No podía alejarme de la estación, pues habíamos llegado tarde y marcharíamos enseguida. El más occidental de los espléndidos puentes que cruzan el Danubio, de gran anchura y profundidad, se adentraba en una región, para mí desconocida, que recordaba mucho la antigua época de dominación turca. Tuve la impresión de salir del mundo occidental para entrar en el oriental.
El tren reanudó su marcha con bastante puntualidad, y llegamos a Klausenberg hacia el ocaso. Me hospedé en el hotel Royal; solo para pasar la noche. Para cenar