¡Escribirás y escribirás!. Carolina Romero
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Carolina Romero Saavedra
Romina Magallanes
Universidad Industrial de Santander
Facultad de Ciencias Humanas
Escuela de Idiomas
Bucaramanga, 2020
Página legal
ROMERO SAAVEDRA, CAROLINA ¡Escribirás y escribirás!: un ensayo sobre escrituras diaristicas / Carolina Romero Saavedra, Romina Magallanes. Bucaramanga: UIS, c2020 156p. ISBN impreso: 978-958-8956-80-0 ISBN ePub: 978-958-8956-93-0 1. WALSH, RODOLFO, 1927-1977 – DIARIOS 2. PIZARNIK, ALEJANDRA, 1936-1972 – DIARIOS 3. AUTORES ARGENTINOS SIGLO XX- DIARIOS 4. LITERATURA ARGENTINA – ENSAYOS I. Magallanes, Romina. II. Facultad de Ciencias Humanas (Escuela de Idiomas) CD: 868.992218203 ED. 23CEP- Universidad Industrial de Santander. Biblioteca Central |
¡Escribirás y escribirás!
Un ensayo sobre escrituras diarísticas
Carolina Romero Saavedra*
Romina Magallanes
*Profesora, Universidad Industrial de Santander
© Universidad Industrial de Santander
Reservados todos los derechos
ISBN impreso: 978-958-8956-80-0
ISBN ePub: 978-958-8956-93-0
Primera edición, agosto de 2020
Diseño, diagramación e impresión:
División de Publicaciones UIS
Carrera 27 calle 9, ciudad universitaria
Bucaramanga, Colombia
Tel.: 6344000, ext. 1602
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin autorización escrita de la UIS.
Impreso en Colombia
Dedicatoria
Espero que este lapicero funcione. Sí.
KATHERINE MANSFIELD, Diario
Antes de comenzar, sepan que esto es sudor de tinta
Este ensayo —escrito originalmente en letra consolas— es el resultado de varios elementos: dos tesis terminadas, dirigidas por Alberto Giordano, en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario de Argentina; años de lectura apasionada de diarios y búsqueda de manuscritos; y, sobre todo, la manía de escribir un diario que nos hizo, antes que colegas, amigas.
La variante coloidal que nos resulta imperativa para leer este material —es decir, el concepto de escritura diarística— devino en este ensayo compuesto por cinco apartados que se quiebran cacofónicos y titilantes como nuestra propia búsqueda para liberar de cercos académicos este tipo de escritura. “Escribirás y escribirás” es el mandato que se impone en los diarios de los escritores argentinos Rodolfo Walsh y Alejandra Pizarnik. Mandato de la escritura diarística, categoría que abordaremos en las siguientes páginas.
Rodolfo Walsh, escritor, nació el 9 de enero de 1927 en Choele-Choel (Río Negro, Argentina), y murió asesinado el 25 de marzo de 1977 por un grupo de tareas durante la dictadura cívico-militar que tuvo lugar en Argentina entre los años 1976 y 1983. Sus papeles personales fueron rescatados de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA). Alejandra Pizarnik, escritora, nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, y se suicidó el 22 de septiembre de 1972 en Buenos Aires. Sus diarios reposan en Princeton, en el Archivo Pizarnik.
Un largo rodeo
Intrusiones
No podemos dejar de decir que uno de los lugares desde los que se escribe este ensayo es el de la intrusión. Así nos lo hizo notar Juan Gustavo Cobo Borda, cuando lo visitamos en su famosa biblioteca en Bogotá, en busca de diarios de escritores, principalmente colombianos, que se encontraran en esas estanterías, cajones y muebles de cocina donde ubica sus libros. «Esas perversiones que hacen ustedes de andar espiando diarios íntimos», nos dijo. Debemos mencionar también que una de nosotras registró esa intrusión en su propio diario a los catorce años, cuando supo, por una prima, que otra prima había descubierto a su madre leyendo su diario. «Intrusa», escribió. Más de una persona cercana y querida, ajena a las letras, se sorprendió por lo mismo: «¿No les parece mal leer esas cosas? ¿No es indiscreto? ¿No son secretas? ¿Quién los publicó?»1.
Temas como la sinceridad, el secreto confesado, las intimidades, la verdad última, la identidad auténtica, tanto de los propios diaristas como de las personas de su entorno, junto a la creencia de que todas las maravillas pueden ser escritas en un diario, son presupuestos tentadores. No obstante, no solo la intrusión en y desde una intimidad inviolable motiva este ensayo, sino que también lo hace una experiencia de lectura que capta, desde la escritura diarística de dos escritores, una concepción y una práctica particulares de la escritura, pues en ella logra exponerse con intensidad la insistencia en la imposibilidad de actualización en una forma de escribir que se busca desesperadamente. Con mayor precisión: más que en una obra, un estilo o un género, la escritura se plasma en la potencia de una materialidad, y en dos éticas, una de la impotencia y otra de la creación de un personaje diarista.
Subrayados, rodeos, contagios
La presente búsqueda, tanto en su enfoque como en la articulación del corpus, nos fue dada en principio por lo que Moreno (2013) denomina «subrayados», ya sea con «tímido lápiz, con barras gritonas o reglas de obsesivo» (p. 13), de lecturas de diversos diarios de escritor. El de Kafka, el primero; los siguientes, los de Amiel, Nin, Rama, Mansfield, Chacel, Pérez, Güiraldes y Vilariño, por citar solo algunos de los más visitados. Entre ellos, abordamos los diarios de Pepys; los clásicos voluminosos (unos más que otros) de Amiel, Sthendal, Renard, Gide, Benjamin, Barthes, Sontag, Cheever; los recientemente editados de Freixas, Castillo y Piglia; el diario de Frida Kahlo y los Cuadernos de infancia de Lange (que acaso podrían no hallarse dentro de la categoría «diario», como tampoco las novelas El discurso vacío y La novela luminosa de Levrero, pero que en todo caso dieron lugar a esta visión de lo que denominamos escrituras diarísticas2). El paso por todos ellos nos trajo hasta este ensayo.
Estos diarios incuban una enfermedad contagiosa (Link, 2005), una manía, una impotencia. De hecho, el contagio es uno de los estados de la lectura de estos textos. Se trata de un capricho, de una cierta terquedad de hundirse en aquellas escrituras que nos reclaman mediante una especie de encantamiento. Es la imposibilidad de abandonar la lectura de ciertas experiencias, que, si bien no están explicitadas o significadas, nos persiguen y nos insisten para que asistamos a su exposición. Esta obsesión nos deja en una zona que no podemos recorrer y agotar por el camino de las investigaciones previamente realizadas, o quizás sí, por un desvío, una señal por ellas dejada, que nos extravió, con la escritura diarística en mano, el subrayado intruso y el contagio, en una doble dimensión de lectura: la de la impotencia de escribir y no escribir y la de la potencia de la escritura que crea un “personaje”.
Toda potencia es impotencia de lo mismo y con respecto a lo mismo (Aristóteles, Met. 1046a, en Agamben, 2007). Impotencia es la potencia de no pasar al acto. La potencia puede la propia impotencia: en la potencia la sensación es constitutivamente anestesia; el pensamiento, no pensamiento; la obra, siguiendo a Agamben (2007), inoperosidad. Potente es aquello que acoge y deja suceder el no ser; este acoger del no ser define la potencia como pasividad y pasión fundamental. Estas exploraciones —o, como las llama Benjamin, el método del rodeo3— son el punto desde el cual partimos para este ensayo, en donde nos proponemos indagar las experiencias de la potencia