La otra agricultura. Clara Craviotti

La otra agricultura - Clara Craviotti


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target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_4b1ed388-5fc8-550b-9a22-faaaccd7bc0a">1]. Desde esta perspectiva se alude tanto a la inseguridad e indefensión experimentada en las condiciones de vida a consecuencia de eventos económico-sociales traumáticos, como al manejo de los recursos y las estrategias empleadas para enfrentar sus efectos (Pizarro, 2001). A pesar de las evidentes similitudes de la terminología, creemos que esta aproximación a la cuestión se distancia de la tradición francesa, con su énfasis en los aspectos derivados del funcionamiento del sistema social. Varios autores, a pesar de adoptarla, hacen hincapié en que los recursos que poseen las familias dependen de las estructuras de oportunidades provistas por el Estado, el mercado y la sociedad, por lo que necesariamente deben abordarse sus lógicas de producción y distribución (Kaztman, et al., 1999; Pizarro, ob. cit.).

      CAPÍTULO 1

      Trayectorias vitales

      y microemprendimientos agrarios.

       Interfases micro-macro en los pueblos pampeanos

      Clara Craviotti

      1. Introducción

      En las últimas décadas la actividad agropecuaria ha experimentado profundas transformaciones en Argentina: el proceso de globalización supone una creciente internacionalización de los capitales e interpenetración de los mercados, así como la adopción de estándares de calidad demandados por los mercados internacionales; los desarrollos tecnológicos modificaron sustancialmente las condiciones de producción en la mayoría de las actividades agroalimentarias. Estos cambios se han dado en el marco de redefiniciones del rol del Estado, que en términos generales se tradujeron en su reducida capacidad de incidir en los procesos económicos y sociales, con vistas a revertir las tendencias excluyentes experimentadas por la estructura agraria.

      En lo que refiere al mercado de trabajo, se advierte la reducción de la población ocupada en la actividad y un mayor énfasis en el trabajo transitorio, junto con transformaciones significativas en la configuración de los mercados de trabajo urbano y rural. La creciente convergencia entre ambos se expresa en fenómenos como la creciente residencia urbana de la mano de obra ocupada en el agro, aunque gran parte de ésta aún reside en áreas rurales y en localidades pequeñas, funcionalmente articuladas al sector agropecuario.

      El balance de estas tendencias arroja un agro de características concentradas, que no sólo ha expulsado trabajadores, sino también productores, en su mayoría de índole familiar. Paradójicamente se observa el ingreso de nuevos actores, tanto en actividades que tradicionalmente han constituido la base de acceso del país a los mercados internacionales –el caso de los cereales y oleaginosos–, así como también en varias producciones agroindustriales que en los últimos años han incrementado su performance exportadora.

      Si bien los requerimientos que presentan gran parte de las actividades agropecuarias implican importantes barreras a la entrada, el panorama de agentes que ingresan al sector muestra rasgos de heterogeneidad, e incluye también a personas con dificultades para insertarse en el mercado laboral que se inician como productores directos.

      En este último grupo nos centramos aquí. Si bien por su magnitud no llega a compensar los procesos de expulsión mencionados, consideramos que una aproximación comprensiva a la dinámica de la estructura agraria debe ocuparse tanto de aquellos que son excluidos como de aquellos que se incorporan, en tanto estas situaciones permiten traer bajo la luz caminos alternativos y nos permiten evaluar el grado de ajuste de los instrumentos de apoyo existentes a un fenómeno poco conocido y quizá inesperado.

      2. El life-course como perspectiva de análisis

      Nos interesamos por el enfoque del curso de vida en tanto considera la interrelación entre los individuos y el contexto a lo largo de sus vidas, al analizar cómo se estructuran a lo largo del período vital ciertas dimensiones que están entrelazadas. Un curso de vida es la culminación de múltiples eventos significativos como la migración, la entrada o salida del mercado de trabajo, tener un hijo, la enfermedad de un padre, etc., en tanto estos sucesos tienden a incrementar los requerimientos sobre las personas. La peculiar combinación de eventos produce trayectorias vitales únicas, en donde la dimensión ocupacional constituye la impronta de gran parte de los aspectos de la existencia (Mills, 2007).

      Toda trayectoria está compuesta por tres ejes: En primer lugar, por la estructura de oportunidades del mundo externo, entendida como las probabilidades de acceso a bienes, servicios o al desempeño de actividades; en segundo lugar, por el conjunto de disposiciones y capacidades de los sujetos que se ponen en juego en la vida cotidiana –nos referimos a sus saberes, disposiciones culturales, lógicas que orientan la acción, habilidades y proyectos de vida, etc.– y en tercer lugar, por la variable “tiempo”, que traspasa a los otros dos ejes y define su mutua relación con el pasado y el presente y la proyecta hacia el futuro (Frassa y Muñiz Terra, 2004).

      Ciertas premisas de este enfoque son que los cursos de vida son interdependientes al interior de las familias. De alguna manera éstas son centros de presupuestación de roles y asignan el tiempo de trabajo de sus miembros entre diferentes actividades, tanto productivas como reproductivas. Las elecciones de un individuo están siempre modeladas por las de las personas más cercanas a él, siendo éste un proceso influenciado por la dimensión de género. El curso de vida es asimismo un proceso acumulativo, por lo que idealmente tiene que ser estudiado en su totalidad, ya que el impacto de las experiencias individuales y los eventos históricos depende de su momento de ocurrencia. Los primeros eventos de la vida pueden tener consecuencias sobre la trayectoria en su conjunto; el hecho de que algunos roles se antepongan temporalmente a otros (por ejemplo, la maternidad temprana) afecta futuras opciones y posibilidades. De esta manera, ciertos eventos y su timing pueden llevar a una acumulación de ventajas o desventajas para los individuos y sus familias (Moen, 2003; Kok, 2007).

      Los investigadores frecuentemente adoptan un modelo teórico de múltiples niveles, que reconoce que los individuos modelan activamente su propia vida, pero incrustados en sus atributos personales y en las redes que integran, así como en los limitantes históricos, culturales e institucionales. Las instituciones “filtran” la manera en que los cambios sociales más vastos (por ejemplo una recesión económica) impactan en las oportunidades individuales y en la toma de decisiones (Mills, 2007).

      Los estudios que emplean este abordaje se


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