La cara de la muerte. Блейк Пирс
si fuera demasiado bajo, no llegaría a atraparlas ―añadió Shelley―. Las víctimas probablemente murieron todas de pie, lo que significa que tenía que ser capaz de alcanzar fácilmente sus cuellos.
Zoe tuvo que admitir que estaba impresionada, aunque sólo lo mantuviera para ella misma. Escribió en la pizarra: «altura media o superior a la media, entre un metro setenta y cinco y ochenta y cinco», según el informe del forense, y «constitución media o delgada».
–Ahora, hablemos de psicología ―dijo Zoe―. Hay algo que le impulsa a matar, aunque no sea algo que consideremos lógico. Si no hay un vínculo real entre las víctimas, tenemos que ver esa fuerza impulsora que viene de adentro.
–Me parecen crímenes de oportunidad. Solo va tras las mujeres quizás porque son más débiles. Están solas, indefensas, en un área no cubierta por las cámaras de seguridad, y donde tienen pocas posibilidades de ser interrumpidos.
–Veo dos posibilidades. La primera es que está decidido a matar, y por lo tanto busca a estas víctimas que encajan en el perfil perfecto para evitar ser atrapado. Por alguna razón, está haciendo esto ahora, por lo que estaríamos ante un evento desencadenante ―dijo Zoe, golpeando el extremo del bolígrafo contra su barbilla―. La otra posibilidad es que sea provocado específicamente por estas víctimas. En ese caso, ni siquiera sabe que las matará hasta que llegue el momento.
–En otras palabras, o está buscando mujeres para matar deliberadamente, o está matando basado puramente en la oportunidad y hay algo en las propias mujeres que lo hace actuar.
–Piensa en ello ―dijo Zoe sacudiendo la cabeza, caminando delante del caballete―. Es demasiado perfecto para ser tan aleatorio. Uno por noche, eso significa una compulsión. Si sólo le impulsara a matar por momentos provocado, los ataques estarían distanciados en el tiempo. Estaría en casa algunas noches, o simplemente no se encontraría con alguien que lo provocara. No, esto es deliberado y calculado. Hay alguna razón por la que tiene que matar a cada una, aquí hay algún mensaje o ritual.
Ella dio un paso adelante de nuevo y escribió «un asesinato por día – ritual» en la pizarra.
–¿Qué hay de las ubicaciones? ―preguntó Shelley―. Tal vez haya algo ahí.
Ya había un mapa en la pared, había tres alfileres rojos marcando donde se habían encontrado los tres cuerpos. Zoe lo miró por un momento, y luego usó el borde de un pedazo de papel para alinearlos. Había una línea recta entre el primero y el tercero. El segundo se había desviado un poco, pero todavía se encontraba sobre el camino general.
–¿Qué hay de esos pueblos? ―dijo Shelley señalando hacia el final del papel, después del último alfiler, hacia las localidades que se encontraban a lo largo del mismo camino.
Zoe recitó una lista, leyéndola del mapa, haciendo una pequeña desviación a cada lado por si se desviaba como lo había hecho anteriormente.
–Deberíamos llamar a las autoridades de cada uno de estos pueblos. Asegurarnos de que todos están al tanto de lo que podría pasar. Reforzar la seguridad y que las fuerza del orden estén con los ojos abiertos, eso podría ayudarnos a atraparlo.
Ambas miraban el perfil en silencio, sumergidas en sus propios pensamientos. Zoe estaba tratando de ver el patrón. Sólo había tres cosas que tenían sentido: el hecho de que todas eran mujeres, la línea de tiempo, o algo relacionado con los lugares. ¿Pero qué era?
Pensó en los coloridos caramelos dispersos por todo el suelo de la gasolinera. Estaban dispersos no muy lejos del cuerpo de Linda, en el estacionamiento, en el camino que debe haber tomado hacia la parte trasera del edificio. Era extraño. Era muy probable que a algún niño se le hubieran caído más temprano ese día después de pasar con sus padres, pero… algo de eso la molestaba.
Tal vez era simplemente la incongruencia. Caramelos brillantes y alegres en la escena de un brutal asesinato nocturno. Manchas de color en un suelo que de otra manera estaba manchado de rojo. Tal vez no significaba nada en absoluto.
–No tenemos mucho ―dijo ella suspirando al final―. Pero es un comienzo. Añade a esto que probablemente sea un hombre joven, al menos de mediana edad según las estadísticas de la edad en que los asesinos en serie comienzan su trabajo, y lo hemos reducido lo suficiente como para presentar algo. Le pediré a los forenses que nos den algunos números más concretos basados en sus hallazgos, y podemos al menos dar una descripción para estar atentas.
Pensó que eso no era un gran consuelo si el asesino iba a reclamar otra víctima esta noche y no estaban lo suficientemente cerca como para hacer algo al respecto.
CAPÍTULO SEIS
Habría otro cuerpo esta noche.
Era la cuarta noche, y eso significaba que debía haber un cuarto cuerpo.
Él había estado conduciendo todo el día, acercándose cada vez más a su objetivo. A pesar de estar yendo a buen ritmo, seguía poniéndose más y más nervioso mientras el sol seguía su curso encima de él. Cuando llegara la noche, tenía que estar en el lugar correcto, o todo se echaría a perder.
No podía fallar ahora.
Miró de nuevo al teléfono celular enganchado en un soporte conectado a sus conductos de ventilación. Aquí el mapa en línea demoraba en actualizarse, la señal era más débil. La autopista era larga y recta, al menos no precisaba desviarse. No se perdería, ni pasaría por alto su destinación.
Sabía exactamente a dónde tenía que ir. Para él todo estaba planeado, estaba escrito en las estrellas. Con la excepción de que este patrón era mucho más preciso que la masa de puntos titilantes en el cielo nocturno, y era mucho más fácil de leer. Claro que un experto podría encontrar esos patrones estelares incluso estando tan lejos en el cielo. Pero su patrón tenía que ser leído incluso por aquellos que normalmente no lo verían. Y solo lo verían cuando finalmente lo terminara.
Quién sería, esa era la interrogante. Dónde y cuándo, era algo que el patrón ya había dictaminado. Pero el "quién" era una cuestión de suerte, y esto era lo que le hacía mover su pierna nerviosamente sobre el freno, casi golpeando el volante en cada movimiento oscilante.
Respiró hondo y con calma, aspirando el aire que comenzaba a enfriarse rápidamente. Era fácil percibir que el sol ya se estaba empezando a ocultar, pero aún no era demasiado tarde. Los patrones le habían dicho lo que debía hacer, y ahora lo iba a hacer. Tenía que confiar en eso.
El constante sonido de las llantas de su sedán sobre el suave asfalto de la carretera era un ruido de fondo calmante. Cerró los ojos brevemente, confiando en que el coche se mantendría recto, y respiró hondo otra vez.
Golpeó con los dedos el borde de la ventana abierta, haciendo un ritmo fácil y repetitivo, y volvió a respirar con más facilidad. Todo estaría bien. Como este coche que había soportado todos los años que le había pertenecido, siempre fiable y confiable, los patrones no lo defraudarían. Siempre y cuando le revisara el aceite y lo llevara a revisión de vez en cuando, funcionaría. Y si estaba en el lugar correcto en el momento adecuado, los patrones estarían allí.
Los patrones estaban a su alrededor: las líneas de la autopista, extendiéndose a lo largo de la distancia, rectas y estrechas, diciéndole exactamente a dónde ir. Las rayas de las nubes que también parecían apuntar en la misma dirección, largos dedos que le animaban a seguir adelante. Incluso las flores a los lados de la carretera se doblaban, inclinándose hacia adelante en anticipación, como bandas laterales que pasaban velozmente.
Todo estaba encajando en su lugar, como los caramelos que habían caído antes de que matara a la mujer en la gasolinera. La forma en que le habían dicho exactamente lo que tenía que hacer a continuación, y eso le había permitido ver que había encontrado el lugar correcto y la víctima adecuada.
Los patrones se lo mostrarían al final.
A pesar de todas sus afirmaciones mentales, su corazón empezaba a acelerarse con ansiedad cuando el sol empezó a caer más y más bajo, sumergiéndose en el horizonte, y todavía no había visto a nadie que fuera apropiado.
Pero