Ádeiocracia, HIPERliderazgos, Nueva geografía del mundo, Sociedad de la pospandemia. Juan Alfredo Pinto Saavedra Girardot
grandes bloques temáticos que se recogen en el título de la obra.
Conocí a Juan Alfredo Pinto cuando era Presidente de ACOPI, cargo que desempeñó en dos períodos y que lo llevó además a ocupar la presidencia de la confederación PYME latinoamericana y la vicepresidencia de la asamblea mundial correspondiente. Los desafíos de las pequeñas y medianas empresas siguen siendo su preocupación, como se observa en algunos apartes de esta obra y en otras publicaciones del autor. Sin embargo, este libro refleja mucho más sus amplias inquietudes de carácter académico y político, al igual que su experiencia como Embajador de Colombia por cerca de diez años en la India, Indonesia, Irán y Turquía. Las inquietudes académicas se han reflejado también en sus tareas como profesor universitario en la Universidad Externado de Colombia, en el Birla Institute of Technology and Science de la India y en muchos otros centros educativos.
El primer bloque temático se organiza en torno al concepto que acuña de Ádeiocracia: “Del griego ádeio, vacío y kratos, poder, la incomunicación entre gobierno y ciudadanía, la perplejidad, el desconcierto, la percepción de una institucionalidad sin enjundia, la no aparición de alternativas”. Este concepto de “vacío de poder” ha estimulado, a su vez, según su visión, “el hartazgo que se plasma en un rechazo popular a la acción gubernamental, con mucho énfasis en el anti y mucha menor capacidad en el pro.”
Este concepto le sirve como marco para analizar la realidad colombiana y latinoamericana. Sobre Colombia afirma que lo que la caracteriza no es una situación dictatorial, como en otros países de la región, sino la polarización y las imperfecciones de los poderes públicos, así como “un sesgo oligárquico en la conformación de las decisiones” y complejos problemas de corrupción que han debilitado la credibilidad en las instituciones.
Uno de los ensayos analiza los paros que han tenido lugar durante la Administración Duque, donde asume una posición crítica frente las negociaciones que promovió, pero también hacia la poca capacidad propositiva de la oposición. Da un fuerte apoyo a la “cultura del diálogo”, utilizando un concepto del Papa Francisco, que “Implica construir nuevos puentes, crear narrativas conectoras, trabar relaciones con sujetos sociales ignorados o excluidos, y practicar la comunicación no violenta hasta llegar a abrazar las paradojas de las transiciones.”
Para entender la realidad de América Latina usa el concepto de “lumpenización”, que se remite a los de lumpenproletariado de Marx y lumpenburguesía de autores marxistas posteriores, entendidos como “desechos de clases en descomposición”. Su referencia es a la lumpenización de la sociedad latinoamericana: la pérdida de sus referentes morales y el desarraigo ético. Se refiere también al lento crecimiento económico de la región en años recientes, el aumento de la pobreza, la mala distribución del ingreso, la precarización laboral y la necesidad de asumir la defensa de las clases medias, que son las principales perdedoras en la “ruleta del pudrimiento”, para utilizar sus palabras. De ahí surgen sus propuestas para la región, que se centran en la necesidad de recuperar la ética social, una política de formalización, el fomento a las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), y una internacionalización pragmática con una política industrial activa apuntalada sobre el desarrollo tecnológico.
En términos conceptuales, uno de los ensayos que se recoge en esta parte de la obra llama a superar la dualidad entre desarrollo económico y calidad de vida. Esto lo conduce a la defensa de los conceptos multidimensionales de bienestar y pobreza, que se remontan al Índice de Desarrollo Humano que diseñó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, así como a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y los más recientes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Como lo señala en otro ensayo, estos conceptos se remontan a las contribuciones de varios premios Nobel de economía: Amartya Sen, premio Nobel en 1998, y “Economía Social y Ecológica de Mercado”, un concepto que deriva de sus obras anteriores y en el cual ahonda, como veremos, en la última parte de esta colección de ensayos. Este es un concepto por lo demás afín a mis propias ideas.
Sobre tendencias mundiales, esta parte de la obra se refiere a la nueva geografía mundial: los ascensos de China, India y Brasil, el comercio e inversión extranjera directa entre países en desarrollo (“Sur-Sur”, de acuerdo con la terminología internacional), pero también de la necesidad de superar el dualismo entre exportadores de manufacturas y de materias primas, y de integrarse a las muy diversas cadenas mundiales de valor.
En términos de las tendencias políticas se refiere a la “decrepitud neopopulista”, el delgado hilo que, en su visión, separa el populismo de la dictadura, de tal manera que los neopopulismos son, según su concepción, una fase superior de las dictaduras. Ese concepto lo aplica por igual a gobiernos de izquierda y de derecha, en particular a Chávez y Maduro en Venezuela, López Obrador en México, y al ascenso de Bolsonaro en Brasil, tema sobre el cual ahonda en un ensayo particular.
Estos temas son objeto de una atención más detallada en el segundo y tercer conjuntos de ensayos. En el segundo utiliza y desarrolla otro concepto nuevo, el de ““un mundo de grandes problemas y pequeños líderes”. La visión de una crisis internacional del liderazgo le sirve para analizar tanto la realidad de Estados Unidos como de China. Contrasta en el segundo caso el modelo político chino no democrático con su avance económico y social, y en los países de occidente la “idealización de la democracia tan cargada de deformaciones en la geografía política global” y de inequidades en el acceso al poder.
Esta crisis de liderazgo hace extremadamente complejo enfrentar los serios problemas que caracterizan el mundo actual: la regulación de los mecanismos de información y su relación con la libertad individual, la expansión del armamentismo, la relación entre libertad y seguridad, la incapacidad de reformar el sistema multilateral, la cuestión ambiental y el cambio climático en particular, y el desarraigo ético y la corrupción.
Algunos de los ensayos más interesantes de esta parte de la obra se refieren a la India, un país que, como lo anota siguiendo la visión de otros autores, es una colección de naciones. Uno de estos ensayos presenta los antecedentes históricos y los principios que recoge la Constitución de la India de 1949, una Constitución que respondió muy bien a la riqueza, pero también la enorme complejidad y diversidad de su estructura sociocultural, y adoptó profundos principios democráticos.
Otro celebra los 150 años del nacimiento del padre de la India Moderna, Mahatma Gandhi, y sus principios de resistencia pacífica y desobediencia civil, que desarrolló en Sudáfrica y después plenamente en la lucha por la independencia de la India. Debo decir que comparto con Pinto su admiración por Gandhi como líder político y espiritual. De hecho, lo considero como el más importante del siglo XX, compitiendo como líder político y espiritual con otros gigantes (Franklin D. Roosevelt y Juan XXIII, entre ellos).
Me pareció, sin embargo, optimista su visión sobre las convergencias crecientes entre la China y la India. Creo que las divergencias son mucho mayores y que la falta de una alianza fuerte entre estas potencias mundiales emergentes (más China que India, sin embargo) es la causa de la falta de una verdadera alternativa al predominio de Estados Unidos y Europa Occidental en la gobernabilidad mundial. Me pareció mejor su apreciación sobre la renovada convergencia basada en los valores culturales y filosóficos ancestrales y la forma como en estos dos países “los espacios comunitarios empiezan a prevalecer sobre los tradicionales espacios ciudadanos y se imponen aún sobre los satisfactores que el mercado agrega a las mercancías”.
Esta parte de la obra tiene también observaciones muy interesantes sobre Turquía e Indonesia, otros países en los cuales Pinto ejerció el cargo de Embajador. La parte tercera comienza de hecho, con dos ensayos interesantes sobre la forma como Turquía ha manejado la migración forzosa de sirios afectados por la guerra civil: uno sobre la manera como dicho país ha manejado dicho proceso y otro sobre la ciudad fronteriza de Gaziantep, que ha absorbido medio millón de migrantes. Ambos resaltan la tolerancia y pragmatismo con que ha manejado dicha migración, así como la atención humanitaria, el albergue y registro de migrantes, temas que a juicio de Pinto deben servir de referencia para Colombia.
Varios ensayos en esta parte tratan temas económicos. Uno muy interesante es sobre la necesidad