Título original: Hinführung zu Thomas von Aquin. Zwölf Vorlesungen
© 1986 by Kösel – Verlag GMBH & Co., München
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ISBN (versión impresa): 978-84-321-5262-7
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Índice
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Observación previa
Clave de abreviaturas
I. El siglo «occidental», una época nada armónica. Tomás protagoniza un breve momento de plenitud «clásica».—Observaciones sobre bibliografía: Chesterton, Grabmann, Chenu, Gilson.—Panorama de los acontecimientos de la carrera docente
II. A su «biografía» pertenece también la canonización, la elevación a «Doctor de la Iglesia», a «Doctor universal».—En qué consiste lo ejemplar de Tomás. Perfección y originalidad. La preocupación por no omitir nada.—Las primeras decisiones: por la «Biblia» y por «Aristóteles».—El «movimiento de pobreza» y los comienzos de la Orden de Predicadores
III. Ingreso en la Orden dominicana. «Perfección evangélica» y pasión por la enseñanza.—Amenaza al propósito originario: la Inquisición. La postura de Santo Tomás.—Aristóteles y la Cristiandad de la Alta Edad Media. Pedro de Hibernia, un nuevo estilo
IV. Tomás no se hace «aristotélico». Afirmación del mundo sensible. No se trata del Aristóteles histórico. «Cuál es la verdad de las cosas.» Sentido de la cita hoy y en Tomás
V. «Sin Tomás, Aristóteles estaría mudo.» Lo problemático de la interpretación «ahistórica».—La Universidad medieval: pese a la prepotencia teológica, no es una institución jerárquica; una institución para toda la Cristiandad; vinculación a la ciudad.—París: la más pura realización de la Universidad
VI. Tomás y París, «su elemento natural».—La polémica de los Mendicantes; la conquista de la Universidad por las Órdenes mendicantes.—Los primeros años de enseñanza. Inicio de la obra escrita
VII. La disputación como elemento estilístico. Orígenes en el Diálogo platónico y en la Tópica aristotélica.—La estructura del artículo en Tomás.—Espíritu de la disputatio: escuchar al interlocutor; respetar su argumentación y su persona; dirigirse al otro; renuncia a la terminología caprichosa; aclarar, no hacer exhibiciones.—La disputación como lugar de verificación de la universalidad.—Posible motivo de la degeneración de la discusión pública hoy: falta el modelo vinculante
VIII. Tomás es ante todo maestro, a pesar de las numerosas misiones especiales.—La enseñanza como forma de la vida espiritual. Pensar a partir de los principiantes. La maestría del oficio didáctico.—Visión panorámica de las «obras principales». Los Opúsculos; los Comentarios; las Quaestiones disputatae; las dos Summas. La Summa Theologica como reflejo del suceder
IX. El latín medieval no era una lengua muerta. Universidad y lenguaje «técnico». De Cicerón y Séneca, pasando por Boecio, a Tomás: traducción del griego. Lo creativo de este proceso de apropiación.—Belleza literaria en Tomás: carácter de instrumento cabal. No obstante, se evita el lenguaje técnico artificial. Desconfianza frente a la «terminología». El empleo vivo del lenguaje como norma.—Sobriedad del lenguaje como expresión de la máxima apertura a la realidad
X. La tarea que se propone Tomás: coordinar lo natural y sabido con lo sobrenatural y creído de tal forma que sean reconocidos los derechos propios de ambos campos.—Decidida secularidad. Abierta afirmación del cuerpo. Influencia en el estilo del pensamiento teológico.—A la par contra el secularismo de Sigerio de Brabante y contra la intemporalidad de la Teología dominante.—Secularidad teológicamente fundada. Los argumentos basados en la Creación y en la Encarnación. El principio del Occidente cristiano: unión de las obligaciones mundanas con la apertura a la llamada de lo supramundano
XI. Cristianismo no occidental. «Occidente»: no una suma de instituciones, sino un proyecto histórico. Serenidad ante los conflictos siempre renovados.—La interpretación «existencial» de los conceptos de ser y Dios. «Yo soy el que soy». Existir como un estar inflamado por el actus purus. Por ello todo ente no sólo es bueno, sino santo.—La relación de lo filosófico y lo teológico en Tomás. Los conceptos «Filosofía» y «Teología». Sólo es admisible su relación, en tanto en cuanto ambos sean aceptados como actos espirituales legítimos
XII. Filosofía y Teología tienen ambas que ver con la realidad total, en tanto en cuanto ésta se encuentra en la mirada dirigida al mundo, y en tanto en cuanto se encuentra en la escucha de la «palabra de Dios». El problema de la limpia delimitación metodológica es, de manera específica, insignificante: tanto el filósofo como el teólogo tienen que comportarse de tal forma que no excluyan formalmente de su consideración ninguna información alcanzable acerca de la realidad.—¿Ancilla Theologiae? La Teología es la que necesita de la totalidad del conocimiento natural del mundo.—La Summa Theologica no es en absoluto un «sistema cerrado»; el carácter fragmentario pertenece a su afirmación. Teología negativa y Filosofía negativa. La inmunidad contra falsas exigencias de totalidad
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