Una Tierra de Fuego . Морган Райс
Morgan Rice tiene el #1 en éxito de ventas como el autor más exitoso de USA Today con la serie de fantasía épica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de once libros (y contando); de la serie #1 en ventas LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspenso post-apocalíptica compuesta de dos libros (y contando); y de la nueva serie de fantasía épica REYES Y HECHICEROS. Los libros de Morgan están disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones están disponibles en más de 25 idiomas.
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«EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un éxito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaño y traición. Lo entretendrá durante horas y satisfará a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del género fantástico».
–Books and Movie Reviews, Roberto Mattos
«Una entretenida fantasía épica».
–Kirkus Reviews
«Los inicion de algo extraordinario están ahí».
–San Francisco Book Review
«Lleno de acción…La obra de Rice es sólida y el argumento es intrigante».
–Publishers Weekly
«Una animada fantasía…Es sólo el comienzo de lo que promete ser una serie épica para adultos jóvenes».
–-Midwest Book Review
Derechos Reservados © 2014 por Morgan Rice
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Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginación de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia.
«Así pues, doy mi espalda: Hay un mundo en algún otro lugar».
CAPÍTULO UNO
Gwendolyn estaba de pie a la orilla de las Islas Superiores contemplando el océano, observando horrorizada como la niebla llegaba y empezaba a llevarse a su bebé. Sentía como si su corazón se partiera en dos mientras veía a Guwayne flotando más y más lejos, hacia el horizonte, desapareciendo entre la neblina. La corriente se lo llevaba hacia Dios hacia sabe dónde, alejándolo más de ella a cada segundo.
Las lágrimas caían por las mejillas de Gwendolyn mientras observaba, incapaz de irse de allí, insensible al mundo. Perdió toda noción del tiempo y el espacio, ya no podía sentir su cuerpo. Una parte de ella moría mientras veía cómo una corriente se llevaba a la persona que más quería en el mundo. Era como si, con él, el mar se tragara una parte de ella.
Gwen se odiaba a ella misma por lo que había hecho; pero a la vez, sabía que era la única cosa en el mundo que podía salvar a su hijo. Gwen oía el rugido y los truenos en el horizonte detrás de ella y sabía que pronto la isla entera sería consumida por las llamas, y que nada en el mundo podría salvarlos. Ni Argon, que yacía inmóvil en un estado indefenso; ni Thorgrin, que estaba en otro mundo en la Tierra de los Druidas; ni Alistair ni Erec, que estaban en otro mundo, en las Islas del Sur, ni Kendrick ni losl Plateados ni ninguno de los otros hombres valientes que habían en aquel sitio, ninguno de ellos con los medios para combatir al dragón. Lo que necesitaban era magia y esto era lo que se les había agotado.
Habían tenido suerte de escapar del Anillo y , ahora, ella sabía que el destino los había alcanzado. Ya no podían correr, ni esconderse. Era el momento de enfrentarse a la muerte que los había estado persiguiendo.
Gwendolyn se dio la vuelta hacia el horizonte que estaba delante de ella e, incluso desde allí, podía ver la masa negra de dragones que se dirigía hacia ella. Tenía poco tiempo; no quería morir sola en aquellas orillas, sino con su gente, protegiéndolos de la mejor manera que sabía.
Gwen se giró para ver el océano por última vez, con la esperanza de ver por última vez a Guwayne. Guwayne estaba lejos de ella ahora, en algún lugar del horizonte, viajando ya hacia un mundo que ella nunca conocería.
Por favor, Señor, rezaba Gwen. Quédate con él. Toma mi vida en lugar de la suya. Haré cualquier cosa. Cuida de Guwayne. Dejáme que vuelva a cogerlo en mis brazos. Te lo suplico. Por favor.
Gwendolin abrió los ojos, esperando ver alguna señal, quizás un arco iris en el cielo, cualquier cosa.
Pero el horizonte estaba vacío. No había nada aparte de nubes negras ceñudas, como si el universo estuviera furioso con ella por lo que había hecho.
Sollozando, Gwen dio la espalda al océano, a lo que quedaba de su vida y empezó a andar más rápido, acercándose más con cada paso a la última resistencia con su pueblo.
Gwen se encontraba de pie en los parapetos superiores del fuerte de Tirus, rodeada por docenas de personas de su pueblo, entre ellos sus hermanos Kendrick y Reece y Godfrey, sus primos Matus y Stara, Steffen, Aberthol, Srog, Brandt, Atme y toda la Legión.