Un Mar De Armaduras . Морган Райс

Un Mar De Armaduras  - Морган Райс


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Reece vio la embarcación ante él, sus hombres esperaban.

      Se detuvo ante ella, y Srog se volvió hacia él y estrechó su hombro con calidez.

      "Voy a contarle todo esto a Gwendolyn", dijo Reece. "Le diré tus preocupaciones. Sin embargo, sé que está decidida con estas islas. Las considera como parte de una estrategia mayor para el Anillo. Por ahora, al menos, debes mantener la armonía aquí. No importa lo que cueste. ¿Qué necesitas? ¿Más embarcaciones? ¿Más hombres?"

      Srog sacudió la cabeza.

      "Ni todos los hombres ni embarcaciones del mundo cambiarán a la gente de estas Islas Superiores. Lo único que lo hará, es el filo de la espada".

      Reece lo miró horrorizado.

      "Gwendolyn nunca mataría a gente inocente", dijo Reece.

      "Lo sé", respondió Srog. "Es por eso que sospecho que muchos de nuestros hombres morirán"

      CAPÍTULO NUEVE

      Stara estaba parada en los parapetos de la fortaleza de su madre, una fortaleza de piedra cuadrada tan antigua como la isla, el lugar en el cual Stara había vivido desde que su madre había muerto. Stara caminó hasta el borde, agradecida de que el sol finalmente hubiera sido liberado en este día dramático y miró hacia el horizonte, con una inusual buena visibilidad y vio zarpar el barco de Reece a lo lejos. Ella vio su embarcación apartarse de la flota, la miró todo el tiempo que pudo mientras su barco navegaba en el horizonte, cada onda lo llevaba más y más lejos de ella.

      Podía ver la embarcación de Reece todo el día, sabiendo que él iba en ella. No soportaba verla partir. Sentía como si una parte de su corazón, una parte de sí misma, se fuera de la isla.

      Finalmente, después de tantos años en esta isla solitaria, horrible y estéril, Stara se sentía llena de alegría. Su encuentro con Reece le había hecho sentir viva otra vez. Había restaurado el vacío que sentía dentro de ella y que no sabía ni siquiera que la había estado carcomiendo todos estos años. Ahora que sabía que Reece podría cancelar la boda, que regresaría por ella, que los dos se casarían, que finalmente estarían juntos para siempre, Stara sentía que todo iba a estar bien en el mundo. Toda la miseria que ella había aguantado en su vida valdría la pena.

      Por supuesto, tenía que admitir que había una pequeña parte de ella que se sentía mal por Selese. Stara nunca quería herir los sentimientos de los demás. Sin embargo, al mismo tiempo, Stara también sentía que su vida estaba en juego, su futuro, su esposo – y también sentía que era justo. Después de todo, Stara, había conocido a Reece toda su vida, desde que eran niños. Fue ella quien había sido el primer y único amor de Reece. Esta nueva chica, Selese, apenas conocía a Reece y sólo por un corto tiempo. Ciertamente no podría conocerlo como Stara.

      Stara pensó que Selese eventualmente podría superarlo y encontrar a alguien más. Pero si Stara lo perdía, nunca podría superarlo. Reece era su vida. Su destino. Estaban destinados a ser pareja, lo habían estado toda su vida. Reece era su hombre primero, y en todo caso, según ella lo veía, Selese se lo estaba quitando, y no al revés. Stara sólo estaba recuperando lo que era legítimamente suyo.

      A pesar de todo, Stara no podía haber tomado otra decisión, aunque lo hubiese intentado. Lo que sea que le hubiera dicho su mente racional fuera bueno o malo, ella no le haría caso. Toda su vida, todos a su alrededor – y su propia mente racional – también le habían dicho que estaba mal que los primos fueran pareja. Y aun así, ella no podía escuchar. Ella amaba y adoraba totalmente a Reece. Siempre había sido así. Y nada de lo que dijera o hiciera alguien podría cambiar eso. Tenía que estar con él. No había ninguna otra opción.

      Mientras Stara estaba allí parada, viendo cómo su embarcación se hacía más pequeña en el horizonte, repentinamente escuchó unos pasos, alguien estaba en el techo de la fortaleza, y se volvió para ver a su hermano, Matus, caminando rápidamente hacia ella. Estaba contenta de verlo, como siempre. Stara y Matus prácticamente habían sido amigos toda su vida. Ellos habían sido marginados del resto de su familia, del resto de las Islas Superiores; Stara y Matus despreciaban a sus hermanos y a su padre. Stara pensaba que Matus y ella misma eran más refinados, más nobles que los demás; ella veía a los otros miembros de la familia como traidores, indignos de confianza. Era como si ella y Matus tuvieran su propia pequeña familia dentro de la familia.

      Stara y Matus vivieron aquí en plantas separadas en la fortaleza de su madre, aparte de los demás, que vivían en el castillo de Tirus. Ahora que su padre estaba en prisión, su familia se dividió. Sus otros dos hermanos, Karus y Falus, los culpaban a ellos. Sin embargo, ella siempre podía confiar en Matus, y siempre estaba ahí para él, también.

      Los dos solían hablar a menudo de dejar las Islas Superiores hacia tierra firme, uniéndose a los otros MacGil. Y ahora, finalmente, toda esa charla estaba comenzando a parecer que podría convertirse en realidad, especialmente con todo el sabotaje que las Islas Superiores habían estado inflingiendo a la flota de Gwendolyn. Stara no podía soportar la idea de vivir aquí ya.

      "Hermano mío", Stara lo saludó, con un estado de ánimo de felicidad.

      Pero la expresión de Matus era inusualmente sombría, y pudo ver inmediatamente que él estaba preocupado por algo.

      "¿Qué ocurre?", preguntó ella. "¿Qué pasa?

      Él movió la cabeza con desaprobación.

      "Creo que sabes lo que está mal, hermana mía", dijo. "Nuestro primo. Reece. ¿Qué ha pasado entre ustedes dos?".

      Stara enrojeció y le dio la espalda a Matus, mirando hacia el océano. Ella se esforzó por ver la embarcaciónde de Reece en la distancia, pero ya había desaparecido. Una ola de ira corrió por ella; se había perdido del último vistazo de él.

      "No es asunto tuyo", dijo ella.

      Matus siempre había desaprobado la relación con su primo, y ya estaba harta. Era el punto de discordia entre ellos, y amenazaba con separarlos. A ella no le importaba lo que Matus – o cualquier otra persona – pensara. No era de su incumbencia, hasta donde ella sabía.

      "Sabes que está por casarse, ¿no?", le preguntó Matus, acusando, acercándose a su lado.

      Stara meneó la cabeza, como queriendo alejar el pensamiento de su mente.

      "Él no se casará con ella", contestó.

      Matus parecía sorprendido.

      "¿Y cómo lo sabías?", dijo él, presionando.

      Ella se dio vuelta hacia él, decidida.

      "Él me lo dijo. Y Reece no miente”.

      Matus la miró, sorprendido. Entonces su expresión se volvió sombría.

      "¿Entonces le hiciste cambiar de parecer?".

      Ella lo miró, desafiante, ahora enojada con ella misma.

      "No necesité onvencerlo de nada", dijo. "Era lo que él quería. Lo que eligió. Él me ama. Siempre ha sido así. Y yo lo amo".

      Matus frunció el ceño.

      ¿Y estás de acuerdo entonces con destruir el corazón de esta chica, quienquiera que sea?".

      Ella frunció el ceño, no queriendo escuchar esto.

      "Reece me amaba mucho antes de lo que amaba a esta chica nueva".

      Matus no cejaría.

      "¿Y qué hay de todos los planes cuidadosamente establecidos del Reino? Te das cuenta de que esto no es sólo una boda. Es un teatro político. Un espectáculo para las masas. Gwendolyn es la reina, y también es su boda. El reino entero y las tierras lejanas, estarán allí para observar. ¿Qué pasará cuando Reece cancele? ¿Crees que la reina lo tomará a la ligera? ¿Por todos los MacGil? Harás que todo el Anillo sea un caos. Les pondrás a todos en nuestra contra. ¿Tus pasiones valen tanto?".

      Stara miró a Matus, con frialdad, con endurecimiento.

      "Nuestro amor es más fuerte que cualquier espectáculo. Que cualquier Reino. No podrías entenderlo. Nunca has amado como nosotros".

      Ahora


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