Patrimonio Cultural Inmaterial: apropiación y resistencias. Susana Andrade Orellana
fiesta y los símbolos religiosos. Su pertenencia a la ciudad de Latacunga y su interés en continuar con sus análisis después de su trabajo de tesis, le ha permitido compartir los espacios de celebración con los actores y estudiosos del tema y de esa forma conocer los elementos que diferencian a cada celebración a lo largo de los últimos diez años.
Las investigaciones tienen como punto común el método etnográfico que permitió realizar numerosas entrevistas e historias de vida a los actores de las fiestas, los funcionarios públicos, los académicos, las autoridades locales, las familias, los turistas y los organizadores.
En su estudio Andrade realizó entrevistas a funcionarios públicos de alto y mediano nivel de los Ministerios Coordinador de Patrimonio, Instituto Nacional de patrimonio cultural (INPC), Municipio de Quito y gobiernos locales. Además organizó un taller, en la provincia de Chimborazo, con diversos invitados del movimiento indígena regional, universidades, autoridades del INPC, Organizaciones no gubernamentales, iglesias y dirigentes de comunidades indígenas con el fin de evaluar los resultados de las políticas patrimoniales en la provincia así como en el resto del país. Los colaboradores del proyecto dirigido por Andrade fueron los habitantes de las comunidades de Sacachun en la Provincia de Santa Elena, las comunidades Tsáchilas de Peripa, Chiguilpe y el Poste en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas; así también trabajó con el barrio de Cotocollao en la ciudad de Quito. Con todos ellos mantuvo entrevistas, conversaciones, realizó grupos focales y participó en rituales como curaciones, procesiones e invitaciones donde compartió la generosidad y el cariño que le brindaron los actores de las fiestas y rituales.
Para el caso de la fiesta de la Diablada de Píllaro, Freire realizó varias entrevistas, entre junio del 2018 y febrero del 2019, en las ciudades de Píllaro, Ambato y Quito. Las personas consultadas, incluyeron a funcionarios del Municipio de Santiago de Píllaro y del INPC en Quito y Regional 3 con sede en Riobamba. Conversó y compartió, extensamente con los cabecillas de la fiesta, bailarines, músicos, gestores culturales, vecinos de las comunas rurales y de las zonas urbanas. También se reunió con un grupo de migrantes de Píllaro residentes en Quito. El trabajo de investigación bibliográfico lo realizó en los archivos y bibliotecas de Quito y Ambato y la investigación de campo en Píllaro donde obtuvo testimonios orales, que permitieron descubrir datos históricos en torno a la fiesta y sus orígenes.
En las fiestas de la Mama Negra (en septiembre la devocional y noviembre la turística), Silvana Cárate entrevistó a los organizadores anuales de cada una -antiguos y nuevos-, a las vendedoras de los mercados, a los devotos custodios de la fiesta y participantes de las comparsas; ella se reunió y conversó con jóvenes, adultos, mujeres y hombres del campo y la ciudad. Por otra parte tuvo acceso a fuentes de información tales como sermones, conversaciones informales, discursos y loas de los diferentes personajes durante las fiestas, e información de los medios escritos y digitales. Un trabajo en archivos y bibliotecas de Quito le permitió revisar tesis y publicaciones sobre las fiestas, así como también sobre el patrimonio. El archivo fotográfico de las diferentes celebraciones, durante los años de investigación, proporcionó un registro importante de los cambios estéticos de las ceremonias –vestidos, peinados, símbolos y comparsas–. Adicionalmente incluyó notas de prensa de periódicos locales y nacionales para demostrar el manejo promocional de las fiestas y a través de ellos ilustrar los cambios acontecidos.
A lo largo del texto, las autoras reparan dos modos distintos de interpretación de la cultura y el patrimonio. Para los poseedores del patrimonio, la cultura está por fuera de las leyes del mercado y el dinero y todo intento por mercantilizarla es rechazado (Santos, 2018). Esta concepción de cultura como resistencia pertenece a los pueblos, los barrios y las comunidades con quienes trabajamos. La cultura, en este caso, se refiere a las formas en las cuáles la gente da sentido a su vida y Andrade, Freire y Cárate han buscado entenderlas desde las experiencias de los actores y desde sus posiciones como autoras. (Rosaldo, 2000:47).
Para los administradores de la cultura y los funcionarios públicos, aspectos como los emprendimientos culturales, turismo y patrimonio son términos que están relacionados y que forman parte de una política destinada a masificar, homogenizar y mercantilizar la cultura. La puesta en práctica de esta visión se ha realizado a través de la gestión patrimonial.
La fiesta andina con sus símbolos religiosos, música, danzas, comparsas, pirotecnia, bebida y comida comprende diversas funciones y propiedades para los actores sociales. Por un lado, reafirma los principios de reciprocidad y redistribución a través del intercambio de bienes, favores, alianzas y productos; y por otra parte, la fiesta, es el lugar de la memoria, la identidad y la unidad. Es por ello que muchos de los participantes describen a las celebraciones basados en estos aspectos y sus propias experiencias:
La Yumbada es herencia, el espíritu de la yumbada ha quedado en mí. Mi papá me entregó la chonta de mi abuelo y de mi tatarabuelo, esa es la esencia del ritual, no solo somos los danzantes, detrás están las familias y detrás de las familias está la comunidad (Entrevista a Segundo Morales, Yumbo mayor de Cotocollao en Breilh, 2012).
La fiesta también posee un carácter insurgente, que se manifiesta en expresiones de burla, transgresión del orden, inversión de roles, crítica al poder y exhibición de violencia. Al respecto, Moreno relata cómo los movimientos subversivos en el Ecuador ocurrían en tiempos de fiesta, cuando se los planificaba y organizaba al calor de la bebida y el baile: “Es posible aseverar que la invitación o convocatoria a una sublevación, protesta o tumulto se hacía dentro de alguna celebración” (2017:84)
Podemos decir entonces que el ritual representa una forma de ‘política subalterna’ (Guha) a través de la cual, el pueblo, expresa su protesta a la autoridad, la opresión y el abuso. En referencia a las rebeliones campesinas, Chakrabarty dice sobre la India colonial que “la inversión de los símbolos de autoridad fue, casi inevitablemente el primer acto de rebelión de los campesinos insurgentes… en el caso de la India, la semiótica no podía separarse de lo religioso o lo supernatural” (2009:36-37). En el caso ecuatoriano, el descontento, la rabia, y la injusticia, al parecer, se canalizan cíclicamente, a través del juego, la danza, el consumo y distribución de bebida y comida
Estas diferencias conceptuales y prácticas sobre la fiesta y el patrimonio como herencia cultural serán analizadas a lo largo del libro. En algunos casos se descubrirán procesos de acomodación, que esconden formas de resistencia para mantener el control de las manifestaciones culturales y así poder conservar los significados simbólicos de cada ritual o símbolo patrimonial. En otros casos la oposición a la intervención patrimonial será más directa y conflictiva. En todos los ejemplos estudiados se demuestra que los sujetos de estudio no son meros receptores de la gestión patrimonial. Los acuerdos, los cambios, las negociaciones y las reinvenciones culturales, producto de las influencias internas y externas, son procesos que destacan la movilidad, el dinamismo y la discontinuidad de las culturas en oposición a una noción de cultura estática, esencialista y homogénea que las autoras no lo comparten.
En cuanto al aspecto metodológico se apuesta por una etnografía del diálogo con los sujetos de estudio, para poder llegar a una lectura compartida de la realidad, sobre el caso del patrimonio y la cultura. La etnografía contemporánea ha dejado de defender la autoridad del científico social en dar su versión sobre la verdad de los otros, ahora se trata de dejar que ellos hablen por sí mismos. Tampoco pretende ser neutra y objetiva pues se reconoce el carácter incompleto del conocimiento. La contribución de Andrade, Freire y Cárate será parcial, fragmentaria y subjetiva. Su interés compartido estuvo encaminado a conocer los pensamientos, las aspiraciones y las aflicciones de la gente. El compromiso con los sujetos de estudio fue su mayor preocupación, al igual que el acercarse a sus vidas a través de escuchar sus historias.
Las culturas no son objetos a describir, más requieren de un análisis social que retome los cambios de paradigma de la antropología contemporánea. Geertz sostuvo que “los supuestos del objetivismo acerca de la teoría, el lenguaje y la imparcialidad ya no son válidos” (Rosaldo, 2000: 85).
El presente libro luego de analizar las fricciones, los desencuentros, los cambios y los efectos de las políticas y declaratorias patrimoniales se hace las siguientes interrogantes: ¿Qué divergencias conceptuales y prácticas