La lucha contra Satanás. Joel Beeke

La lucha contra Satanás - Joel Beeke


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se originó en el pecado, creció con el auto engaño y terminó con una ambición rebelde. Su rebelión lo llevó a inducir a un gran número de ángeles a unírsele en su oposición a Dios (Apocalipsis 12:4). Entonces Dios arrojó a Satanás y sus ángeles rebeldes fuera del cielo, hacia la tierra (Ezequiel 28:16-17). Satanás perdió para siempre su posición original como el querubín ungido de Dios (Judas 6).

      Dado que Satanás no pudo atacar directamente a Dios en el cielo, encaminó sus malévolos esfuerzos contra el hombre, que representa la corona de la creación de Dios. La actividad de Satanás en la historia se registra por primera vez en Génesis 3. Se nos ha dicho que Satanás se presentó como una serpiente en el Paraíso, donde se acercó a Eva. Entonces, Satanás utilizó varias técnicas con Eva que aún utiliza con nosotros, actualmente:

      1. Satanás puso las órdenes de Dios bajo una luz negativa. Le preguntó a Eva: “¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1b). Dios en realidad dijo que Adán y Eva podían comer de todos los miles de árboles en el huerto de Edén excepto uno. Eva corrigió a Satanás, diciendo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: no comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:2-3).

      2. Satanás refutó los motivos y el carácter de Dios. Le dijo a Eva: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios” (Génesis 3:4-5). Satanás buscó refutar el carácter de Dios persuadiendo a Eva de cuestionar la bondad de Dios. Sugirió que Dios no era bueno y justo, pues restringió su libertad y les prohibió comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

      3. Satanás dijo que el hombre podía ser como Dios. Satanás buscó transferir su objetivo a la raza humana cuando le dijo a Eva: “Y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5b). En otras palabras, Adán y Eva podrían decidir por sí mismos lo que estaba bien o mal. Podrían decidir lo que querían hacer. No tendrían que escuchar a otros, ni siquiera a Dios. Podrían ser sus propios dioses. Pero ésa era una verdad a medias porque podrían conocer la bondad y la maldad, pero nunca podrían ser como Dios. Y Satanás tampoco les explicó que sin la gracia divina ellos no tendrían el poder de hacer el bien o evitar el mal.

      4. Satanás hizo que el pecado se viera como algo bueno. Génesis 3:6 nos dice: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.

      Satanás bajo el control de Dios, a pesar de los ataques continuos

      A pesar del éxito que tuvo Satanás al conseguir que Adán y Eva desobedecieran a Dios, para romper el pacto con Dios, y para hundir a toda la raza humana en el pecado, Satanás permaneció bajo el control de Dios por toda la era del Antiguo Testamento. Ello es evidente por la relación de Satanás con Saúl en 1 de Samuel 16:14-23 y en los tratos de Satanás con Dios y Job en Job 1. Satanás no podía actuar más allá de los límites establecidos por Dios en su soberano poder como el Creador. Sin la voluntad permisiva de Dios, “no tiene mucho movimiento” (cf. Catecismo de Heidelberg, Q. 28). A eso se refería Martín Lutero cuando dijo: “Aún el diablo le pertenece a Dios”.

      Sin embargo, Satanás ha herido frecuentemente el talón de la semilla de la mujer desde el Edén. Las naciones caminaron en su oscuridad, en la ceguera de su falta de fe, y acogiendo el pecado. Pero Dios en su soberanía, escogió gente para sí en medio del reinado de oscuridad de Satanás. Aún con su pueblo escogido de Israel, empero, la oscuridad solía prevalecer. Pero Dios todavía conservó a sus 7,000 que se rehusaron a doblar la rodilla ante Baal (1 Reyes 19:18). Y les prometió a estos restantes que caminaron por la fe y retaron el dominio del pecado, que pronto enviaría al Salvador del pecado y la muerte.

      La influencia de Satanás es evidente en el conflicto entre Caín y Abel, Ismael e Isaac, Esaú y Jacob, Egipto e Israel. La meta de Satanás siempre es la misma: eliminar la semilla escogida. La prueba es la orden de Faraón de destruir a todos los bebés varones de Israel. Prueba es el ataque de Egipto a los israelitas en el Mar Rojo. La prueba es el complot de Amán contra Ester y su pueblo.

      Satanás está al acecho en cada esquina a través de todo el Antiguo Testamento, tratando de derrocar los propósitos a largo plazo de Dios. Satanás incitó a David a censar al pueblo (1 Crónicas 21:1). Satanás acusó de pecador al sumo sacerdote Josué (Zacarías 3:1). Satanás trató de empobrecer al pueblo escogido de Dios a través de prácticas paganas asociadas con rituales de orgías (1 Reyes 18:28), brujería (2 Reyes 9:22), ocultismo (2 Reyes 21:6-7), y adivinación (Miqueas 5:12). Pero las campañas malignas de Satanás, sin importar cuán bien planeadas estén, continúan fallando, pues Dios las utiliza para alcanzar sus propósitos, en vez de frustrarlos. Satanás cuestionó la piedad de Job diciendo que estaba basada en su conveniencia, pero al final, Dios perfeccionó a su siervo Job a través de severos juicios y lo llevó a ser como el oro. Satanás planeó hacer que Balaam maldijera a Israel, pero el Espíritu de Dios vino sobre Balaam para que en vez de ello profetizara la agraciada voluntad de Dios para Israel. Satanás está tan limitado por las órdenes de Dios, dijo Calvino, “que está obligado a prestarle su servicio” (Institución de la Religión Cristiana, 1.14.17).

      Qué consuelo es saber que los estratagemas malignos de nuestro mayor enemigo están completamente bajo el control de nuestro mejor Amigo, de modo que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Por esta razón Calvino pudo concluir que: “Aun el diablo puede, a veces, actuar como un doctor para nosotros”.

      Satanás en el Nuevo Testamento

      La doctrina de Satanás se desarrolló más durante los siglos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La literatura inter-testamentaria se refiere a Satanás como Belial, Mastema, y Sammael. Satanás es descrito como jefe de un ejército de demonios que pelean contra Dios y sus ángeles. Satanás tienta a los creyentes, los ataca y guía a los demonios y a la gente que no se regenera contra Dios (Jubileos 11:15; 17:16; 1 Enoc 40:7).

      La literatura intertestamentaria atribuye la maldad en los tiempos del Antiguo Testamento directamente a Satanás, con más frecuencia que el Antiguo Testamento lo hace (Libro de la Sabiduría 2:24). El Antiguo Testamento generalmente no menciona a Satanás directamente, pero en los escritos inter-testamentarios, Satanás es descrito explícitamente como “un ángel caído” (1 Enoc 29:4), quien está a cargo de los “ángeles caídos” de los que se habla en Génesis 6:1”4 (Jubileos 10:5”8; 19:28).

       Los nombres de Satanás

      El Nuevo Testamento se refiere frecuentemente a Satanás como “el diablo” (diabolos). Ese término, que significa difamador o calumniador, se utiliza 60 veces en el Nuevo Testamento, 40 de ellas en los Evangelios. Satanás es calumniador por excelencia. Difama a Dios con el hombre, como lo hizo con Eva; difama, a veces, al hombre con Dios, como lo hizo en el caso de Job; y difama al hombre con el hombre.

      El término Satán aparece 34 veces en el Nuevo Testamento. La mitad de esos términos se encuentran en los Evangelios y en Hechos, y la otra mitad en las Epístolas y en Apocalipsis Solo en seis ocasiones se refieren a “el Satán”. Otros nombres del Nuevo Testamento para Satanás incluyen el Acusador (Apocalipsis 12:10), el Adversario (1 Pedro 5:8), Apolión (Apocalipsis 9:11), Belcebú (Mateo 12:24), Belial (2 Corintios 6:15), el dragón (Apocalipsis 12:7), dios de este mundo (2 Corintios 4:4), príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), príncipe de este mundo (Juan 12:31), la serpiente (Apocalipsis 20:2), el tentador (Mateo 4:3), y el león rugiente (1 Pedro. 5:8).

      ¡Qué reveladores son estos nombres sobre la diversidad y poderío de Satanás! Un puritano, Edward Reynolds, lo dijo en esta forma: “Satanás tiene tres títulos en las Escrituras, estableciendo su malignidad contra la iglesia de Dios: un dragón, para resaltar


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