Antes del Amanecer . Морган Райс
estaba volando, acercándose al final de la carretera a una velocidad enloquecida. En la parte inferior, se dio cuenta presa del miedo, estaba la carretera.
A Kate le empezó a martillar el corazón porque no había manera de que pudiera detenerse a tiempo. Se dirigía directamente a la carretera.
El tiempo pareció detenerse a un ritmo doloroso mientras llegaba a la conclusión inevitable e imparable de que estaba a punto de morir. Su bicicleta pasó la señal de alto, mientras los frenos inútiles chillaban y llenaban el ambiente de olor a goma quemada. Luego, voló sobre las manchas blancas de la carretera directamente al carril contrario.
Kate vio el frente de una casa rodante frente a ella. Vio los ojos de sorpresa del conductor y luego sintió el impacto.
El cuerpo de Kate se estrelló contra la casa rodante. No sintió ningún dolor pero sabía, por el sonido de un crujido ensordecedor, que se había roto algo. Posiblemente todo.
El claxon del coche empezó a sonar cuando ella rebotó en el parabrisas, y se deslizó completamente hacia abajo. Su bicicleta se fue volando por el aire, y luego cayó. Ella se incrustó en la parte delantera de la casa rodante y golpeó el suelo, con la cabeza primero.
Estrellas negras bailando era todo lo que podía ver. Su bicicleta aterrizó junto a ella, rompiéndose en pedazos al impactar contra el duro asfalto. Kate tuvo una sensación de entumecimiento, el olor metálico de la sangre.
Pero el dolor no llegaba. Supo que era algo malo. Era malo que no se pudiera mover. Malo que no sintiera nada.
La cabeza de Kate cayó a un lado y su mirada encontró el brillo del mar a lo lejos. Como si estuviera al final de un largo túnel, Kate pudo oír el sonido de los coches frenando, las puertas del coche abriéndose y la gente gritando. Podía oler la gasolina y el caucho y metal, y algo quemándose.
Luego, a través de todo el caos, vio la cara de Elijah frente a ella y sintió que la levantaba en sus brazos. Le estaba diciendo algo, pero no podía entender sus palabras. Su expresión era intensa, presa del pánico.
Y justo antes de que todo se fuera a negros, le pareció ver que unos colmillos le salían de la boca. No podía moverse para nada, ni siquiera podía gritar. Pero le llegó la sensación de algo en su cuello, agudo, caliente y húmedo, estaba segura.
Entonces, el mundo se desvaneció.
CAPÍTULO CINCO
Lo primero que Kate sintió fue un pitido electrónico. No había pensado mucho acerca de la muerte, pero estaba bastante segura de que debía ser algo así. Pronto, se le unió otro ruido; un chirrido. Y luego tuvo conciencia de la sensación de que la estaban moviendo hacia adelante.
Ruedas, pensó. Estoy sobre una camilla.
Luego, vino un olor extraño, demasiado limpio, como a lejía y detergente.
Estoy en un hospital, pensó.
Así que no estoy muerta, se dio cuenta. Al menos no todavía.
Kate sintió algo en su garganta y algo más que se clavaba en su brazo. No era doloroso, pero era molesto. Trató de levantar una mano, pero no pasó nada. Podía oír ruidos extraños por encima de ella, como de gente que estaba hablando debajo del agua. Con el paso de los segundos, las distorsiones se volvieron menos pronunciadas, y empezó a escuchar las voces y entender las palabras.
"Es un milagro", dijo alguien. Era una voz que no reconoció.
"Nunca vi a nadie sobrevivir a este tipo de lesiones", dijo otra voz.
"Veamos si podemos obtener el consentimiento de los padres para someterla a algunas pruebas", dijo la primera voz. “Porque estaba sin señales de vida cuando la recogieron, y de repente, estaba respirando de nuevo. Ni siquiera tuvieron tiempo para desfibrilarla.”
Kate se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que la casa rodante le había pegado. ¿Recién había ingresado al hospital o había pasado años en coma? Esta última idea la hizo entrar en pánico. ¿Y si había quedado inconsciente en su decimoséptimo cumpleaños y estaba despertando en su trigésimo cumpleaños? ¿O cuadragésimo? ¡O de ochenta años!
Comenzó a sentirse más y más agitada ante la idea de encontrarse cara a cara con Amy, Dinah, y Nicole, todas casadas con hijos. Sabía que tenía suerte de estar viva, pero la idea de que todo el mundo hubiera seguido con sus vidas sin ella le era aterradora.
De alguna manera, como empujada por sus intensas emociones, se las arregló para abrir los párpados.
“Se está despertando," dijo alguien.
"No es posible. Está en un coma inducido.”
“¡Te lo estoy diciendo!", el primero dijo de nuevo, con mayor insistencia. "Acaba de abrir sus malditos ojos.”
Kate podía decir por el tono de su voz de que algo no estaba bien. Por la velocidad con la que chocó, el ángulo con el que golpeó contra el suelo, la forma en que su cabeza había colisionado contra el asfalto, estaba cien por ciento segura que debería estar muerta.
Al oír sus voces, sabiendo que había desafiado toda la lógica al estar con vida, entró aún más en pánico. Empezó a parpadear y pudo concentrarse en su entorno. Los azulejos blancos del techo brillaban por encima de ella y había médicos y paramédicos a uno y otro lado, todos se veían confundidos.
Trató de preguntar qué le estaba pasando pero no podía mover correctamente su lengua. Había algo en su boca.
Alargó una mano, tratando de agarrar a uno de los médicos. Al moverla, notó la línea que salía de su muñeca. Era una especie de aguja, un goteo o IV. La imagen la mareó; nunca le habían gustado las agujas. Había sangre seca en su brazo.
Kate se dio cuenta de que era enseguida después del accidente. En caso contrario, no habría sangre ni tampoco paramédicos. No estarían corriendo por un pasillo de esa manera. Si hubiera estado en coma durante años y años, estaría acostada en alguna sala por ahí, completamente olvidada por todos, probablemente cubierta de polvo y telarañas.
Al saber que no había pasado un tiempo considerable, se calmó un poco, pero seguía nerviosa por los médicos y las expresiones en sus caras.
Finalmente, logró alcanzar y agarrar una de las mangas del médico. Él miró hacia donde su mano lo agarraba, levantando la manga. Su rostro palideció, como si estuviera viendo un fantasma. Miró al paramédico.
"Creía que habías dicho que sus huesos se habían hecho añicos."
El paramédico bajó la mirada hacia la mano de Kate.
“Así estaban," dijo.
De pronto se detuvo, como si estuviera tan completamente aturdido que ya no podía continuar. Lo dejaron atrás y él desapareció de la vista.
Finalmente, Kate sintió que la camilla giraba en una esquina hasta que se detuvo. Los médicos hablaban a su alrededor mientras la conectaban a diferentes máquinas, cada una hacía su propio pitido. Empujaban y tiraban de ella. Pero con cada minuto que pasaba, Kate parecía recuperar una nueva facultad y tenía más control sobre otra parte del cuerpo.
Trató de hablar, pero no podía con esa cosa en su garganta. Entonces, se estiró y sintió una especie de protector de plástico alrededor de la boca.
"Ey, ey, ey," uno de los médicos dijo, tratando de apartarle la mano. "Eso te ayuda a respirar. Déjala donde está.”
Ella hizo lo que él le dijo.
"Vamos a aumentar su propofol", uno de los médicos le decía al otro. "Todavía es probable que haya un derrame en el cerebro. El estado de coma le permitirá reducir el daño.”
“Ya recibió la dosis máxima", dijo el segundo.
"Bueno, entonces hay un error", el primero argumentó. “A ese paramédico se le fue algo, según yo. Probablemente anotó algo equivocado. Esta chica no pudo haber recibido la dosis máxima.”
"Bueno, está bien, si usted lo dice."
Kate