Entre el barro y el fuego. Gerardo López Laguna

      HACER, DECIR, PENSAR, ORAR

      A duras penas hacer

      en la piel de los hermanos,

      mísero y humilde signo

      que largo dista de lo dicho.

      Y mi decir es incierto,

      fruta verde de mi pensamiento.

      Mas mi pensar es titubeo,

      de mi orar desvaído reflejo.

      Y mi orar, Dios mío, mi orar...

      ...horizonte inasequible

      que reclama la conquista,

      pero mata los orgullos;

      porque canta siempre en Alto

      que el Amor es para el hombre

      como lluvia dadivosa

      que desborda humanos diques.

      La conquista, desarmada,

      torna marcha enamorada

      de humilde peregrino,

      torna ansia del Amado

      y suspiro por el beso,

      la caricia y el abrazo...

      De cierto que no los del mundo, no...

      pues que quieren y no pueden

      calmar el ansia infinita

      que refleja mi mirada,

      cuyo fondo desposado

      con Aquel que quiere y puede

      me arrebata las entrañas,

      las secuestra de mi mundo

      y conduce a una Morada

      de la que nada decir se puede.

      Y resisto como un necio

      y negocio condiciones

      que desdicen de mi sed,

      mas Su Rostro me golpea

      en ternuras y en llamadas

      que me muestran horizontes

      de grandezas y de amores,

      y de gestas y senderos,

      y de noches y prisiones,

      y de cantos y de almas,

      bendiciones en las calles,

      oraciones en las celdas...

      En secretos esponsales

      Él desnuda mi alma,

      y en lenguaje enamorado

      me susurra sus promesas...

      «Arderás en la oración

      en el fuego de la zarza

      y las llamas darán Luz,

      y en tu mente la Verdad

      que acomete las tinieblas,

      como río de Mi Templo

      hará fecundo tu verbo...

      Miserable y poderoso

      podrás acercarte a ellos

      con alforja de alegría

      a resguardo de ladrones.

      Y no importa la cosecha

      pues llamado estás a siembra,

      cinco panes y dos peces,

      unas manos al arado

      y verás cosas mayores».

      Recostado en el Amado

      con el pecho enardecido

      de impotencias humillantes,

      yo retorno a mis hermanos,

      y sin libro de balances

      en haceres y decires,

      en pensares y quereres,

      aso