Fundamentos De La Psicología Clínica. Juan Moisés De La Serna
exterior en un futuro.
Como hemos visto, la Psicología Clínica surgió como una rama de la Psicología especializada en el ámbito de la salud mental, campo que ha compartido desde sus orígenes con la Psiquiatría.
De hecho, ha sido mucho la discusión sobre el solapamiento de ambos ámbitos de intervención, a pesar de que procedan de aproximaciones totalmente diferentes, la primera, la Psicología Clínica, como rama de la psicología, dedicada al estudio e investigación de la persona, en este caso con patologías mentales. La segunda, la Psiquiatría, es una rama de la medicina centrada en atender los problemas de salud mental, como una especialización más de la forma de trabajo médico.
Hay que tener en cuenta que la forma de trabajar de ambos es diferente, en muchos países, el médico especialista, el psiquiatra puede recetar medicamentos, de hecho, es el tratamiento principal que emplea.
En cambio, el psicólogo clínico, no puede recetar medicamentos y eso a pesar de estar formado en ello con asignaturas de psicofarmacología, centrando la intervención en los pacientes a través de las psicoterapias.
Es cierto que, en algunos países, como en EE.UU. los psicólogos si pueden recetar, aunque un limitado número de medicamentos, sobre todo asociados al control del estado de ánimo como antidepresivos o ansiolíticos.
Igualmente, la aproximación sobre los signos y síntomas que se hablará en el siguiente apartado es diferente, así los psiquiatras se basarán sobre todo en la presencia de signos, mientras que los psicólogos lo harán en los síntomas del paciente.
Pero si hasta ahora estamos hablando sobre salud mental o psicopatologías, falta que definamos este campo de estudio, para ello nos hacemos eco de las palabras de la Organización Mundial de la Salud, quien define la salud como:
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”
El ámbito de la Psicología Clínica haría pues referencia a la falta de salud de la persona, pero circunscribiéndose en el aspecto “mental” del mismo.
Aunque hay que señalar que la enfermedad mental tal y como veremos en el apartado tercero, va tener un origen multifactorial, e igualmente va a tener importantes consecuencias que sobre la persona que lo padece, sus familiares y allegados.
Consecuencias que van a afectar tanto al ámbito psicológico, de las relaciones interpersonales e incluso laborales o de rendimiento escolar.
Si hablamos de consecuencias psicológicas, hay que tener en cuenta que una de las dificultades para los pacientes con trastornos de salud mental es el estigma social que esta entraña en muchos casos, así, si ya es duro padecer una enfermedad, lo es aún más cuando los demás la conocen, ya que el paciente no sabe cómo van a reaccionar los demás de su alrededor.
Uno de los problemas añadidos a los pacientes es la incomprensión de sus familiares y amigos. Esta incomprensión primeramente se produce cuando existe una falta de conocimiento sobre dicho padecimiento, cómo se ha adquirido, cómo afecta al paciente, pero sobre todo sobre cómo se le debe de tratar.
Tradicionalmente con la esquizofrenia, los pacientes eran aislados del resto del mundo, confinados en sus propias casas o en centros especializados, donde no pudiesen “hacer mal” a nadie, siendo ocultada dicha realidad por la familia, como signo de vergüenza. Los amigos por su parte, solían también alejarse debido a que no se tenía demasiado conocimiento sobre si aquello era peligroso, contagioso o curable.
Es lo que se denomina estigmatización, por el cual un paciente lleva como un “cartel” que dice, “cuidado” y los demás al ver esa etiqueta reaccionan aislándolo.
Algo parecido ha sucedido con una enfermedad, que, por ser relativamente reciente, no se sabía muy bien cómo reaccionar ante ella. El V.I.H. (Virus de Inmunodeficiencia Humana), una enfermedad que tuvo su apogeo sobre los años ochenta y que se extendió rápidamente entre aquellos que realizaban prácticas de riesgo relacionadas con el sexo o con el consumo de drogas.
Un colectivo al principio muy específico que favoreció el desarrollo de la idea general de ese “cartel” que permitió la estigmatización, produciéndose similares sentimientos de rechazo e incomprensión.
Pero la estigmatización no es sólo un rechazo frontal en el que se va poco a poco excluyendo a la persona de realizar actividades con sus amigos y compañeros, sino que es incluso más sutil, haciendo que estos pacientes tengas mayores dificultades a la hora de encontrar trabajo o mantenerlo, con lo que la sociedad poco a poco los va excluyendo, ya que, sin trabajo, las posibilidades económicas se ven limitadas, y así sus posibilidades de desarrollo personal y social.
Ya hemos visto, que ya sea por padecer una enfermedad metal como la esquizofrenia o por padecer una enfermedad física como el S.I.D.A. (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) los dos tipos de pacientes van a recibir y percibir ese rechazo de familiares y amigos, pero entre estas dos enfermedades, una mental y otra física, ¿Cuál es las dos está más estigmatizada?
Esto es precisamente lo que trata de averiguar un estudio realizado por el Hospital Federal de Neuropsiquiatría (Nigeria) y publicado recientemente en African Journal of Psychiatry.
En el estudio participaron 182 pacientes, la mitad diagnosticado con VIH y la otra mitad con esquizofrenia.
A todos ellos se les administró una escala que evalúa la estigmatización de una enfermedad (Internalized Stigma of Mental Illness Scale – I.S.M.I.) a la vez que se recogían los datos demográficos de los pacientes.
Los resultados muestran elevados niveles de estigmatización percibida, que casi llega a la mitad de los casos entre los que sufren esquizofrenia, mientras que entre los pacientes con V.I.H. sólo se presenta en uno de cada tres pacientes.
Las correlaciones de estos resultados con los datos demográficos muestran diferencias importantes entre ambas patologías.
Si en el caso de la estigmatización percibida entre pacientes con esquizofrenia está relacionado con un bajo nivel educativo, así como con la carencia de empleo.
En el caso de los pacientes de V.I.H. ni el nivel educativo ni el realizar o no empleo afecta en su estigmatización, en cambio le afecta significativamente el ser soltero, algo que por otra parte parece lógico debido a que ésta enfermedad está relacionada con las relaciones sexuales.
Una vez me preguntaron exactamente qué era una determinada psicopatología, en ese caso fue sobre el autismo, actualmente denominado como Trastorno del Espectro Autista y yo me remitía a lo que en ese momento decían los manuales de diagnóstico clínico.
A saber, existen dos que son los más usado, uno empleado principalmente en EE.UU. denominado Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en inglés (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, D.S.M.) actualmente en su versión quinta, que suele encontrarse su denominación como D.S.M.-V
En Europa por su parte el manual más comúnmente empleado es la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud en su versión décima, también conocido como C.I.E.-10, o en sus siglas inglesas I.C.D.-10 (International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems).
En ambos manuales se establece una clasificación de trastornos mentales, y de cada uno de ellos, los subtipos correspondientes en función de la edad de inicio o causas.
De cada trastorno mental tanto el D.S.M.-V como el C.I.E.-10 se contiene una descripción de su sintomatología, y en ocasiones de algunos signos, el origen, la población afectada, la comorbilidad con otros trastornos y en ocasiones la evolución de la misma.
De forma que cuando llega un paciente a consulta, y tras la entrevista clínica correspondiente, se puede consultar el D.S.M.-V o el C.I.E.-10 para comprobar a qué psicopatología se corresponden esos síntomas descritos por el paciente
El D.S.M.-V no mantiene la misma clasificación del C.I.E.-10, e incluso, dentro de un mismo trastorno se puede describir requisitos