La moneda en el aire. Roy Hora
cambiario que la flotación libre. En un escenario de ese tipo era obvio que había que ir al control de cambios, pero no teníamos ni un dólar de reserva y tampoco horizonte, ya que faltaban varios meses para entregar el poder. Y la situación era bien complicada. Nuestras expectativas estaban tan disminuidas que el último día hábil antes de la elección del 14 de mayo, una vez que cerraron los mercados, Mario Vicens trajo una botella de champagne y brindamos no porque íbamos a ganar sino porque habíamos logrado que no hubiera un colapso financiero. Brindamos porque llegamos sin la necesidad de decretar un feriado cambiario y bancario. Una débil luz en medio de la oscuridad.
RH: En circunstancias más normales, eso hubiera sido un logro bastante modesto. Lo que sugiere que estaban listos para dejar el gobierno a la primera señal.
PG: Y esa señal llegó dos o tres días después de la victoria de Menem. Mientras estábamos reunidos en el Ministerio, escuchamos por radio a José Luis Manzano reclamando “que se vayan del gobierno los últimos restos del ‘sourrouillismo’”, o del “sirraulismo”, como le decían peyorativamente. Nos miramos con Mario Vicens y Ricardo Carciofi: “Esta es nuestra oportunidad, rajemos”, les sugerí. Y allí mismo presentamos la renuncia, mientras Pugliese se estaba yendo al Ministerio del Interior y todavía no se había nombrado un ministro de Economía que lo sustituyera. Cuando recuerdo mi paso por la función pública, una de las cosas de las que más me arrepiento es esa huida final. Todavía hoy esa escapada me avergüenza.
RH: Le tocó a Jesús Rodríguez acompañar a Alfonsín hasta el final, por lo visto en bastante soledad. Lo único que tenía a su favor es que se había adelantado el traspaso del mando, y no faltaba tanto para llegar a la otra orilla.
PG: Sí. Jesús se sintió muy dolido con nuestra huida. Tiempo más tarde, cuando lo hablamos, me puso la mano en el hombro y me dijo: “No jodas más, vos sabés: todos hacemos estas cosas”. Pese a todo, no me puedo sacar de encima ese momento de egoísmo. Porque, cuando uno está en un equipo, lo que no existe es la renuncia. La renuncia es un acto de soberbia.
3. De Menem a la Alianza
“Hacer economía política durante la gestión de De la Rúa fue, ante todo, rezar para que el mundo se volviera amigable para la Argentina, y la Convertibilidad se volviera sustentable como consecuencia de un golpe de fortuna”.
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