Palmeras de la brisa rápida. Juan Villoro
El cuarto 22 tenía dos espejos, uno iluminado por una barra de luz neón y el otro por una bombilla de 60 watts. El primero estaba en la recámara: al despertarme encontraba un rostro de una desdibujada palidez, recién emergido del cenote sagrado. No era una imagen distorsionada; al contrario, la molestia venía de verme demasiado. Entonces corría en pos de la luz incierta del segundo espejo.
Como en el amor, también en los espejos conviene una mirada débil, capaz de corregir el rostro que en las noches ofrecemos a la luna.
MURALES
Los héroes, además de estimular la escultura y el culto a los laureles, mantienen activo un segmento del lenguaje. Nada más adecuado para resumir sus vidas que las églogas donde se conjugan verbos que rara vez salen del diccionario. Y es que los paladines viven en gramática de gala: cuando no arrostran se prosternan; ya subyugan, ya son subyugados. Luego sueltan su frase célebre: “Los valientes no asesinan” o “Si tuviéramos parque… no estarían ustedes aquí”. Los Beneméritos, los Libertadores, los Padres de la Patria no pueden vivir sin Palabras Mayores.
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