"¿Yo... a Nínive?". Amado Paz
busque a otro profeta mejor capacitado por la obra misionera entre ellos.9
Nínive, ¿En Mi País?
¿Será posible que el servidor de Jehová Dios, uno que ha vivido su poder y su compasión en una época de avivamiento, que es reconocido por las multitudes, prefiera abandonar su puesto cuando llega una asignación difícil? Para los que nos hemos acostumbrado al éxito ministerial, la fuga de Jonás no nos debe parecer muy rara. En cambio, es muy entendible.
En nuestra época las ciudades como Nínive, Sodoma y Gomorra se han multiplicado. Las vemos en las capitales sobrepobladas de nuestros países, en las zonas urbanas que apestan de miseria y violencia en desesperación, en los lugares turísticos que ofrecen depravación por cambio de dólares, en los puertos que reciben el drenaje a chorros de las influencias más corruptas del mundo entero. Las vemos aun en las zonas de más desarrollo económico donde el narcotráfico consume a nuestros jóvenes, a nuestros hogares y a nuestras comunidades sin respeto de fronteras, donde la prostitución y la pornografía despellejan la dignidad de nuestras jóvenes, donde la violencia repentina humilla al ser humano creado en la imagen de Dios, donde el materialismo acepta el sacrificio de nuestros hijos y familiares en cambio de dinero, éxito y honor. Nínive, Sodoma y Gomorra se han revivido, sólo bajo nuevos nombres.
¿Quienes desean ser los Abraham y los Elías que hacen frente al tsunami negro del pecado que se acerca y atemoriza nuestros hogares, comunidades y países? ¿No sería más fácil huir a Tarsis? Podemos desarraigar nuestros ministerios e iglesias de las zonas de más corrupción y alejarnos a otros sitios más prósperos y tranquilos. Podemos ayudar en la formación de sociedades aisladas, organizadas según nuestros gustos personales y nuestro afán por la seguridad. Con un ojo en la obra del Señor y otro ojo en la seguridad y la prosperidad material, nos podemos convencer de que el Señor nos ha llamado a buscar sólo las ovejas más saludables y gordas. Nos consolamos con el pensamiento que seguramente hay otros profetas mejor capacitados para evangelizar en las zonas más difíciles y desagradables.
En cambio, gracias a Dios por los pastores y los evangelistas que viven de acuerdo con el llamado de Jehová aun cuando no se ofrece ninguna prosperidad material. Jehová no le dio ninguna opción a Jonás: le mandó a Nínive a predicar. Y puede ser que como a Jonás, Jehová no nos da permiso ni a huir a Tarsis ni a levantar muros de protección en nuestros corazones contra la gente de Nínive que sufre diariamente la miseria, la violencia, la humillación y la desesperación del pecado en vivo.
Tal vez Jehová nos manda a empezar como Abraham, en intercesión atrevida y apasionada por la salvación de las almas en los lugares más poblados y miserables de nuestras ciudades. Tal vez nos manda como Jonás, a comunicarles el evangelio cara a cara. ¿Nos podemos presentar delante de Jehová como el profeta Isaías, listos a comunicar el evangelio a donde y con quienes él quiera por decir: Heme aquí, Señor? ¿O preferimos presentar en oración a Dios algunas de nuestras opciones para el ministerio, considerando el prestigio, los beneficios materiales y la satisfacción personal que nos ofrecen? Temo que si nos guiamos por el último, cerramos los oídos a la urgencia del grito de ciudades enteras que se deslizan a la condenación sin escuchar el evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús.
Sin darnos cuenta, ¿podemos alejarnos de la presencia de Jehová por apreciar más nuestra seguridad que su gracia a las almas de Nínive?
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