Diario de la expedicion de 1822 a los campos del sud de Buenos Aires. Pedro Andrés García

Diario de la expedicion de 1822 a los campos del sud de Buenos Aires - Pedro Andrés García


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son trabajosos aun á los escoteros, que miden las jornadas para auxiliarse. ¿Como se presentaria para vencerlos, un ejército que deberia ir provisto, no para ocho ni quince dias, sino para meses enteros? Era necesario arrastrar centenares de carruages y miles de caballos, para atacar á un enemigo, que siempre está en campo volante, y con mas amovilidad y destreza que los Arabes: ellos burlarian los mejores planes, y pondrian en ridículo á sus autores, y despues de haber llevado por los desiertos que los amparan, á un ejército sin vara de virtud que hiriese á las piedras para que brotasen agua, sin maná para su alimento, y sin nubes que interpusiesen sus sombras, para que les libertase de los rigores del sol, tendrian que sucumbir á la sed y al hambre, y finalmente á manos de sus enemigos. Sr. Exmo., la Comision se persuade que no debe confundirse un golpe de mano que suele darse para escarmentar á un enemigo, con las medidas de una ocupacion ó conquista: aquel es una aventura ó albur que se dá á la suerte; y estas, el resultado de una profunda meditacion, calculada sobre las fuerzas fisicas y localidades del país, con otras muchas reflexiones y razones que van á la par para su logro.

      Si solo esta medida, que podrá acaso ser tenida por mezquina de algunos génios exaltados y celosos del aumento de la Provincia, se pusiese en toda su evidencia, guarnecida la frontera de las fuerzas que demanda para su seguridad, y llegando á perfeccionarla, no solo habriamos alejado para siempre el recelo de otras invasiones, sino que habriamos dado el paso mas preciso y necesario para la total ocupacion á que aspiramos, sin pérdida de un hombre, ni menoscabo de hacienda.

      La Comision se atreve á decir que, perfeccionada hasta el punto que debe, ella solo vá á ser la riqueza y seguridad de la Provincia, y capaz del mayor aumento de poblacion que necesita, abriendo la mano á recibir y proteger á cuantos quieran venir á establecerse en ella, bajo la proteccion del Gobierno.

      Entre la antigua y nueva línea demarcada, se miden mas de 1,400 leguas cuadradas, terreno no solo feraz, productivo y útil, sino que proporciona, una vez asegurado, el descubrimiento de otras riquezas efectivas y abandonadas, que la escasez de poblacion no ha podido dar á luz ni reconocer con exactitud. Pero antes de esplanar cuales sean, cree la Comision hacer otras observaciones, para que el Gobierno ajuste sus resoluciones del modo que estime por conveniente á la salud pública de la Provincia y sus intereses.

      Atendiendo al orgullo con que se presentan los indios, podran mirar de mal ojo nuestra nueva línea, y aun tratarla de enervar á viva fuerza, para cuyo caso es necesario estar prevenidos y alarmados á su repulsa. Ellos no deben desconocer que la fuerza de nuestras poblaciones los vá á acercar á la pèrdida de las faldas de la Sierra que ocupan, y este temor impulsarlos á tomar la medida de incursiones y ataques parciales de que ordinariamente usan: por lo tanto, dispuestos y armados los partidos, cuando hayan de dar principio á las obras, parece de necesidad que las obras se combinen y arreglen de modo, que sean escarmentados en su primera tentativa.

      Es de absoluta necesidad que nuestras poblaciones se estiendan, y que esta estension sea correspondiente al objeto á que por ahora principalmente se dirigen, que es el de la labranza y ganaderia. Para conservar la que tenemos, y mas á la que aspiramos, debemos buscarla, si fuera preciso, con las armas en la mano, y mucho mas pronto, si la solicitud de paces que ellos tienen interpuesta con el gobierno, se descubre ser llamada falsa, de que usan con frecuencia mientras algun interes particular no les mueve á ello; bien sea por temor de ser atacados de otros indios, ó por carecer de comunicaciones que les faciliten los artículos, de que ya han formado necesidades que no pueden sobrellevar. Pero es preciso estar ciertos que jamas les anima un principio de buena fé ni desinteresado. Alguna vez se someten á una fuerza imponente, y se resignan al castigo si se les aprende en el delito: y aunque se les perdone, su carácter innoble y desconfiado les precipita de nuevo á cometer excesos y bajezas horrorosas, sin que se excepcionen entre sí aun sus propios deudos. Como la vida salvaje los tiene siempre cubiertos de miserias, estan á toda hora asechando el momento de robarse mutuamente; y por lo mismo no puede detener sus pasiones sino un motivo muy poderoso, como el de mirar su existencia en peligro.

      La incertidumbre en que por el momento debe estar el gobierno acerca de la conducta ulterior de los indios, respecto á su propuesta de paces, ciertamente no puede decidirle á tomar medidas de oposicion: pero si en efecto continua su propósito de conservar la paz, entre otras cosas, parece que el comisionado del gobierno, despues de asentar la seguridad de la línea, seria muy conveniente que tratase de exigirles el acomodamiento de fortificar uno ó dos puntos del camino militar sobre el frente del Volcan al otro lado de la Sierra, porque con ellos, y los que puedan formarse sobre el Rio Colorado y á las márgenes de la Bahia Blanca, quedarian enteramente dominados, y en precision de abandonar las sierras y retirarse al oeste, ó repasar el Colorado. Esto es indispensable que suceda; pero será de un modo que los comisionados, ó gefes de los destinos, lo presenten en mas ó menos tiempo, segun los grados de su actividad en promoverlo.

      No desconoce la Comision la necesidad que hay de sugetar á nuestras milicias á sus precisos deberes en los fuertes de fronteras, y de que han tenido orígen muchas desgracias, sobrevenidas por el mal trato dado á los indios, cuando en ellas se han presentado con sus miserables artículos de comercio, procurando robarselos descaradamente y aun darles de golpes, herirlos, y matar algunos. Estos hechos, que la Comision ha visto repetir, y aun castigado, han incendiado los ánimos de un modo terrible, provocándolos á la venganza: muchos y lastímosos hechos pudiera referir que mas de una vez han comprometido la mejor armonia con el gobierno; y este desórden puede facilmente remediarse, conviniendo con los indios en que sus arribos á las guardias sean á determinados puntos de la misma frontera, reservando solo á los caciques el paso franco al gobierno, escoltados para su seguridad.

      Nuestra campaña, harto desmoralizada por muchas causas que la han conducido á tal desgracia, principalmente las escaseses á que la han reducido las incursiones anárquicas, la multitud de desertores y otros delincuentes que abriga, presenta un motivo de atencion muy particular sobre esta clase de hombres que la infestan, á mas de una gran porcion de familias indigentes que sirven de pesada carga al honrado labrador y útil hacendado, á quienes se les haria un bien en trasladarlos á aquellas nuevas poblaciones, dándoles propiedades que cultivasen, y útiles correspondientes: conduciéndoles, si fuese necesario, por fuerza á su fortuna, evitando su perdicion y la de sus hijos; y á aquellos persiguièndolos eficazmente, hasta ponerlos en seguridad, ó esterminio, segun sus delitos.

      Este exámen puede hacerse prolijo y exacto, formando una razon estadística de cada partido, cometida al vecino mas proporcionado, y vicario de él, con responsabilidad en su inexactitud. Como en dicha razon debe constar todo vecino y habitante, su ejercicio, propiedades y proporciones de que se mantiene, el número de hijos, criados y peones, sus sexos y edades, no podria escapar ninguno á su vigilancia, y el gobierno podria muy en breve tener en su mano, y á un golpe de vista, la nota de cuantos fueren disponibles, en servicio y aumento de las nuevas poblaciones.

      La policia de los partidos deberia igualmente ser encargada á vecinos de las localidades, bajo los reglamentos que el gobierno les prescribiere: porque tratándose de la seguridad pública é individual, ninguno debe conocer y celar mejor á los vagos y malos vecinos, que sus propios convecinos.

      Conducido el vecindario por los principios de liberalidad y en favor de sus intereses, no puede desconocer las bondades del gobierno y de la ley que lo protege.

      La Comision es militar, y ha asentado que con respetable libertad dará su opinion, apoyada en la justicia y en sus conocimientos. Estos le han suministrado muchos motivos de observacion para entender y persuadirse que, mientras no esten perfectamente deslindadas las atribuciones de las respectivas jurisdicciones, política y militar, no podrá hacerse el servicio, como corresponde á la tranquilidad y adelantamiento de los pueblos.

      Señor, unas tenebrosas habitudes de despotismo militar han aniquilado el ánimo del vecindario de campaña, vièndose despejados violentamente de sus propiedades, ultrajadas sus personas de palabras y obras, y acaso arrastrados á una cárcel con pérdida total de sus bienes. Estas impresiones estan aun muy vivas, y se resiente demasiado la provincia de estos tristes acontecimientos: porque sí algunos elevaron sus quejas, no merecieron mas que el desprecio, y los demas ahogaron sus sentimientos para no multiplicar los padecimientos, llorando sus desgracias en el seno de sus familias.


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