Aunque hoy sea lunes. Lluch García

Aunque hoy sea lunes - Lluch García


Скачать книгу
día te rompiste

      y te volviste a recomponer.

      Agacha tus pestañas

      y que tus párpados encierren tus pupilas,

      solo cuando tú lo necesites.

      Quiere tu vientre

      porque es tuyo,

      porque acoge tus nervios y tus ganas,

      se pliega y se encoge y se tuerce

      y eso siempre,

      siempre,

      significa que estás viva.

      Cuenta los pedazos que dejaste

      en rincones de otros.

      Envíales tus brazos

      para que sepan volver.

      No los rechaces,

      no los ahogues.

      No reniegues de esas partes

      que son todavía y siempre

      tuyas,

      solo porque alguien

      no las supo querer bien.

      Quiérelas tú.

      Sé su (tu) casa.

      Que no hay nada que nos mate peor

      que las prisas y el miedo

      por volver a estar enteros.

      Conclusión:

      El tiempo sirve para mucho más

      cuando dejas de contarlo.

      4

      Cuando todas las canciones hablaban de ti

      Entre tú y yo todo sucedió como esperaba. Nos conocimos en las fiestas de aquel pueblo un verano a eso de las diez. Una birra juntos, qué tal en el trabajo, yo aquí sigo estudiando y con ganas de acabar. Mis amigas a tres metros, cuatro bailes en la barra y, sin decirlo, nos citamos en la próxima canción. Vamos, lo normal. Nos reencontramos un buen viernes en esa época en la que todos eran buenos. Me ofreciste una copa, salgamos afuera, vayamos a pasear. Y paseamos. A los siguientes siete meses los llamaremos «nos estamos conociendo», y todo fue normal. Que si mensajes por el Facebook, que si qué guapa que estás. Tus amigos nos miraban a lo lejos —y tú sabías que lo hacían— cada vez que parecía que me ibas a besar. Pero no. Besabas otras bocas y trepabas otro pecho y luego, para ver amanecer en los portales, me pasabas a buscar. Yo aceptaba, por supuesto, con la esperanza que se tiene cuando no se tiene nada más. Tampoco me debes nada, ya lo pillo, somos amigos, qué tonta estás. Y hasta aquí todo normal. Luego te quise, me quisiste, nos quisimos como nadie o como todos. Porque no, no nos vamos a engañar. El amor siempre parece especial cuando se vive, pero al fin y al cabo en todos es igual: dependencia, excusas, pretextos…, cariño, sexo y complicidad. Y después todo acabó tantas veces que al final, ya por inercia, se tenía que acabar. Tú por tu lado, yo por el mío, que te vaya bonito y ojalá en un futuro… ya sabes, vuelta a empezar.

      5

      Despedida 113

      No sé cuántas veces nos hemos dicho adiós sabiendo que, en realidad, decíamos un «hasta luego». He perdido la cuenta de los días que pasaron lentos sin salir de mi habitación. Llevamos más de cien canciones nuestras, de las que hablan de pérdidas, de fracasos, de lamentos. Nos hemos arrancado las promesas y recuperado del naufragio tantas veces que ya somos expertos. Ahora ya no duele, somos inmunes, ya es hábito y sumisión. Nos hemos acostumbrado a vivir de un amor intermitente, que nos nutre y nos mata al mismo tiempo, que nos agita. Ya te he dicho varias veces que el día que consigamos cogernos de la mano fuerte, sin resbalar, sin el miedo a la caída, ya nunca caminaremos solos. Y tú dices que ya lo hacemos mientras el viento te da en la cara, recordándote que igual que la brisa es hermosa hasta que corta, nuestra historia nos golpea. Dime de qué estamos hechos nosotros si no es de las veces que nos hemos recompuesto y reformado, tan novatos al mismo tiempo, siempre empezando por el tejado. Pero ahora te digo, serena y libre, que me construyo desde el asfalto. Que ya no pertenezco a esa espiral sin salida que nos mantenía juntos pero intoxicados. Y sé que este cuento ya nos lo hemos contado otras muchas veces, pero déjame probar una última más. Despedida 113, que este Fin no camufle un Ojalá.

      6

      Pero luego tú

      Y luego tú. Al final siempre tú. Aunque crea que te olvido y que me olvidas entre versos de Cortázar y paseos por el mar. Luego tú. Aunque vengan a salvarme y a contarme que hay amores que no se miden por heridas, siempre acabas siendo tú. Y si creo que no existes y me entrego a otros abrazos y acabamos consiguiendo superarnos, no importa, porque a la vuelta de la esquina de este camino sin piedras todavía sigues tú. A pesar de todo, tú. Y te miento si te digo que no espero que imagines que algún día esté volviendo, con las ganas en las manos preparadas para ti. Ojalá imagines eso. Y ojalá ahora que no me tocas sea cuando más me pienses. Deseo que pienses que la energía sobrevive a pesar de que los cuerpos se separen, que la energía crece y dura. Deseo que me pienses. Y deseo que pruebes otras cosas, otras bocas, otras manos, otro pelo y en todos me encuentres a mí. Que no seamos nosotros nunca más, pero que siempre acabe siendo yo. Y que luego, por la noche, creas que es mi voz la que te dice, entre susurros, que sigues siendo tú.

      7

      Entre Neruda y Alt-J

      Yo no puedo escribir los versos más tristes esta noche. No puedo, siquiera, escribir versos felices. Pero la noche está estrellada y sí tiritan los astros, entre azules y amarillos, en el cielo. Así que aunque de poemas yo no sé nada, me adentro en la prosa de tus labios, hasta encontrarme en las canciones de tu pecho y acabar en las líneas de tu pelo que acaricio, por si me olvido, todas las mañanas en mi mente. Hoy veo más estrellas que nunca desde este porche vacío que me sostiene a mí, vacía también, bajo el cielo gris de siempre. Hoy oigo mi silla que cojea, huelo mi taza que calienta y noto en mi mano la ausencia y el peso de los engaños, tuyos y míos, de los dos. Y más arrepentida que asustada pienso si el futuro de verdad nos espera o si es todo una encerrona y nos echará luego a patadas. Yo no puedo escribir los versos más tristes esta noche porque no puedo escribir versos. Las estrellas me dicen que existe algo más que tu silla morada en la que solías sentarme para leer a Bukowski juntos. Hablábamos de su locura que era al mismo tiempo cordura en este mundo de locos y cabrones y de cómo la muerte también se fumaba nuestros cigarros, siempre bien escondida, la muy puta. Hoy miro las estrellas y me confieso humana y pequeña mientras le doy otro trago a mi poleo menta que se enfría demasiado rápido. Porque no sé si sabes lo estrecha que es la línea entre el agua que quema y la que, de fría, resulta desagradable. Como todo, como siempre, casi sin darnos tiempo a disfrutar del proceso. Principio y final sin música de fondo. Y tú ya sabes cómo soy yo, que no sé vivir sin pianos, que olvido los finales y detesto los principios. No te sorprenderás si te digo que voy a quedarme un rato aquí, caminando en la estrecha línea, en la cuerda floja en la que me siento estable. No puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pero la noche está estrellada, y tirito yo de frío, y miro las pecas que hoy brillan en el cielo, me bebo esta mierda congelada y canturreo un poco de do you know where the wild things go? They go along to take your honey, la, la, la, break down, now sleep, build up breakfast, now let’s say, my love my love, love, love…

      8

      Sin cita previa

      Pasa, pasa, por aquí. Coge asiento. Acomódate y ahora quiero que empieces a contarme, a ver si por fin sale, después de tantos intentos. Cuéntame qué sueles cenar los viernes, si prefieres la birra o el vino, el Nesquik o el Cola Cao. Cuéntame tus historias en Francia, las batallitas de tu abuelo, la forma que tenías de dormirte cuando eras muy pequeño. Cuéntame a qué


Скачать книгу