El anuncio del jeque. Sharon Kendrick
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© 2020 Sharon Kendrick
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
El anuncio del jeque, n.º 2835 - enero 2021
Título original: The Sheikh’s Royal Announcement
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
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I.S.B.N.: 978-84-1375-210-5
Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
NADA más entrar en la habitación, Caitlin percibió el olor a peligro. Un aroma rancio permanecía en el salón e impregnaba las sillas con almohadones de terciopelo. Ella se puso en alerta, puesto que ya le había sucedido en otras ocasiones. Era como si alguien la estuviera observando. Últimamente, se había dado la vuelta de repente, como si esperara a ver algo o alguien extraño detrás de sí, pero nunca había encontrado nada y Caitlin se había regañado por sobresaltarse con tanta facilidad.
Tenía la piel de gallina y se volvió para mirar a su alrededor. Desde las grandes ventanas se veía el jardín bañado por la luz del otoño. Ella se estiró la manga del jersey y agradeció haberse puesto los leotardos de lana ya que en los hoteles escoceses siempre había humedad, sin importar lo lujosos que fueran. Y aquel en el que se encontraba era de lujo, a juzgar por su imponente exterior y por el renombre que tenía en la ciudad.
Había llegado justo antes de las once, tal y como le habían indicado. El reloj anunció la hora justo cuando un gerente educado la acompañó hasta la habitación que debía ser la más importante del hotel. Ella esperó con nerviosismo durante diez minutos, preguntándose a quién iba a conocer y qué iban a ofrecerle.
Un trabajo. El trabajo de su vida, tal y como le había informado la agencia, y con un sueldo que normalmente solo aparecía en los cuentos de hadas. Y aunque era algo que sonaba demasiado bien como para ser cierto, no era suficiente como para detenerla. ¿Quién iba a rechazar algo así? Caitlin no. Ya que tenía una boca que alimentar y nada que pudiera asegurarle un buen futuro. ¿Por qué no iba a explorar cualquier oportunidad que le surgiera cuando escaseaban las oportunidades para una madre soltera que vivía en una isla remota de Escocia?
Estaba contemplando un cuadro cuando oyó que se abría una puerta detrás de ella. Con una sonrisa, Caitlin se volvió para saludar a la persona que iba a ofrecerle el empleo. No obstante, su sonrisa se desvaneció al mirar al hombre que acababa de entrar y estaba cerrando las puertas. Ella se mareó y sintió que podía desmayarse.
Kadir Al Marara.
No podía ser él.
Por favor, que no fuera él.
Lo era. La masculinidad que irradiaba de la persona poderosa que tenía delante era inconfundible. Caitlin notó que se ponía pálida al mirar al rostro oscuro que había inundado sus sueños y su conciencia durante cinco años, por mucho que ella hubiera intentado olvidarlo. No obstante, la versión real de aquel hombre resultaba mucho más inquietante que la imagen que aparecía en su cabeza cuando menos lo esperaba. Y ella solo podía hacerse una pregunta:
¿Por qué estaba él allí?
Durante un momento, se quedó paralizada. Después, miró de arriba abajo al hombre que había pensado que nunca volvería a ver. El hombre que era diferente a todos los demás, por su aspecto exótico y su imponente presencia. Su rostro era el más atractivo que había visto nunca, con ojos color azabache rodeados de piel bronceada. Ella recordaba su nariz aguileña y sus pómulos prominentes. Y se preguntaba cómo podía haber confiado en él de esa manera nada más conocerlo. ¿Cómo podía haberse creído que simplemente era un hombre de negocios, cuando todo su ser reflejaba que su linaje pertenecía a la realeza?
«¿Lo sabrá?», se preguntó ella. ¿Sabría que tenía un hijo pequeño que era muy parecido a él? Y si lo sabía, entonces ¿qué? ¿Volvería a irrumpir en su vida y la cambiaría para siempre como ya había hecho anteriormente?