Astronomía al aire III. Héctor Rago
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ASTRONOMÍA AL AIRE
Volumen 3
Héctor Rago A.
Universidad Industrial de Santander
División de Publicaciones
Bucaramanga, 2021
Página legal
Colección Biblioteca Comunidad UIS
Un libro para todos
ASTRONOMÍA AL AIRE
Volumen 3
Héctor Rago A.
Profesor, Universidad Industrial de Santander
Ilustraciones: Domingó
Primera edición, mayo de 2021
©Universidad Industrial de Santander
Reservados todos los derechos
ISBN: 978-958-53312-0-4
Diseño, diagramación e impresión:
División de Publicaciones UIS
Carrera 27 calle 9, ciudad universitaria
Bucaramanga, Colombia
Tel: (7)6344000, ext. 1602
ediciones.uis.edu.co
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra,
por cualquier medio, sin autorización escrita de la UIS.
Impreso en Colombia
Prólogo
Todos hemos visto en los últimos años la explosión de los medios de comunicación, tanto masivos como de interconexión personal. Ello ha conducido a la casi absoluta libertad de expresión en que han soñado muchos pensadores de Occidente. Todavía parece temprano juzgar si eso es bueno o malo. Lo único cierto es que la mente de la persona media navega en la actualidad en un proceloso mar de información, en el cual difícilmente puede distinguirse lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso. Por ejemplo, hasta los pasados años noventa existían canales de televisión internacionales que mostraban con frecuencia excelentes documentales científicos e históricos. En la actualidad el 80 % de la programación de esos canales está dedicada a temas como los “alienígenas ancestrales”, “Pie Grande”, “cazafantasmas”, etc.
De este modo, la ciencia ha sido particularmente afectada por ese fenómeno de información incontrolada, y las personas sin defensas mentales adecuadas pueden aceptar como ciertas muchas teorías estrambóticas, paranoicas y conspiranoicas, y rechazar, por el contrario, el aurea mediocritas de la realidad que le muestra la ciencia. A veces eso puede tener desgraciadas consecuencias prácticas, como se ha visto en el tiempo que la pandemia del SARS-CoV-2 lleva azotando a la humanidad desde principios de 2020.
Sobre el fondo de este panorama se hace más necesaria que nunca la existencia de buenos divulgadores científicos (science writers, dicen en inglés) que pongan a la altura del público general los conocimientos de la ciencia estándar, desbrozándolos de la basurita en que normalmente los envuelven los mass media. En nuestro ámbito regional uno de esos divulgadores es el físico relativista venezolano Héctor Enrique Rago Albujas, quien, desde hace muchos años, y paralelamente a su labor investigativa en la Universidad de los Andes (Mérida), ha venido publicando en nuestro idioma artículos y libros sobre diferentes temas científicos de actualidad, especialmente aquellos que de una u otra forma tienen que ver con física y matemáticas.
En los años recientes, el profesor Rago ha colaborado con la Escuela de Física de la Universidad Industrial de Santander y con su Grupo Halley de Astronomía y Ciencias Aeroespaciales. Una de las actividades desarrolladas ha sido el programa radial, blog y podcasts “Astronomía al aire”, que se transmite por las emisoras institucionales de la UIS y otras emisoras universitarias en varios países. En el presente tomito (el tercero de la serie), se recopilan 31 textos sobre diferentes temas que han sido presentados en ese programa (algunos de ellos han sido publicados en el diario El Espectador), y que van desde el big bang hasta los gravitones, pasando por reflexiones sobre el tiempo y los aspectos matemáticos de la música, incluyendo minibiografías de científicos como madame Curie, Cantor, Turing y Perelmán, entre otros.
Estamos seguros de que el presente libro será uno de los mejores antídotos con que puedan contar los lectores colombianos en la lucha contra las fake news y la información anticientífica que en nuestro tiempo inundan los medios de comunicación.
Bernardo Mayorga
Bucaramanga, mayo de 2021
Pensar y sentir la luna
He visto una cosa blanca en el cielo. Me dicen que es la luna, pero qué puedo hacer con una palabra y con una mitología.
Jorge Luis Borges
La Luna es, a veces, un refulgente disco de plata o de marfil, y, otras veces, una galleta mordida. Voluble y cambiante, dicen que dijo William Shakespeare. Es un mito persistente en el imaginario de todas las culturas y es inspiración definitiva de boleristas enamorados, poetas y locos, que de ellos todos tenemos algo.
Su rostro oculto es una metáfora de lo que tuvimos que develar para conquistarla y hacerla nuestra. La Luna ha sido decisiva en la construcción de la física, y a su vez las leyes de la física nos permiten indagar acerca de su verdadero rostro.
Pensar en la Luna, saber dónde está en cada instante del tiempo, saber su velocidad, cuál es su trayectoria, su tamaño, su masa, su historia, su superficie y su influencia sobre nuestro planeta fue absolutamente necesario para la conquista real que significó sentirla y poner los pies en ella, con toda la carga simbólica que esta posesión representa.
El medio siglo de la llegada del hombre a la Luna nos permite vislumbrar la feroz competencia por el conocimiento científico, la veloz carrera por el dominio tecnológico necesario para la delicada misión y el fantasma de la motivación bélica —de cohetes y tecnología nuclear—, en un contexto de oposición de dos sistemas políticos irreconciliables. Hablamos de una época turbulenta, llena de temores y paranoias, por el riesgo de que la guerra dejara de ser fría y estallara de nuevo una confrontación mundial.
How high the moon.
Nancy Hamilton
Todo comienza cuando la humanidad aprendió a calcular cuán alta está la Luna, conoció la distancia que nos separa de ella y así empezó a despojarla de su contenido místico. El cómputo se hizo posible gracias a una afortunada coincidencia: el Sol y la Luna ocupan un área similar en el cielo, es decir, vistos desde la Tierra, el ángulo que ellos forman es el mismo. Por eso durante los eclipses totales de Sol no falta Luna ni sobra Sol.
La Luna es pequeña y está cerca de nosotros, mientras que el Sol es grande y está lejos. Esto resulta una coincidencia afortunada, porque la duración total de los eclipses y el tamaño de la Tierra permiten (geometría mediante) determinar que la Luna se encuentra a unas 70 veces el radio de la Tierra, es decir, a una distancia aproximada de 390.000 kilómetros.
Tal cálculo lo hicieron los griegos un siglo y medio antes de nuestra era. Con ese valor y el ángulo que la Luna forma, podemos precisar su tamaño, que resulta ser de unos 1740 kilómetros de radio, es decir, aproximadamente la tercera parte del radio de la Tierra. Una vez conocida la distancia entre la Tierra y la Luna, determinados momentos de sus fases permiten medir la distancia entre la Tierra y el Sol. La Luna nos habla del sistema solar.
La Luna que no cae y la manzana que cae.
Ernesto Sábato
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