Relación historica de los sucesos de la rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru en las provincias del Peru, el año de 1780. Unknown

Relación historica de los sucesos de la rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru en las provincias del Peru, el año de 1780 - Unknown


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que expidió José Gabriel Tupac-Amaru, en que espresaba todas sus crueles y ambiciosas intenciones: lo que, llegado á noticia del corregidor, D. Ramon de Urrutia, juntamente con los extragos que causaba en las provincias de Lampa y Carabaya, le determinaron á prevenirse para cualquier acontecimiento. Formó compañias de los cholos y vecinos, para disciplinarlas en el manejo de las armas, destinando diferentes sitios para la enseñanza, donde concurrian semanalmente dos veces, y aprendian con gusto la doctrina de sus maestros: algunos desde luego no aprobaron esta diligencia, ó porque eran adictos al principal rebelde Tupac-Amaru, cuya venida deseaban con ansia, ó lo mas cierto, porque eran sus confidentes. Estos tales solamente concurrian á aquel acto para emular á los que enseñaban, que eran europeos, y á formar diferentes críticas sobre sus operaciones, al mismo tiempo que con insolencia fijaban pasquines opuestos á la corona, censurando el gobierno del corregidor y demas jueces. Entre ellos amaneció uno el dia 25 de Diciembre de 1780, en que se anunciaba el asesinato, que despues egecutaron con los europeos, y zaherian la conducta de D. Fernando Gurruchaga, Alcalde ordinario, que acababa aquel año, con dicterios denigrativos á su persona, y de la justicia. Tambien prevenian en él á los individuos del Cabildo, se abstuviesen de elegir Alcaldes europeos, porque si tal sucedia, no durarian ocho dias, porque se sublevarian y serian víctima de su enojo, por ser ladrones: y que para evitar tan funesto suceso, habian de nombrar precisamente de Alcaldes á D. Juan de Dios y á D. Jacinto Rodriguez.

      El Corregidor, cuidadoso con estas públicas amenazas, é insolentes pretensiones: obraba vigilante en la averiguacion y pesquiza de los autores, pero por mas exactas diligencias, así judiciales como extrajudiciales que practicó, nunca pudo saber la verdad para castigar á los delincuentes, á fin de mantener á todos con la quietud y buena armonia, á que siempre propendió desde el ingreso á su corregimiento.

      Llegado el dia de la eleccion, para el año de 1781, propuso á los vocales nombrasen á sugetos benémeritos y honrados, de buenas costumbres y amantes de la justicia, para que así pudiesen desempeñar con acierto los cargos, con la madurez y juicio que previenen las leyes, y requerian las críticas circunstancias, en que se hallaba el reino. Para este efecto les propuso á D. José Miguel Llano y Valdez, patricio, á D. Joaquin Rubis de Celis, y D. Manuel de Mugrusa, europeos, con la mira de que saliese la vara de la casa de los Rodriguez, que pretendia hacerla hereditaria, y que ni ellos ni ninguno de sus parciales y domésticos, fuese elegido, pues hacian 18 años que estos sugetos estaban posesionados de aquellos empleos, sin permitir jamas que fuesen nombrados otros, por la desmedida ambicion de gobernar que los dominaba: y tambien para evitar las injusticias, estorsiones y violencias, que con título de jueces egecutaban con toda clase de gentes, validos del depotismo sin límite que habian adquirido, con el cual protegian todo género de vicios, de que adolecian sus dependientes y criados.

      Trascendida por los Rodriguez esta idea, previnieron algunas alteraciones y diferencias para el dia de la eleccion: no obstante prevalecieron los votos á favor de la justicia, y salieron electos los propuestos por el Corregidor, que aborrecian cruelmente los Rodriguez, por la desemejanza de costumbres y nacimiento: y no podiendo ocultar la ponzoña que encerraban sus corazones, al ver se les habia quitado el mando, que tantos años tenian como usurpado, se quitaron la máscara, para dejarse ver á todas luces sentidos contra él. D. Jacinto estuvo para morirse con lo vómitos que le ocasionó la cólera del desaire, y D. Juan salió de la villa para su ingenio á toda prisa, dejando prevenido en su casa, que ninguno de sus clientes saliese á las corridas de toros, que regularmente celebran los nuevos Alcaldes para festejar al público, ni que á estos se les prestase cosa alguna que pidiesen para los refrescos acostumbrados. En este mismo dia empezó á descubrirse la liga que habia formado con ellos el cura de la iglesia matriz. Sucedió pues, que siendo costumbre de tiempo inmemorial, que acabadas las elecciones, y confirmadas por el corregidor en la casa capitular, pasaba todo el Cabildo á la iglesia mayor á oir la misa de gracias, se dirigieron los Cabildantes á esta pia demostracion, pero estando ya á las puertas de la iglesia, salió al encuentro el sacristan para decirles que no habia misa, porque ninguno habia dado la limosna.

      Estaban las cosas en este crítico estado, cuando llegó la noticia de la muerte de Tomas Catari; y creyendo el corregidor de Pária, D. Manuel Bodega, que quitado este sedicioso perturbador de la quietud pública, le seria fácil sugetar la provincia, cobrar los reales tributos y su reparto, determinó ir á ella con armas y gente. Pidió para esto á Urrutia le auxiliase con soldados, que le negó, previniendo no podian resultar buenas consecuencias: pero Bodega mal aconsejado, juntó 50 hombres, pagados á su costa, y emprendió la marcha al pueblo de Challapata, donde él y los mas que le acompañaban, pagaron con la vida su lijera determinacion.

      Con este hecho, persuadidos quedaron los indios de Challapata, Condo, Popó y demas pueblos inmediatos, que el corregidor de Oruro habia auxiliado al de Pária con armas y gente para castigarlos, desde aquel dia amenazaban la villa y el corregidor, protestando asolarla, y dar muerte á todos sus habitantes. Agregóse á esto, que un religioso franciscano, llamado Fray Bernardino Gallegos, que á la sazon se hallaba de capellan en los ingenios de D. Juan de Dios Rodriguez, solapando su malicioso designio, decia habia oido, que los indios de Challapata estaban prevenidos para invadir á Oruro, y que el principal motivo que los impelia, era saber que se hacia diariamente egercicio, por lo que consideraba conveniente se suspendiese; pues sin mas diligencia que esta, se sosegarian los ánimos de aquellos rebeldes, porque su resentimiento nacia unicamente de aquella disposicion. El corregidor, ya fué que no dió asenso á los avisos de aquel religioso, ó porque penetrase su interior, no alteró sus providencias, de que nacieron continuos sobresaltos y cuidados: porque, resentido de esto, no cesó de esparcir en adelante funestas noticias, que amenazaban por instantes el insulto ofrecido por los indios circunvecinos. En este conflicto se dudaba el medio que debia elegirse: no habia armas, ni pertrechos; hacíanse cabildos públicos y secretos; nada se resolvia por falta de dinero en la caja de propios, ó por decirlo con mas propiedad, por no haber tal caja, porque hacia muchos años se habia apoderado de su fondo D. Jacinto Rodriguez. Tampoco podia acudirse á las cajas reales, porque lo resistian sus oficiales, alegando no serles facultativo extraer cantidad alguna, sin órden espresa de la superioridad; y por último recurso, se pensó en que los vecinos contribuyesen con algun donativo, que tampoco tuvo efecto, por la suma pobreza en que se hallaban. En estos apuros se manifestó el celo del tesorero D. Salvador Parrilla, dando de contado 2.000 pesos de sus propios intereses, para que se acuartelasen las milicias, y se previniesen municiones de guerra, entre tanto se daba parte á la Audiencia, para que deliberase lo que tuviese por conveniente. Con esta cantidad se dió principio á los preparativos; pusiéronse á sueldo 300 hombres: se nombraron capitanes y demas oficiales, para hacer el servicio: D. Manuel Serrano, formó una compañia de la mas infame chusma del pueblo, y nombró por su teniente á D. Nicolas de Herrera, de génio caviloso, que despues fué uno de los que mas sobresalieron en esta trágica escena.

      Acuartelada así la tropa, se suscitaron muchas disenciones por la poca subordinacion de los soldados, la ninguna legalidad en los oficiales para la suministracion del prest señalado, y otros motivos, que se originaban, mas por la disposicion de los ánimos, que por, las fundadas quejas.

      El dia 9, á las diez de la noche, salieron del cuartel algunos soldados de la compañia de Serrano, pidiendo á gritos socorro á los demas; y preguntada la causa, respondió en voz alta Sebastian Pagador:—"Amigos, paisanos y compañeros, estad ciertos que se intenta la mas aleve traicion contra nosotros por los chapetones: esta noticia acaba de comunicárseme por mi hija; en ninguna ocasion podemos mejor dar evidentes pruebas de nuestro amor á la patria, sino en esta: no estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas gustosos en defensa de la libertad, convirtiendo toda la humildad y rendimiento, que hemos tenido con los españoles europeos, en ira y furor, y acabemos de una vez con esta maldita raza." Se esparció inmediatamente por todo el pueblo este razonamiento, y la mocion en que estaban las compañias milicianas, no descuidándose D. Nicolas Herrera en atizar el fuego, contando en todas partes con los colores mas vivos, que su malicioso intento pudo sugerirle, la conjuracion de los europeos.

      Sebastian Pagador habia sido muchos años sirviente en las minas de ambos Rodriguez, y en aquella actualidad concurria á ellas por las tardes con D. Jacinto, donde este se ponia ébrio, mal de que adolecia comunmente. Entre otras producciones de la borrachera, salió con el disparate que el corregidor le queria ahorcar, juntamente


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